sábado, 24 de octubre de 2020

Monasterio del Risco, Sierra de Ávila


TRAS LAS HUELLAS DE FRAY PAYO ENRIQUEZ DE RIVERA.

EL MONASTERIO DEL RISCO EN LA SIERRA DE ÁVILA



AÑO 1.683

Desde el monasterio, Fray Payo recorría con la mirada el amplio horizonte: al fondo las cumbres nevadas de Guadarrama y Malagón; de frente la Sierra del Zapatero; casi a un tiro de piedra, la Serrota, marco del extenso robledal de Villatoro y abajo el Valle Amblés salpicado por pueblecitos de nombres compuestos como Amavida (¡qué buen consejo!), Villatoro, Solosancho, Mengamuñoz, Muñogalindo, Pradosegar o Muñana. Pensando en los pueblos, se dio cuenta de que muy cerca había varios cuyos nombres hacían referencia a las aves, como Malpartida de Corneja o Grajos(1).

La Sierra de Ávila le proporcionaba la paz de la que no había estado sobrado durante sus andanzas por las tierras de la Nueva España. Fray Payo trataba de hacer resumen de su vida.

Nació en Sevilla en 1612, hijo ilegítimo del Duque de Alcalá, virrey de Nápoles y gobernador del Milanesado, Fernando Afán de Rivera. Ingresó en los agustinos. Se graduó en Teología. Fue prior e impartió formación en varios monasterios, incluido el de Alcalá de Henares (2).

En 1657, le enviaron como obispo a Guatemala donde ejerció durante once años. (3)

En 1670 fue nombrado obispo de Michoacán y arzobispo de México, y por azares del destino, en 1673, virrey “provisional” de la Nueva España, cargo que ejerció durante siete años. (4)

En 1680, tras varios intentos anteriores, aceptaron su renuncia y un año después, donó todas sus pertenencias excepto un lienzo de la Virgen de Guadalupe, regresó a España y se retiró al monasterio del Risco. (5)



Tras los ajetreos americanos, los paseos por la Sierra, contemplando desde su atalaya un paisaje tan amplio, le transmitían paz. Tanto como subir unos metros para contemplar la vertiente Norte de la sierra, con la Moraña al fondo y pasear por la dehesa de robles camino de Vadillo de la Sierra.




A veces iba hasta la ermita de Las Fuentes, en Grajos. Era un lugar especial, donde meditar, rezar junto a la talla de la virgen del siglo XII y beber agua de alguna de las dos fuentes que dan nombre al lugar. Además de lugar de culto, era hospedería para caminantes, pastores, arrieros y peregrinos. Más abajo, en el lugar llamado de “La Coba” había unas sepulturas talladas en la roca, al parecer, datadas entre los siglos IX y XII. No eran las únicas de la Sierra, pues también había en Cillán, Oco y en otros lugares, pero aquí eran más abundantes y se conservaban mejor.



Otras veces prefería bajar hasta Amavida por el camino empedrado y seguir hasta Villatoro, su castillo y su magnífica iglesia parroquial (6). 


En esta atalaya, a la vez poderosa y retirada, acabaría sus días -pero no sus viajes- el año 1.684 (7).


NOTAS DE INTERÉS:


(1) El Ayuntamiento de Graxos, después Grajos, decidió cambiar su nombre en 1954 por el de San Juan del Olmo.

(2) Era costumbre de los poderosos –de los más civilizados- facilitar a sus retoños nacidos fuera del matrimonio la carrera eclesiástica, así que desde joven tuvo responsabilidades en los Agustinos. Recibió parte de su formación teológica en Salamanca y llegó a conocer y ser apreciado por el rey Felipe IV.

(3) No debió hacer mal su labor pues las crónicas cuentan que fue muy querido y que promovió la cultura y el progreso: llevó al país la primera imprenta (la cuarta en toda América), promovió la construcción de un hospital e incluso aprobó los estatutos de una nueva orden religiosa (los Betlemitas).

(4) También en Méjico tuvo fama de hombre justo y emprendedor. Fundó la actual Ciudad Juárez, reforzó las tropas regulares con voluntarios que rechazaron varias veces a los ingleses y “pacificó” a varias tribus de Nuevo México.

No obstante, dejó su mayor impronta al impulsar obras públicas por todo el territorio mejicano, como una gran calzada, un acueducto, 25 puentes de cal y canto, varias iglesias (incluidas la catedral y otra después destinada a Biblioteca Nacional) y por efectuar obras de desagüe de la ciudad de México.

