lunes, 26 de noviembre de 2018

Chozos del Pezuelo y cuerda del Barquillo. 2018-11

El domingo hicimos con La Facendera la salida a los chozos del Pezuelo. Durante el tiempo en el que estuvimos en la sierra no nos cayó ni una gota de agua; al contrario, pudimos disfrutar del sol que iluminó las hojas doradas de los robles.

La subida se nos hizo corta, tanto por las imágenes que fuimos viendo como por las explicaciones de Sergio, que nos habló de la antigua carbonera por donde pasamos, los abedules centenarios, las luces y sombras de la naturaleza en Gredos, los caminos...




La llegada a los chozos nos deparaba una agradable sorpresa; allí nos esperaba Antonino, otro amigo de quien tenemos mucho que aprender y que junto con Sergio nos narraron la historia de las construcciones que estábamos viendo.



Aunque la excursión "básica" finalizaba aquí, la mayoría de la gente optó por seguir hasta el magnífico mirador de la cuerda del Barquillo, sobre la garganta del Pinar. La nieve ha hecho su llegada, este año de forma temprana y abundante. La imagen de las montañas que rodean los circos de Cinco Lagunas, la Hoya de las Berzas y las Lagunillas, es soberbia.



De regreso, paramos en Barco de Ávila donde había quedado con "mi suministrador oficial" de manzanas de la Nava de Barco. Quienes las han probado, repiten (yo también lo hago desde hace años). No me resisto a poner una vez una foto ¿no os apetecen? pues este año... todavía le quedan.

En este enlace puedes acceder a una colección de fotos de la salida y, como información adicional, aquí puedes acceder al boletín que elaboré para la salida, donde se explican los pormenores del recorrido y de las construcciones.



sábado, 24 de noviembre de 2018

Pendueles-Bustio. Costa de los bufones. 2018-11

Los bufones o "bramadoiros" son grietas que se han formado en la roca caliza de los acantilados debido a la erosión marina y de lluvia. En los días de marejada y marea alta, el agua llega impulsada por el oleaje, penetra en las oquedades y surge con un impulso descomunal alzándose hacia el cielo como el más potente de los géiseres.

Es un espectáculo fantástico. En los bufones de Santiuste, no es sólo el chorro que llega a alcanzar alturas de 40 metros de altura, también es la corriente de aire y el ruido, rugido diría yo, que se siente en su proximidad. El estruendo se acompaña con agua pulverizada donde se descompone la luz del sol y la salida a presión de una masa enorme de agua.


El domingo 18 hicimos el recorrido por la costa entre Pendueles y Unquera. También estábamos preparando la salida que haremos dentro de un año para La Facendera. La sucesión de acantilados, formaciones rocosas, grietas, cuevas, playas y pueblos es de un gran interés estético y humano. Las vacas pastan al lado del mar, mientras las olas rompen violentamente sobre las rocas. Un paseo tranquilo y diferente a lo que acostumbramos.


Además de los bufones, pasamos junto a formaciones kársticas de gran interés, como multitud de dolinas, la playa interior de Cobijeru o una cueva que permite llegar hasta el mar cuando no hay oleaje y la marea está baja. También el arco rocoso llamado Salto del Caballo, que permite pasar por encima y que a más de uno le hará temblar las piernas cuando vea por dónde ha caminado.




En esta ocasión hemos tenido además la enorme suerte de que la naturaleza nos ofreciera contemplar los bufones en su esplendor. Vimos varios durante el recorrido, pero los de Santiuste son realmente excepcionales. Desde gran distancia veíamos las enormes columnas de agua surgiendo periódicamente, llamándonos como un faro.

Continuamos hacia el mirador de Pimiango y de allí bajamos a la cueva del Pindal, patrimonio de la humanidad, cuya boca se abre frente al acantilado en un paraje formidable. El Pindal alberga grabados y pinturas del paleolítico superior, se estima que con una antigüedad entre 13.000 y 18.000 años. Hay representados bisontes, caballos, cérvidos, un pez, dos mamuts y variedad de signos geométricos.



El final de la ruta es una visita a los evocadores restos del monasterio del monasterio de Santa María de Tina, de origen románico.

En este enlace puedes acceder a una colección de fotos del recorrido.


viernes, 23 de noviembre de 2018

La Biescona, Pienzu y tejeda del Sueve. 2018-11

La sierra del Sueve, en Asturias, está situada entre Ribadesella y Colunga. La humedad del mar y los frentes que llegan desde el Atlántico contribuyen a crear el ambiente necesario para que se conserven en sus laderas unos bosques singulares.

Comenzamos la travesía siguiendo el curso del arroyo de la Toya, donde se extiende el hayedo de la Biescona. Cualquier momento es bueno para venir, pero el otoño es espectacular. La sinfonía de colores ocres, amarillos y marrones contrasta con el verde de los helechos que crecen en las umbrías. Pasear por el hayedo más próximo al mar de cuantos existen en España es un auténtico placer.


Pasamos junto a la mina de la Toya. Varios restos de construcciones y la propia bocamina, situados donde ya el bosque comienza a ganar importancia, nos dan una idea de la dureza de quienes tuvieron que ganarse la vida arrancando minerales del interior de la tierra.

El camino va ganando altura y belleza. No podemos caminar más de diez pasos sin pararnos a contemplar y admirar los cuadros que se nos presentan.



