Hoyo Malillo es un ejemplo perfecto de erosión glaciar: Tiene una marcada forma “en U” y las paredes en su lado izquierdo, talladas por el hielo, enmarcan la salida de un recuenco formado entre la cumbre de Talamanca al fondo, las cresterías de los Asperones a un lado y las laderas de la Ceja al otro. Aparentemente, no hay ningún acceso sencillo; por todas partes hay barreras, más o menos complicadas, pero que son imposibles para el ganado.
No obstante, la curiosidad e imaginación de los pastores y ganaderos encontró una forma de llegar hasta los prados del interior de la garganta, que se mantenían frescos mientras duraba el buen tiempo.
El Prado llamado "Barquillo de la Laguna"
Es evidente que la zona fue muy conocida y explotada en su momento, porque a partir de allí, entre los 1600 y 1900 m de altitud, los restos de construcciones, chozos, camino empedrado, paredes y encerraderos se multiplican. Los arroyos riegan buenos prados que –casi con seguridad- fueron ganados artificialmente a través de los siglos a escobas y piornos. Allí pastan aún las avileñas.
Seguimos la senda marcada con hitos que nos lleva hacia el interior de la garganta de Solana. Debajo, aparece la Laguna del Duque, que había estado cubierta por las nubes bajas hasta ese momento.
La morfología del terreno -una falla geológica- deja un pasillo verde, situado entre los grandes canchales que caen hacia el arroyo Malillo. Las paredes laterales se vuelven cada vez más verticales.
En un ligero descenso se atraviesan algunos tramos en los que el ganado podría haber tenido cierta dificultad. Se ven algunas piedras colocadas, pero la senda se desdibuja. Llegamos a un gran derrumbe. Intuimos que el camino original pasaba bajo la enorme acumulación de piedras. Ahora los hitos guían hacia abajo, en zig-zag para llegar al camino normal del arroyo, evitando la zona de trepada del acceso por la laguna del Duque. En la imagen que sigue, la senda en línea continua y en línea de puntos el posible recorrido original, pasando por el derrumbe.
Continuamos la excursión con el ascenso hasta la pequeña Laguna Negra, situada bajo los escarpes del Canchal del Turmal. Hacemos una subida bastante directa, entretenida y muy espectacular, aprovechando también un pasillo horizontal elevado y echando las manos de vez en cuando. Nos llama la atención la concentración de Gentiana lutea que nos pide a gritos volver por allí a verlo cuando esté en floración.
En otra foto vemos el abedular relicto del final de la garganta del Trampal, que está en su peor momento desde que lo conozco, con árboles tronchados y seguramente enfermos. Desafortunadamente yo diría que está casi perdido.
Otra de las imágenes del día son los crocus, abundantes y grandes, que surgen por todas partes y dan un toque de color.