Todas las personas a quienes le guste el esquí deberían ir a Dolomitas al menos una vez en la vida. Los alojamientos y el viaje no son baratos, pero la experiencia de esquí compensa con mucho. No es sólo la calidad de la nieve o los magníficos remontes sino el hecho de poder esquiar durante decenas de kilómetros entre montañas, bosques y valles formidables sin repetir pistas, salvo que hayas gozado tanto de un descenso que quieras volver a disfrutarlo.
Los Alpes Dolomitas están formados por macizos casi independientes separados por profundos valles. Se comunican por carreteras muy viradas a través de puertos o "passos" muy altos que en invierno suelen tener problemas debido a la nieve.
En el dominio esquiable "Dolomiti Superski" hay 12 estaciones intercomunicadas. Se puede acceder con un único forfait a 450 remontes en una superficie de 500 km2 y 1.200 km de pistas. Obviamente no se puede recorrer todo en una semana.
Nosotros elegimos Alta Badia, una de las estaciones situada en el circuito de la Sellaronda. Desde nuestra base de Corvara esquiamos durante seis días por las estaciones que rodean el pico Sella. Es un tiempo suficiente para tener una visión amplia de la zona siempre y cuando las condiciones meteorológicas sean favorables.
El primer día de esquí (lunes 9 de enero) apareció nuboso y nevando, aunque con visibilidad suficiente para ver el paisaje cuando las nubes abrían claros. Desde el primer momento percibimos el buen trabajo que se hacía por las máquinas que trabajan de noche: aunque no se percibía el relieve con total nitidez, era fácil esquiar. Alta Badía tiene algunas pistas que bajan bastante, así que aprovechamos sobre todo para conocer las pistas que bajan entre las coníferas. Recomendación especial: la pista 11 desde Pralongiá o desde Piz Sorega hasta San Cassiano.
El martes tomamos como objetivo la Marmolada, la mayor altura de Dolomitas. La cumbre tienen 3.343 m de altura en la Punta Pennia, si bien el acceso por teleféricos llega hasta la Punta Rocca a 3.309 m. Desde Corvara atravesamos al valle de Arabba y bajamos por una pista fantástica desde los passos Padon y Fedaia hasta la localidad de Malga Ciapela (1446 m). Allí tomamos los tres teleféricos que nos hacen ganar casi 1.900 m. En la cumbre hace bastante viento y frío: no podemos recrearnos mucho. El descenso se hace primero sobre el glaciar (el hielo bajo la nieve sólo se ve cuando se han descendido unos cientos de metros) y tras esquiar protegidos del viento y en un ambiente de alta montaña formidable se llega de nuevo al Passo Fedaia. Seguimos para tomar un remonte intermedio de regreso antes de Malga Ciapella. Los dos recorridos son muy largos y preciosos. Absolutamente recomendables.
Aquí puedes ver una colección de fotos correspondientes a las jornadas en Alta Badia, Marmolada y Arabba.
Sólo como curiosidad, el martes el GPS del teléfono marcó 64 km, el miércoles 70 km y el jueves 65 km.
El viernes vamos hacia Lagazuoi y Cinque Torri (en el mapa del enlace la zona a la izquierda y también la zona izquierda inferiro en el mapa de Alta Badía). Primero hay que llegar a Armentarola. Allí se coge una furgoneta que a razón de 7 € por cabeza nos deja en el Passo Falzarego. Un teleférico nos lleva hasta la cumbre del Lagazuoi, que conocí en el verano de 2011 (desde allí se toma una galería excavada en la I Guerra Mundial hasta la Cengia Martini y la base del Lagazuoi). Las vistas sobre las Tofanas, Misurina, Antelao, Pelmo o Civetta son fantásticas.