Ejerció su mecenazgo sobre la religiosa y escritora Sor Juana Inés de la Cruz y escribió varios libros, casi todos dedicados a la Virgen, además de multitud de epístolas, discursos y estudios.

En su honor se nombró la ciudad mexicana de “Payo Obispo” (160.000 habitantes). La ciudad fue cambiada de nombre a “Chetumal” en el siglo XX.

(5) Tras su regreso, el papa Inocencio XI emitió un escrito honorífico donde le autorizaba a entrar con capa arzobispal en cualquiera de las Iglesias de España. No obstante su fama, vivió en El Risco de forma humilde y austera. 

(6) Actualmente existen huellas del monasterio en varias edificaciones de Amavida. Sus antiguas campanas siguen tañendo en la iglesia de Villatoro. Allí se trasladaron la antigua y venerada imagen de la Virgen de las Angustias, junto con varias tallas y dos altares. El culto a esta imagen de la virgen se popularizó y llegó a lugares tan alejados como Sajambre, en la cordillera cantábrica. Según la tradición (que se repite en multitud de lugares) la imagen se encontró en una gruta, donde se construyó el convento. 

En la iglesia de Grajos se conserva la magnífica talla románica original de la Virgen de las Fuentes.

El museo del Prado alberga algunas pinturas originales del monasterio, como “La Virgen con el Niño” de Petrus Christus (1450).

(7) Falleció en 1.684 y fue sepultado junto al altar mayor de la iglesia del monasterio. Su memoria se perdió en España, pero no en América, donde se le reconoce como protagonista de una de las etapas más brillantes de la “Nueva España”. Al parecer, en la década de los cincuenta del pasado siglo XX, con el permiso de las autoridades españolas, una comisión de México efectuó una excavación para recuperar los restos de Fray Payo y darles sepultura en un templo mejicano.


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EL MONASTERIO


El primero data de 1504 y fue fundado por Francisco de Rivera. Se administró por los agustinos al menos desde 1564.

Se construyó en una zona elevada y bastante inhóspita, por ser el lugar donde según la tradición apareció una imagen de la Virgen en el s. XIV.



En las rocas sobre las que se apoya existen varias oquedades naturales donde se pueden observar marcas rupestres geométricas como cazoletas, hendiduras (una conocida como “la pisá” de la cabra), otra que podría interpretarse –con imaginación- como una cabra, además de varias cruces. Es probable que fuera un santuario rupestre cristianizado.

Llama la atención la magnífica torre de estilo herreriano construida con bloques de granito perfectamente tallados. 


Una inscripción sobre el campanario nos informa “Hízose siendo prior Hernando de Zaleta (?) en 1.776” (más de dos siglos después de las primeras construcciones). En su interior hay una escalera de caracol. De la misma fecha es una grabación que se conserva en una portada de un edificio particular en la localidad de Amavida que dice “Hízose siendo prior el padre maestr(?) presentado(?) Fr. Juan Ximenez año 1776. Santa María del Risco (...?)NCELO AUREO” (¿cambiaron de prior en ese año?).

La iglesia gótica original está muy deteriorada, no obstante, se puede ver parte del ábside, de capillas y un arco completo de medio punto en una de sus entradas. Se distinguen los restos del claustro y los potentes muros escalonados que separan las construcciones del monasterio, tanto las que estuvieron habitadas por los monjes como otras más modestas separadas del conjunto principal.

El monasterio fue lugar de oración, retiro y peregrinación, pero también fue un foco receptor de riqueza. Están documentadas sus posesiones a partir del siglo XVII, con propiedades agrícolas y ganaderas así como sus relaciones y pleitos con otros monasterios, con la Mesta, con los Duques de Alba y varios pleitos. Felipe II, en 1585 le otorgó la exención de pagos de montazgo.

Tras la desamortización en 1.844 las fincas del monasterio fueron vendidas. En el s. XX se tiraron paredes para sacar piedra y sufrió el vandalismo de gente sin el menor respeto ni conocimiento.



Forma parte de la lista roja de monumentos en peligro de ruina que elabora la asociación “Hispania Nostra”.


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El artículo sobre el que baso este post lo escribí en 2008 para acompañar la salida de senderismo que organizamos Carmen Castaño y yo. Estuvo en la página web de la Facendera hasta que se decidió la "modernización" de la página, lo que dio lugar a la desaparición de multitud de trabajos de los socios, entre los que se cuentan la mayoría de los que cito en la pestaña "Montaña". Es mi intención ir recuperando en este blog los que considero de mayor interés.



