lunes, 9 de noviembre de 2020

Faedo de Ciñera y cresta del Sadornal

El Faedo de Ciñera es uno de esos lugares que hay que conocer, si o si, y volver a pasear cuando se tiene la oportunidad.


Se trata de un lugar muy conocido y concurrido. Algo así como el Cares de los hayedos, tanto por su belleza como por la cantidad de gente que lo visita.

Aunque no madrugamos en exceso, pues las previsiones meteorológicas eran regulares, resultó suficiente, pues estuvimos prácticamente solos. Nada que ver con lo que percibimos desde la cresta superior a media mañana.

Desde el pueblo de Ciñera se comienza a caminar. La pista lleva a una evocadora zona musealizada situada a la entrada de una antigua mina. Dejamos la pista y cruzamos el arroyo Villar por un puente reforzado con cerchas metálicas como una galería minera. El bosque comienza allí mismo.



Continuamos despacio, disfrutando de cada momento, boquiabiertos por la belleza del hayedo. El camino está acondicionado con pasarelas de madera, lo que parece imprescindible para que la presión de los muchos visitantes afecte al bosque lo menos posible.
 






Tras recrearnos sin prisas, llegamos al corto y espectacular desfiladero, también equipado con pasarelas. Al parecer este era un camino recorrido tradicionalmente por mineros que venían desde Villar del Puerto y Vegacervera. En el desfiladero, que se cruzaba por maderas, hubo un desprendimiento de nieve que sepultó a varios de ellos.


A partir de allí la senda se inclina. Es una parte resbaladiza al menos cuando hay humedad, como es el caso este día. En mi opinión, quien no tenga calzado o experiencia suficiente, mejor que no suba.

Cruzamos hacia la izquierda del arroyo y ganamos altura hacia el monte situado a la izquierda, sobre la vertical del desfiladero. Allí tenemos las primeras vistas panorámicas de los bosques hacia el sur y de la falla por donde se precipita el arroyo de la Ciñera.


Ganamos la cresta de la sierra del Sadornal y seguimos la cuerda, la mayor parte del tiempo sobre la misma cresta. Las vistas son espectaculares, por los colores otoñales, las montañas circundantes, los estratos cortados por la carretera La Vid - Villar del Puerto y también... por la huella humana. 



Sobre el valle de Ciñera destaca la enorme cicatriz de la "Corta Pastora", las minas de carbón a cielo abierto de Santa Lucía. La extensión del gigantesco boquete sobrecoge. Tanto como el contraste con la belleza de los bosques contiguos. 

La mayor parte de la explotación está abandonada. Hace menos de un año el agua que se acumuló tras un periodo de lluvias desbordó las antiguas balsas y contenciones e inundó La Pola de Gordón con aguas negras y restos de carbón. Las empresas que explotaron la mina durante décadas, quebraron sin acometer las obras de restauración (si es que eso es posible) y de seguridad. El paisaje desgarrado ha quedado expuesto a la erosión. La patata caliente la tienen ahora las administraciones que tendrán que gastar cantidades enormes de recursos para evitar un desastre. Pero estos gastos deberían haber sido provisionados por las empresas; parece que nadie lo tuvo en cuenta a la hora de considerar la rentabilidad de la explotación. No se puede admitir que los beneficios sean para las empresas y una parte (enorme) de los gastos asociados lo paguemos todos mediante nuestros impuestos.

Viene a ser algo similar -bajo mi punto de vista- a lo que ocurre con algunas estaciones de esquí, urbanizaciones e industrias. Son ruinosas, pero crecen cada vez más, como una huída hacia adelante. Mientras se construye, hay subvenciones, trabajo y ganancias, pero llegado el momento en el que el gasto es insostenible los empresarios se lavan las manos y dejan el marrón a quien vengan detrás. 

Es imprescindible una gestión del territorio que tenga en cuenta todas las fases del proceso de producción y obligue a las empresas a disponer -y depositar- previamente los gastos que suponga la restauración de la naturaleza. Y por supuesto, que cualquier tipo de modificación medioambiental cumpla con todos los requisitos de información, justificación y control para ser permitida.



Seguimos la cuerda de la sierra del Sadornal. Nos llama la atención la diferencia de vegetación tan brusca en la cresta. Hacia el sur, encinas y al norte, hayas. La senda sigue serpenteando hasta el final para bajar bruscamente de regreso a Ciñera.



En este enlace puedes acceder a una colección más completa de fotos.

En este otro enlace puedes acceder al track de la ruta en Wikiloc.

Ese mismo día, cuando acabamos este recorrido, fuimos a Paradilla, cerca de Geras de Gordón. La carretera de acceso no permite el cruce de dos coches salvo en las curvas. El problema se solucionaría si se dotara de apartaderos para cruzarse, como hay en muchas carreteras de Escocia o Irlanda, por ejemplo. Esta solución se usa en carreteras con tráfico, y no sólo para acceder a lugares poco poblados.  

Desde la iglesia del pueblo hay un panorama impresionante.

Más tarde hicimos un recorrido por uno de los hayedos de la ruta "Puertos de Verano".



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