Continúa de "Dolomitas 2019. 2, Catinaccio y Macizo Pala de San Martino"
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El día 28 vamos a rodear las Tres Cimas de Lavaredo y a hacer la ferrata del monte Paterno y el sentiero attrezzato Luca-Innekoffler. El apartamento que hemos reservado está en el lago de Misurina, uno de los entornos más bonitos que se puedan imaginar para alojarse. Las ventanas dan sobre el lago, las Tres Cimas y los Cadini. A la derecha vemos el macizo del Sorapiss. Todo está a un tiro de piedra.
En pocos minutos estamos en la base de partida, el refugio Auronzo, tras pagar el peaje (30 euros por coche).
A pesar de ser uno de los destinos senderistas más frecuentados, la excursión merece mucho la pena. La mayoría de la gente va directamente desde el refugio Auronzo al Locatelli, desde donde se contempla la más conocida imagen de las Tres Cimas. El sendero que las circunvala, en comparación, está casi vacío de gente. Por supuesto ese es el que tomamos.
En el refugio nos separamos. Unos vamos hacia el monte Paterno y otras regresan utilizando un sendero elevado por el que tampoco va demasiada gente.
Cuando estuvimos la primera vez, en el 2011, nadie se animó a subir conmigo; las nubes parecía que iban a impedir cualquier vista. No estoy seguro de que la decisión de subir fuera la más sensata, pero... no me iba a quedar con las ganas, así que hice la ferrata yo solo y tuve el placer de no encontrarme con nadie hasta que no descendía ya casi junto a las Tres Cimas. Vista la popularidad que tiene esta ferrata, aquello fue casi un milagro. El entorno -más aún cuando se está sólo y rodeado de nubes- es espectacular y a la vez sobrecogedor. Tras una corta espera en la cumbre mi atrevimiento tuvo su recompensa; las nubes abrieron huecos que me permitieron disfrutar de las vistas bajo mis pies. Las Tres Cimas aparecían de forma intermitente.
La subida se hace a través de una sucesión de túneles, pasillos tallados en las paredes y una trepada asegurada sin gran dificultad. Ahora las cosas son diferentes. Hay colas de gente para subir y bajar. Varias imágenes recuerdan a la famosa foto del atasco en la arista cimera del Everest.
Por suerte, hay varios grupos que van con gente de niveles variados y nos dejan pasar, lo que hacemos con decisión. El atasco está en los primeros tramos; una vez superada la multitud, la cosa es radicalmente diferente.
Disfrutamos de la ascensión y de la cumbre, que es realmente atractiva. Desde allí vemos parte del sendero Luca-Innerkofler que sigue en dirección hacia el valle de Sesto, el lado contrario al que debemos tomar para atravesar el Paterno. Tiene una pinta estupenda, así que por unanimidad del grupo, lo seguiremos hasta que comienza a perder altura.
Es un tramo increíble. Aparte de los restos de fortificaciones de la Gran Guerra, pasa junto a crestas pináculos y formaciones asombrosas, por puentes y travesías sobre abismos y además ¡no hay nadie! Es difícil de creer que todo el mundo quiera subir al Paterno y que tan poca gente venga por este sendero, que para nosotros es mucho más bonito. Lector, si vas al Paterno, no dejes de recorrerlo.
El tramo de salida hacia las Tres Cimas tampoco tiene gente. Parece que todos suben y bajan por el lado del Locatelli ¡no saben lo que se pierden! El sendero pasa de uno a otro lado de la montaña por huecos tallados, túneles y algunos tramos equipados, dando vistas a emplazamientos soberbios.
El contraste cuando llegamos al abarrotado camino principal es difícil de creer y aún así ¡qué belleza de lugar!
En este enlace puedes acceder a una colección de fotos de la jornada.
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Continúa en "Dolomitas 2019. 4, Sorapiss y Cadini de Misurina"
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El día 28 vamos a rodear las Tres Cimas de Lavaredo y a hacer la ferrata del monte Paterno y el sentiero attrezzato Luca-Innekoffler. El apartamento que hemos reservado está en el lago de Misurina, uno de los entornos más bonitos que se puedan imaginar para alojarse. Las ventanas dan sobre el lago, las Tres Cimas y los Cadini. A la derecha vemos el macizo del Sorapiss. Todo está a un tiro de piedra.
En pocos minutos estamos en la base de partida, el refugio Auronzo, tras pagar el peaje (30 euros por coche).
A pesar de ser uno de los destinos senderistas más frecuentados, la excursión merece mucho la pena. La mayoría de la gente va directamente desde el refugio Auronzo al Locatelli, desde donde se contempla la más conocida imagen de las Tres Cimas. El sendero que las circunvala, en comparación, está casi vacío de gente. Por supuesto ese es el que tomamos.
En el refugio nos separamos. Unos vamos hacia el monte Paterno y otras regresan utilizando un sendero elevado por el que tampoco va demasiada gente.
Cuando estuvimos la primera vez, en el 2011, nadie se animó a subir conmigo; las nubes parecía que iban a impedir cualquier vista. No estoy seguro de que la decisión de subir fuera la más sensata, pero... no me iba a quedar con las ganas, así que hice la ferrata yo solo y tuve el placer de no encontrarme con nadie hasta que no descendía ya casi junto a las Tres Cimas. Vista la popularidad que tiene esta ferrata, aquello fue casi un milagro. El entorno -más aún cuando se está sólo y rodeado de nubes- es espectacular y a la vez sobrecogedor. Tras una corta espera en la cumbre mi atrevimiento tuvo su recompensa; las nubes abrieron huecos que me permitieron disfrutar de las vistas bajo mis pies. Las Tres Cimas aparecían de forma intermitente.
La subida se hace a través de una sucesión de túneles, pasillos tallados en las paredes y una trepada asegurada sin gran dificultad. Ahora las cosas son diferentes. Hay colas de gente para subir y bajar. Varias imágenes recuerdan a la famosa foto del atasco en la arista cimera del Everest.
Por suerte, hay varios grupos que van con gente de niveles variados y nos dejan pasar, lo que hacemos con decisión. El atasco está en los primeros tramos; una vez superada la multitud, la cosa es radicalmente diferente.
Disfrutamos de la ascensión y de la cumbre, que es realmente atractiva. Desde allí vemos parte del sendero Luca-Innerkofler que sigue en dirección hacia el valle de Sesto, el lado contrario al que debemos tomar para atravesar el Paterno. Tiene una pinta estupenda, así que por unanimidad del grupo, lo seguiremos hasta que comienza a perder altura.
Es un tramo increíble. Aparte de los restos de fortificaciones de la Gran Guerra, pasa junto a crestas pináculos y formaciones asombrosas, por puentes y travesías sobre abismos y además ¡no hay nadie! Es difícil de creer que todo el mundo quiera subir al Paterno y que tan poca gente venga por este sendero, que para nosotros es mucho más bonito. Lector, si vas al Paterno, no dejes de recorrerlo.
El tramo de salida hacia las Tres Cimas tampoco tiene gente. Parece que todos suben y bajan por el lado del Locatelli ¡no saben lo que se pierden! El sendero pasa de uno a otro lado de la montaña por huecos tallados, túneles y algunos tramos equipados, dando vistas a emplazamientos soberbios.
El contraste cuando llegamos al abarrotado camino principal es difícil de creer y aún así ¡qué belleza de lugar!
En este enlace puedes acceder a una colección de fotos de la jornada.
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