Para saber más:

- “Una Aproximación Histórica a dos Comunidades de Villa y Tierra Abulenses (La
Episcopal Bonilla y la Señorial Villatoro) Dámaso Barranco Moreno (ISBN 84-605-7978-6) 1997.
Ed. MARCAM. Ávila

- El Diario de Ávila , 9 de marzo de 2008, pg. 14. “La Leyenda de El Risco” . Mariano Serna.

- Revista Ávila Digital. Febrero 2008, pg. 22 “Monasterio de Nuestra Señora del Risco”. Isabel Martín.

- Varias web, destacando http://www.sanjuandelolmo.com/ apartado Historia, portal de Pedro Carpintero, que desafortunadamente no encuentro ahora. 












domingo, 18 de octubre de 2020

Oseja-Piedrashitas-Pica Ten-Pío-Oseja.2020-10

Continúa de "Caminos tradicionales de Sajambre".

Lunes 12. La jornada será intensa. Vamos a unir dos caminos históricos con la subida al pico que preside el valle de Sajambre. 

Comenzamos revisitando los hórreos de Oseja de Sajambre, joyas patrimoniales utilizadas para conservar recursos alimenticios, emblemas del territorio que no deben perderse. 

Tomamos el camino viejo de Valdeón, avanzando primero entre fresnos y nogales. Las lluvias de días anteriores y el paso de ganado han dejado el camino embarrado. Pasamos junto a praderías de altura y majadas bien acondicionadas, lo que demuestra que se utilizan. Desconozco si su buen estado tiene que ver con ayudas para mantener sus actividades tradicionales al estar incluido todo el valle dentro del Parque Nacional de los Picos de Europa.



Por primera vez durante estos días el azul es el fondo sobre el que se muestran laderas doradas de hojas otoñales. Los rayos de sol proyectan una luz tangencial que refuerza el relieve. Los blancos cantiles ahora se muestran anaranjados. Es como si se encendieran los focos del escenario.

Desde el camino, la Pica Ten se muestra como un altar que preside el valle, algo así como la cumbre tras el Machu Picchu. Según vayamos caminando su perfil cambiará y mostrará una ladera sur más accesible.

El camino avanza entre huecos excavados en contrafuertes rocosos y pasajes soportados en alguna ladera casi vertical por paredes artificiales bien conservadas. Es una muestra del esfuerzo que supuso su construcción y de su importancia histórica como comunicación con Valdeón. A medida que ganamos altura los robles van dejando paso al hayedo.

Nos acompaña durante toda la ascensión el fondo sonoro de la berrea de los ciervos, potente y amplificada por la forma semicircular de la montaña. Las cumbres de Ponga asoman en el horizonte antes de llegar al puerto de Panderruedas. Un corto camino nos deja en el armatoste hormigonado del mirador de Piedrahitas. La visibilidad es extraordinaria. Los macizos central y occidental de los picos de Europa se muestran sobre un precioso fondo otoñal. ¡Qué lugar! ¡Qué belleza! Prescindiendo del propio mirador, la visión desde allí es otro de los lugares que merecen ser visitados por todo el mundo aunque no se sea montañero. Torre Bermeja nos llama... así que iremos por allí lo antes posible.






Regresamos por el camino viejo de Valdeón hasta tomar la Senda del Arcediano, que seguimos hasta el collado donde se asciende a la Pica Ten. 

La subida a la Pica Ten es corta pero empinada. Se ha acondicionado recientemente una zona de descanso, un tramo con escalones de madera y unas cadenas que ayudan en la zona más escarpada. Una vez en la cumbre el panorama es soberbio. Una visión de 360 grados donde no hay nada que no merezca la pena. Desde los dorados bosques pasando por las cumbres hacia Ponga y Peña Santa y debajo, todo el valle de Sajambre, los pueblos y el tajo del desfiladero de los Beyos. ¡Qué decir! Es un mirador soberbio. Sólo recomendar su visita.





La tarde se va cubriendo de nubes. Seguimos la Senda del Arcediano hasta llegar al camino de Pío. Antes visitamos unos enormes robles centenarios, sin duda uno de los puntos clave del recorrido.




