Hoy voy a tratar un tema espinoso, pero este es mi blog personal, sólo me representa a mí mismo, así que no voy a cortarme en dar mi opinión aunque haya a quien no le guste.
Se acerca un puente, así que ¿qué toca? pues huelga de RENFE. Hay varios días alternos de huelga y luego paros por horas, vamos, que hay saber álgebra si queremos viajar y no perder el día. No me queda más remedio que pensar que algunos sindicatos carecen de imaginación para defender sus reivindicaciones sin dañar a los usuarios ¿Así están apoyando sus puestos de trabajo? En mi opinión, no.
La huelga era en su origen un medio de presión utilizado para detener la producción en las fábricas y demostrar así a sus dueños que podían provocarle pérdidas. Una vez finalizada, las empresas recuperaban la producción, lo cual era bueno para el empresario, que volvía a tener beneficios económicos y para los trabajadores, que mantenían sus trabajos.
Una huelga en un servicio público provoca pérdidas, sin duda, y hace que la noticia salga en los medios de comunicación. A cambio, genera daños a los usuarios y falta de confianza que se traduce en que nos olvidemos de utilizar servicios que nos pueden dejar colgados a la mínima que un sindicato (pongamos por ejemplo el sindicato de arzobispos) lo decida. ¿A qué llevará esto: a la pérdida de puestos de trabajo. Además, casi siempre, las huelgas en sectores públicos como el transporte no consiguen la solidaridad de otros trabajadores, sino todo lo contrario; repercuten sobre ellos más que sobre los gestores.
Tampoco se puede interpretar que los trabajadores y ciudadanos debamos cargar con lo que nos cuelguen: a veces son inevitables. Los gestores públicos contribuyen casi siempre a provocar conflictos que culminan en huelgas, aunque conocen su coste social, pero prefieren que haya conflictos con tal de imponer sus criterios o -peor aún, como está pasando con la educación- su ideología. Suya es la principal responsabilidad de evitarlas y como estamos viendo no lo hacen, aunque tengan la certeza de que impondrán leyes como la Wert que será "la Ley breve".
Se acerca un puente, así que ¿qué toca? pues huelga de RENFE. Hay varios días alternos de huelga y luego paros por horas, vamos, que hay saber álgebra si queremos viajar y no perder el día. No me queda más remedio que pensar que algunos sindicatos carecen de imaginación para defender sus reivindicaciones sin dañar a los usuarios ¿Así están apoyando sus puestos de trabajo? En mi opinión, no.
La huelga era en su origen un medio de presión utilizado para detener la producción en las fábricas y demostrar así a sus dueños que podían provocarle pérdidas. Una vez finalizada, las empresas recuperaban la producción, lo cual era bueno para el empresario, que volvía a tener beneficios económicos y para los trabajadores, que mantenían sus trabajos.
Una huelga en un servicio público provoca pérdidas, sin duda, y hace que la noticia salga en los medios de comunicación. A cambio, genera daños a los usuarios y falta de confianza que se traduce en que nos olvidemos de utilizar servicios que nos pueden dejar colgados a la mínima que un sindicato (pongamos por ejemplo el sindicato de arzobispos) lo decida. ¿A qué llevará esto: a la pérdida de puestos de trabajo. Además, casi siempre, las huelgas en sectores públicos como el transporte no consiguen la solidaridad de otros trabajadores, sino todo lo contrario; repercuten sobre ellos más que sobre los gestores.
Tenemos casos recientes, como las huelgas de metro o autobuses, de pilotos de aviación, aeropuertos u otras de ferrocarril, siempre coincidentes con los periodos de mayor movimiento de personas. Después de provocar enormes pérdidas de tiempo y de dinero, costes humanos y sociales y falta de confianza de sectores como el turismo (del que dependemos casi en exclusiva aunque nos pese) al final siempre se ha llegado a acuerdos. ¿Es que nadie, ni trabajadores ni gestores-empresarios va a aprender de los errores anteriores para evitarnos pasar por esos tragos? ¿Acaso sigue estando el horno para bollos?
Tampoco se puede interpretar que los trabajadores y ciudadanos debamos cargar con lo que nos cuelguen: a veces son inevitables. Los gestores públicos contribuyen casi siempre a provocar conflictos que culminan en huelgas, aunque conocen su coste social, pero prefieren que haya conflictos con tal de imponer sus criterios o -peor aún, como está pasando con la educación- su ideología. Suya es la principal responsabilidad de evitarlas y como estamos viendo no lo hacen, aunque tengan la certeza de que impondrán leyes como la Wert que será "la Ley breve".
En mi opinión, el uso del derecho constitucional de huelga sigue teniendo vigencia fundamentalmente cuando se utiliza en industrias o empresas que con ella dejan de ganar dinero y cuando los problemas se vuelven irresolubles tras agotar hasta el final cualquier otra posibilidad de negociación, pero siempre deben ser el último recurso y la Sociedad debe saber que así ha sido. Es la única forma en la cual, como ciudadanos, podemos comprender los motivos y apoyarlos (o no, pero al menos conocerlos).
Quienes utilizan la huelga de forma habitual como un medio más de presión, o bien sabiendo que piden imposibles o bien provocando con una gestión manifiestamente injusta o retrógrada, están actuando en contra de la Sociedad. Por favor, un poco más de imaginación con las protestas, un poco más pensar en el bien público (y en el de los propios trabajadores).
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