Tras el hayedo y la pradería superior, un camino entre la roca caliza nos lleva hasta el pico más elevado, el Pienzu, descubriendo poco a poco los paisajes de las sierras del Cuera y de los Picos de Europa.

En la cumbre, el panorama se completa con la vista de la costa cuajada de pueblos. El azul predomina sobre los demás colores. Me encanta estar en una cumbre tan próxima al mar. Es una sensación que a nosotros, de tierra adentro, nos llama especialmente la atención.


Comenzamos el descenso por el norte. El paisaje cambia, pero conserva su interés. En la fuerte pendiente llaman la atención los acebos, cargados de frutos y sin solución de continuidad, los tejos. Pasamos junto a troncos centenarios que atrapan a otros árboles, que son ceñidos por la hiedra, que extienden sus raíces sobre las piedras y muestran todo un repertorio de texturas y formas.

Se considera la tejeda del Sueve como la mayor concentración de tejos y uno de los bosques más antiguos que existen en Europa. Hay unos ocho mil tejos, además de acebos y otras especies En este enlace puedes acceder a más información.



La tejeda está soportando presión y agresiones que hacen que esté en peligro. Hace tiempo se introdujeron gamos, que junto con jabalías, caballos y vacas, arrasan con las plantas que comienzan a crecer. Si no se toman medidas, sólo quedarán los ejemplares adultos y el bosque terminará por convertirse en un fósil.

Pero lo que resulta más difícil de entender que en un lugar de tal importancia científica y estética se permitan carreras de montaña. En un lugar tan sensible como este, el paso de cientos de corredores por la inclinada ladera tiene un coste, no sólo sobre el suelo sino sobre las plantas y los animales que viven en esta joya natural. La tejeda del Sueve merece un figura de protección urgentemente.

Llegamos al valle y el bosque se va disolviendo en arbustos y matorrales. Los tojos (que no tejos) nos dejan algunos recuerdos en las piernas.

Poco antes de concluir la travesía pasamos por la antigua mina de calcita del Tuniellu, que ha dejado una curiosa y estética formación.

En este enlace, puedes acceder a una colección de fotos de la travesía.


Hemos ido para preparar una salida que haremos con la Facendera, justo dentro de un año. El recorrido, con una belleza fuera de lo común, no es apto para hacer con un grupo, así que lo cambiaremos en su parte final para evitar algunos pasos complicados. La cita será en noviembre de 2018.

viernes, 9 de noviembre de 2018

Pico Turbina y Camino Lebaniego. Picos de Europa. 2018-11.

El pico Turbina (o Torbina) es una cumbre modesta situada al norte de los Picos de Europa, en la sierra del Cuera. Es accesible de una forma sencilla desde las proximidades del pueblo de Arangas.

Tras un tramo de pista ganadera, el camino sube por la ladera ganando progresivamente vistas sobre los valles, algunos cubiertos por mares de nubes, y la potente presencia de los Picos de Europa frente a nosotros.

La subida se hace corta ante semejante espectáculo. Por este lado, la cara oeste del pico Urriellu destaca sobre el conjunto del macizo central. A medida que ganamos altura, la visión se hace más y más amplia. El día está espléndido.


Las rampas acaban en un escalón amesetado con un balcón que invita a pararse y disfrutar. No parece posible que vayamos a encontrar un lugar más bonito durante el día.

Seguimos hacia la majada de la Piedra del Oso, un conjunto de edificaciones pastoriles situada junto a la ladera y de frente a las montañas. Obviando la dureza de la vida de los ganaderos que las han usado desde tiempos inmemoriales, como lugar de trabajo está entre los más bonitos que se puedan desear.

El pico Turbina está a tiro de piedra desde allí. En su cumbre, lo que no parece posible se convierte en realidad: la visión de los tres macizos de Picos se complementa con las sierras adyacentes y la costa cantábrica. Llanes y los pueblos de la costa parecen estar al lado.





Tras disfrutar de una larga estancia en la cumbre, un grupo decidimos... una locura. Otra. Bajar directamente hacia Llanes por la vertiente contraria a la de subida. El resto de la gente regresará por el camino de acceso.

La bajada resulta más dura de lo esperado. Tras superar unas pequeñas dificultades en el lapiaz, pasamos por un hayedo inclinado y resbaladizo. Algunos árboles tronchados nos recuerdan la tempestad de la semana pasada. Una ladera embarrada nos deja en un precioso valle y... en otra sierra que tenemos que atravesar antes de bajar hacia Llanes. Al final, una jornada sencilla se endureció mas de lo necesario. Con todo, la actividad del sábado hay sido magnífica.

Hemos venido con el GUM de Zamora, que organizaba la excursión de fin de semana. Viajamos el viernes por la tarde y pernoctamos las dos noches en la casona de Verines, en Pendueles, una antigua casa de indiano cedida a la Universidad de Salamanca.

El domingo hicimos un tramo del camino lebaniego. La parte con mayor interés es la que nos llevó desde Cicera a Lebeña, con fantásticas vistas, casi en picado sobre el desfiladero de la Hermida y tramos de bosque de cuento, de los que no quieres que se acaben a pesar de la subida.





Las dos actividades están sobradamente documentadas en Wikiloc, así que no vale la pena ser redundante y volver a ponerlas aquí.

En este enlace puedes acceder a una colección de fotos del magnífico fin de semana.