Cuando llegamos a Pío amenaza la lluvia y las primera gotas comienzan a caer justo cuando terminamos el recorrido en Oseja. 

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Los caminos que recorrimos fueron transitados durante siglos por los sajambriegos. Como comenté en el post anterior, el comercio de almagre llevó a los carreteros de Sajambre a grandes desplazamientos hacia el sur, que les llegaron a conectar con Ávila y Hoyocasero (junto al joven Alberche, en Gredos Oriental). Hoy voy a dar una nueva pincelada sobre este tema.

Como siempre ha ocurrido a lo largo de la historia, los viajes comerciales movían no sólo mercancías, sino también influencias culturales. Es el caso de la devoción en Sajambre a la virgen del Risco. El monasterio de Nuestra Señora del Risco está emplazado de forma espectacular en la Sierra de Ávila, sobre el valle de Amblés. Los carreteros de Sajambre conocieron este monasterio y de alguna manera trasladaron su culto con ellos. No deja de ser curioso considerando que hay 400 km entre ambos lugares. 

Sus características históricas y culturales y la de alguno de sus ocupantes, bien merecen un post, que escribiré próximamente. 

Algo similar ocurrió con la llamada virgen de la Cerca, cuya iglesia medieval se encuentra en Madrona, entre Ávila y Segovia, en uno de los trayectos del comercio de almagre.

La información precedente también la tomo del magnífico blog de Elena E. Rodríguez Díaz "Historia de Sajambre". Ojalá surgieran muchas más iniciativas con su información y rigor. 


Pincha en este enlace si deseas acceder a una colección de fotos de esta fantástica jornada

Aquí puedes enlazar con la ruta en Wikiloc (preciosa, pero dura, con 25,43 km y 1.406 m de desnivel).

viernes, 16 de octubre de 2020

Caminos tradicionales de Sajambre. 2020-10


Domingo 11. El recorrido en coche hacia Caín nos lleva más tiempo del previsto por la inevitables llamadas que nos hace el bosque. Vamos a hacer una vez más la senda del Cares. Valdeón es colindante con Sajambre, el tiempo iba a mantenerse más o menos estable sólo por la mañana y habíamos quedado en encontrarnos a mitad de camino del desfiladero con mi hija que salía desde Puente Poncebos. Luego les llevaríamos de regreso en coche, con más paradas en los miradores, como el del Tombo de Cordiñanes, de camino a Piedrasluengas y en el espectacular desfiladero de los Beyos.






Aquí puedes acceder a unas fotos de la jornada.

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Actualmente, el trayecto por Sajambre entre el Pontón y Cangas de Onís se hace en una hora, mientras que caminando o con una caballería cargada no se tardaba menos de cuatro días. Nos surge una duda durante el viaje ¿Cómo serían los caminos tradicionales anteriores a la carretera? Obviamente, las barreras montañosas y los estrechos desfiladeros complicaban el paso. 

La abundancia de bosques en las laderas y el verdor de praderías puede hacer pensar que Sajambre tiene un suelo fértil, pero no es así: es escaso y no permitía el cultivo de cereales, lo que obligaba a sus habitantes a buscar soluciones de supervivencia. 

La historia de la búsqueda de soluciones y la apertura de los caminos es fascinante. La mayor parte de la información la he encontrado y la resumo del blog “Historia de Sajambre” escrito por Elena E. Rodríguez Díaz, que presenta investigaciones documentadas de gran calidad.


Por la Senda del Arcediano en el tramo El Pontón-Oseja

Se tiene constancia de que la principal vía de comunicación era un antiguo camino Real que existía al menos desde el siglo XII, fecha en la que aparece citada una hospedería antes del puerto del Pontón. Conocemos su trazado porque en siglo XVII y comienzos del XVIII (durante casi 60 años) se remodeló a expensas de la fortuna y testamento del arcediano de la catedral de Oviedo, Pedro Díaz de Oseja. La que ahora conocemos como Senda del Arcediano tenía dos tramos diferenciados, El Pontón-Oseja, que permitía el paso de carros y Oseja-Soto-Collado de Beza-Amieva sólo apto para caballerías. Desde Amieva el camino real descendía junto al Dobra y enlazaba con Asturias.

Había otras sendas de caballerías y de paso de ganados, al menos hacia Panderruedas (Valdeón), el collado Beza (Amieva) y la collada de Valdemagán (La Uña). 


Oseja de Sajambre y el desfiladero de los Beyos.

