El domingo 6 salimos del apartamento de Nerín de madrugada con la idea de recorrer el cañón de Añisclo. En primer lugar vamos a Sercué. Hemos decidido que Carmen e Isabel bajen desde allí por el Portiello siguiendo el GR15. Yo seguiré con el coche hasta el aparcamiento de la Tella (en el cruce de la carretera Escalona-Fanlo con la que va hacia Buerba) y remontaré el cañón hasta que nos encontremos.
El acceso en coche hasta el aparcamiento de San Úrbez, comienzo del cañón, sólo se puede hacer si se viene desde Escalona. Es una pena y en mi opinión un absurdo que no se pueda acceder hasta San Úrbez desde la Tella. Me parece lógico que la carretera del desfiladero sea de un sólo sentido, pues es muy estrecha, pero el tramo de 1.600 m entre los dos aparcamientos ya no está encajonada entre paredes. Es idéntico a la continuación hacia Fanlo, que es de dos sentidos. El hecho de tener que dejar el coche allá arriba implica aumentar la distancia en 2.600 m (yendo por el atajo) y el desnivel en 100 m de subida y bajada. Si lo que se pretende es evitar las aglomeraciones de coches, que se haga como en la Pradera de Ordesa: un aparcamiento -que ya existe- en el acceso al pueblo de Vió y un autocar lanzadera que lleve a la gente hasta San Úrbez y viceversa.
La primera imagen del cañón son los estratos que forman un anticlinal en el Mondotó y los Sestrales enmarcando el bosque. En poco tiempo se alcanza el camino de Sercué. Ya los tres juntos seguimos río arriba sorprendiéndonos por la belleza del bosque, la variedad de árboles, las paredes enormes por todas partes. Paramos aquí y allá para recrearnos con las continuas cascadas y pozas.
Simplemente recorrer el cañón ya es un placer, pero nosotros queríamos algo más, así que en la Ripareta, giramos a la izquierda para remontar el barranco de la Pardina. El camino se endurece, pero la belleza continúa, con la visión de las gargantas desde lo alto, las paredes tapizadas de árboles, las oquedades, los tozales y fajas.
Un grupo de sarrios nos hace una demostración de agilidad antes de ganar la parte superior del barranco. Allí, seguimos el borde superior de Añisclo y ganamos la cumbre del Mondotó.
Al salir del barranco de la Pardina aparecen bruscamente las grandes cimas: el Cilindro de Marboré, Monte Perdido, el Soum de Ramond, la Punta de las Olas o las Tres Marías. Todo es abrumador. Las montañas parecen surgir de los prados alpinos. Los barrancos son como cortes hechos con cuchillo o rasgados por una fuerza descomunal. Sólo se intuyen los abismos entre las praderías superiores ocupadas por ganado a uno y otro lado de las cicatrices gigantes.
En el Mondotó, los precipicios se muestran y dejan a la vista los bosques situados casi mil metros por debajo. Los paisajes de montañas y valles parecen inabarcables. ¡Qué lugar! Lo único que puedo decir es animaros a que lo conozcáis.
Hacemos el descenso directamente hacia Nerín. Mañana iremos por otro camino hacia San Úrbez. No está mal el planteamiento: vamos a hacer una ruta circular de dos días descansando en un buen apartamento, al que llegamos con tiempo de ver los últimos rayos de sol proyectados en las montañas.
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En este track no se recoge la primera parte del recorrido hasta la Ripareta, confluencia con el Barranco de la Pardina, que es el camino normal, sin pérdida. De ese tramo hay que sumar aproximadamente 8 km, con 530 m de ascenso y 180 de descenso, con lo que queda un total de 22 km largos de longitud, 1.559 m de ascenso y 1.336 de descenso.
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