Hacemos un primer descenso por la pista 2 que cae en picado antes de seguir el itinerario marcado como "Super 8". Nos recreamos en las Cinque Torri y en la portilla de Averau-Nuvolau recordando nuestra excursión de 2019. Volvemos al Lagazuoi para emprender la bajada hacia Armentarola. Es una pista muy larga, fabulosa, en un ambiente alpino único, con cambios, sorpresas geológicas, una zona de cascadas de hielo y siempre rodeados de montañas espectaculares. Cuando acaba la pendiente tomamos un arrastre de caballos. Es un poco turistada. Un trineo tirado por caballos percherones arrastra a varias decenas de personas que se sujetan con una cuerda. Cuesta 3 €, lo mismo que la furgoneta. No está bien resuelto el final porque hay que remar bastante para llegar de nuevo a Armentarola. La próxima vez, volveré en la furgoneta.
Terminamos la jornada subiendo por el remonte "Piz Boé" (que viene a ser la puerta de entrada habitual) hacia el telesilla Vallon. Desde allí el panorama es de una gran belleza y el descenso por la pista negra, muy recomendable.
El sábado 14 nos despedimos exprimiendo la estación de Alta Badía y bajando a La Villa por una pista emblemática: "Gran Risa". Al parecer su origen está en una canal que usaban los leñadores para deslizar los troncos de los abetos hacia el valle. Es una de las habituales en el circuito de la copa del mundo de esquí. Baja por el bosque y tiene en algunos puntos pendientes fuertes, que en su máximo llegan al 69%. Es negra. A pesar de eso es de gran belleza y merece la pena ser bajada.
Completamos el día en la zona de Colfosco, próxima a Corvara. Son tres descensos variados (azul, roja y negra) y los tres son muy bonitos. Las vistas desde Forcelles y Col Pradat son formidables.
Datos prácticos:
Volamos desde Barajas a Munich. Aunque parezca que está más lejos que los aeropuertos italianos del norte, la carretera es mejor y no hay que atravesar puertos de montaña que pueden estar complicados o cerrados.
En Munich nos esperaba una furgoneta para hacer el transfer hasta Corvara in Badia. Son cuatro horas de viaje a buena velocidad. Es más interesante esta opción que alquilar un coche que estaría parado durante una semana.
Nos alojamos en un hotel de Corvara, el Greif, en la estación de Alta Badia. No estaba junto a las pistas, pero tenía un servicio de transporte que tardaba unos tres minutos en hacer el trayecto. Íbamos con media pensión, extraordinaria en calidad y cantidad. Tras esquiar, teníamos una piscina con dos partes, una interior y otra exterior. El primer día estábamos en el agua caliente mientras nevaba sobre nosotros. En el hotel hay una habitación climatizada para dejar las botas, de forma que por la mañana nos las poníamos secas y calentitas. Una gozada.
Cuando llegamos, recogimos los forfaits Dolomiti Skipass para los seis días en todo el dominio esquiable y alquilamos tablas en una tienda situada en la estación inferior del teleférico de Boè. Podríamos haber venido con ellas, pero no queríamos complicarnos, pues los equipajes para 8 días ya abultaban bastante. Esta tienda tiene la ventaja de que recogíamos los esquís por la mañana y los dejábamos por la tarde, de forma que nunca teníamos que cargar con ellos. Además, si había que hacer alguna regulación, o alquilar otra cosa (yo tuve que alquilar botas los dos días finales) no se perdía nada de tiempo.
Llevábamos un seguro de esquí y asistencia en viaje con Arag que incluía de todo. También la posible cancelación.
En otro orden, como consejos, merece la pena madrugar. Las estaciones abren a las 8,30 h y los remontes cierran (en esta época del año) entre las 4,30 y las 5. La nieve está formidable a primera hora y los recorridos largos requieren espabilarse para no quedarse tirado a kilómetros del hotel.
Las pistas que he subrayado son las que me han hecho disfrutar más por uno u otro motivo, pero en realidad, casi todas son magníficas.
En esta ocasión hemos preferido que nos organizara el viaje una agencia, "Evassion", que ha cumplido de forma profesional y rigurosa. Nos explicaron todo con antelación y nos aconsejaron las zonas de esquí para seis días. Como decía al comienzo, no es barato, pero las preocuaciones han sido cero. Merece la pena darse el lujo. Es una experiencia para recordar toda la vida.
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