El refugio está bien acondicionado. es privado, aunque hacen un pequeño descuento a los federados. Nos alojamos en una de las cabañas separadas del edificio principal, en una habitación para los siete.
De madrugada, tras desayunar nada más que abren el comedor, salimos por el GR-11 junto a algunas bordas. Pasado el puente en el río Cinqueta, tomamos un tramo de bosque. Algunas fresas y frambuesas junto al camino complementan el desayuno, aunque son pocas, pues no se puede perder ritmo.
Tras cruzar un torrente, la fuerte subida hace que nuestra atención cambie de los lirios a los edelweiss, de los valles inferiores a los formidables pliegues de la Punta Llardaneta y las agujas del Clot.
Poco a poco llegamos a la cresta del Posets. La visión es tremenda, tanto sobre el profundo valle de Estós como sobre las cumbres fronterizas donde destaca el Perdiguero.
Poco a poco llegamos a la cresta del Posets. La visión es tremenda, tanto sobre el profundo valle de Estós como sobre las cumbres fronterizas donde destaca el Perdiguero.
Ganar la cresta requiere ir con precaución. Una vez en la arista no se puede dar un paso sin sorprenderse de la fuerza y la belleza del lugar, cuajada de lagos, enormes paredes, neveros y cumbres.
Como era de esperar, la cumbre del Posets está bastante concurrida. En cualquier caso sigue siendo un lugar magnífico. La cresta del Espadas nos llama. Tranquila, no esperarás mucho antes de que vengamos.
Descendemos continuando la cresta hasta un lugar donde tenemos marcado un punto débil de la pared. No terminamos de creerlo hasta que no lo recorremos. Un pequeño pasillo, con algún paso delicado, nos deja en el anfiteatro rocoso bajo el que se ven infinidad de lagos. La pedrera, incómoda, nos lleva sin perder altura hasta una portilla que ascendemos para dar vistas, ya sin complicaciones al collado de la Paúl.
El duro descenso por la gran pedrera se suaviza cuando entramos en las laderas del valle de Estós, donde un sarrio parece estar indicándonos el cambio de terreno. Se suceden las imágenes con una estética “de calendario”, tanto sobre el puerto de Chistau como sobre los picos y el enorme valle que nos conducirá al refugio de Estós, fin de la jornada.
Han sido 17 km, con un ascenso acumulado de 1.814 m y un descenso de 1.678 m.
En este enlace puedes acceder a una colección de fotos más completa.
Los pormenores de la salida y el viaje Benasque - Viadós.
Félix García (Escubi) había planteado los detalles de la salida, uno de cuyos puntos fuertes era culminar en un homenaje a Jose M. Hernández. Hace seis años de la expedición al Pico Lenin donde Jose M. falleció. Ahora iban a participar los que entonces estaban en Kirguistán: Manolo, Joaquín y Blas (en el último momento, causas de fuerza mayor impidieron a Blas venir). Hemos tenido el privilegio de compartir la salida, Juanjo, Jose, Isidro y yo, Javier. Todos somos abulenses.
La propuesta era unir en travesía tres de las grandes cumbres en el entorno de Benasque y terminar atravesando la cresta de Salenques hasta el ibón de Llauset. Se trata de un recorrido exigente y con sus problemas logísticos, pues desde el punto de inicio hasta el final hay mucha distancia por carretera. Como son cuatro etapas con un enorme contenido, las divido en cuatro post, del que este es el primero.
Dejamos los dos coches en la zona de aparcamiento junto al puente de Lliterola, próxima al acceso a los Llanos del Hospital desde Benasque. Allí habíamos quedado con el taxi (todo terreno) que nos llevaría al punto de inicio: el refugio de Viadós. Tiramos (literalmente) las mochilas en la baca y nos acoplamos en la vieja gloria, con sólo dos cinturones de seguridad para los siete pasajeros, pero -eso si- con algunas separaciones de plásticos “anti-covid”.
La pista de tierra se inicia en el pueblo de Chía, junto a Castejón de Sos (900 m). Subimos dando vistas a montañas y praderas que se hunden hacia el valle del Ésera hasta llegar al Collado de Sahún (2. 000 m) y descendemos por bosque hasta Plan. Desde San Juan de Plan, otra pista nos dejará en las cercanías del refugio de Viadós (o Biadós). El desplazamiento tiene algo épico; me recuerda otros por Marruecos, por la pista polvorienta, los paisajes sorprendentes y el “peculiar” conductor.
Dejamos los dos coches en la zona de aparcamiento junto al puente de Lliterola, próxima al acceso a los Llanos del Hospital desde Benasque. Allí habíamos quedado con el taxi (todo terreno) que nos llevaría al punto de inicio: el refugio de Viadós. Tiramos (literalmente) las mochilas en la baca y nos acoplamos en la vieja gloria, con sólo dos cinturones de seguridad para los siete pasajeros, pero -eso si- con algunas separaciones de plásticos “anti-covid”.
La pista de tierra se inicia en el pueblo de Chía, junto a Castejón de Sos (900 m). Subimos dando vistas a montañas y praderas que se hunden hacia el valle del Ésera hasta llegar al Collado de Sahún (2. 000 m) y descendemos por bosque hasta Plan. Desde San Juan de Plan, otra pista nos dejará en las cercanías del refugio de Viadós (o Biadós). El desplazamiento tiene algo épico; me recuerda otros por Marruecos, por la pista polvorienta, los paisajes sorprendentes y el “peculiar” conductor.
Una pasadaaa
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