Lo que es más sorprendente es que también se pasaba ¡por el desfiladero de los Beyos!. El llamado “camino del Beyo” existía en s. XVII, aunque tenía pasos muy estrechos y peligrosos. Se cita que el río Sella se cruzaba por puentes de madera. El relato conservado de un fraile dice que alguno de los puentes es una viga de madera atravesada con una elevación extraordinaria por la que solo se atreve a ir de rodillas. Este camino también se reparó con la dotación del Arcediano.

Hasta 1871 no se concluyó la carretera por los Beyos, ya con puentes de piedra.

Los viajes de carreteros y trajineros de Sajambre no eran una ocupación única. Todos las hacían compatibles con tareas ganaderas u otras, como los trabajos con madera (herramientas y material de construcción). Solían hacer dos viajes al año, en junio (San Juan) y septiembre (San Miguel).

Comerciaban llevando a la meseta productos propios como útiles de madera, manteca cocida, que fue muy apreciada y a veces carne. También productos que traían de Asturias, como sardinas y salmones en sal. De la meseta volvían con cereales y vino, además de aperos de hierro, sal, cerámica o telas. Con Asturias comerciaban con carne y compraban maíz, castañas, escanda. 

Un caso curioso es el del almagre u ocre natural, una arcilla con óxido de hierro que se usaba para teñir paños en los siglos XVII y XVIII. Se extraía en Labra, cerca de Cangas de Onís. Está documentada una relación de comercio de almagre entre 1659 y1679. Las mayores cargas se llevaron a la provincia de Palencia pero también se llevaron a Burgos, Segovia, Ávila (164 arrobas) y ¡Hoyocasero! (35 arrobas). Nunca hubiera sospechado que la producción de paños abulense iba a conectar con Sajambre.


En el blog que antes cité “Historia de Sajambre”, hay datos de interés que recomiendo a quienes deseen ampliar información sobre costumbres, economía de la zona, naturaleza, arquitectura y mucho más.



jueves, 15 de octubre de 2020

Oseja de Sajambre-Vegabaño-Soto-Oseja. 2020-10

El alto Sella se viste ya de otoño. Los colores de los bosques de Sajambre han superado nuestras expectativas en este puente de octubre.

Nos adaptamos a las previsiones meteorológicas y decidimos hacer recorridos por los bosques más que por las cumbres. Ha sido un auténtico acierto. Nos han acompañado los amarillos, marrones y rojos de robles, hayas, cerezos o helechos, los verdes de praderías, los rojos de los frutos de acebos o rosales silvestres. Hemos oído a placer la berrea de ciervos, trinos de aves y torrentes impetuosos. Hemos contemplado árboles singulares, enormes panoramas con y sin nubes en las cimas, el sol abriéndose paso entre hayedos, barrancos y ríos. Hemos seguido caminos históricos, junto a majadas y construcciones tradicionales.

El día 10, sábado, llegamos por el puerto del Pontón entre nubes y llovizna. En Oseja de Sajambre iniciamos el conocido recorrido de los pueblos del valle que sigue la Senda del Arcediano hacia Soto. Tras la ermita de San Roque nos entretenemos en la curiosa cueva del Buseco. Ya en el robledal, decidimos desviamos para subir a Vegabaño. La variedad de hongos que vemos no deja de sorprendernos.


En Vegabaño las nubes comienzan a levantarse y nos ofrecen la primera visión de conjunto del hayedo, pletórico de color.



Seguimos el precioso camino por el bosque. El sol va ganado fuerza e ilumina los farallones de Pica Beza, los bosques que tapizan la ladera Oeste del Jario y las cumbres que limitan con Ponga al fondo.



El viento levanta de las hayas bandadas de hojas doradas que flotan como mariposas ante nosotros. Tras la fría mañana, sentir el sol y contemplar este espectáculo otoñal es una explosión de alegría.


Bajamos hacia Soto de Sajambre. Llegamos junto al magnífico potro de herrar, el lavadero y la fuente. Aparte de varios hórreos y casas con galerías, el pueblo tiene patrimonio valioso, casi todo ligado al nombre del benefactor Félix de Martino.

El camino a Oseja, por bosque, sigue el trazado tradicional de la senda del Arcediano. En su conjunto, es un recorrido magnífico, especialmente cuando el tiempo no aconseja subir más alto.

Pincha en este enlace para ver una colección de fotos de este recorrido.

Pincha aquí si deseas acceder al track en wikiloc.


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