Probablemente sean unas 350 las personas muertas en el naufragio de una barcaza que pretendía llegar a la isla italiana de Lampedusa. En la barcaza hundida viajaban 500 y sólo se ha rescatado a 150 con vida. Al parecer varios pesqueros vieron el naufragio y no ayudaron en el salvamento.
¡Qué horror! ¡Qué vergüenza!
Estas personas que tratan de llegar a Europa son conscientes de que arriesgan su vida en el intento; lo hacen sabiendo que tienen que gastar todos sus ahorros e incluso los de sus familias; se ponen en manos de mafiosos que trafican con ellos como mercancías, atraviesan desiertos, enormes distancias, el mar ... y mueren a miles; ni siquiera se sabe con certeza cuántos mueren, sólo en el canal de Sicilia, en los últimos 25 años, más de 8.000 y -según datos del último congreso internacional sobre migraciones, celebrado en Bilbao, posiblemente 20.000 que trataban de llegar a Canarias y España. Son los mejores, o al menos los más resueltos y fuertes. Dejan su tierra no por capricho, ni porque quieran quitar el trabajo a nadie, sino porque tienen que irse a la desesperada para sobrevivir. Llegan y sobreviven como pueden en Europa, que está mal, pero es un paraíso en comparación con sus lugares de origen.
No podemos olvidar que hace unos años éramos los españoles quienes íbamos en masa a Europa: cada vez que voy en verano a Fuenteguinaldo lo recuerdo, al ver a los familiares que vienen a pasar las fiestas, en este caso de Francia (eran bastante gregarios), en otros casos de Alemania u otros lugares. Incluso ahora mismo nuestros hijos tienen que buscarse la vida fuera de España ante la falta de perspectivas que aquí tenemos. Sabiendo esto ¿nos permitimos mirar mal a los inmigrantes?
Sólo enriqueciendo a los habitantes de los países pobres, facilitándoles ¡ al menos poder vivir ! se limitaría esta tragedia.
Es muy difícil solucionar el problema de la emigración. En mi opinión, un paso para hacerlo sería crear la conciencia internacional que forzase un gran acuerdo por el cual la riqueza que poseen revirtiera en sus habitantes. En la actualidad, los recursos naturales de muchos países están en manos de empresas multinacionales o naciones ajenas que buscan llenarse los bolsillos esquilmándolos en una forma de nueva esclavitud que busca perpetuarse para aumentar la riqueza de las naciones explotadoras en detrimento de las explotadas. La Comunidad Internacional no debería permitirlo. Cada uno de los estados debe poder sacar provecho de sus recurso de forma responsable y sostenible. Y no sólo se trata de los recursos naturales como pesca, minerales o madera sino también de naturaleza salvaje, paisaje o las tradiciones. La paz y la seguridad también llevarían el turismo.
También mantiene la pobreza la actual explotación política por parte de dictadores propios o ajenos. En ocasiones, unas pocas familias viven en la opulencia mientras el resto de la población muere de hambre. Si se consiguiera imposibilitar los regímenes de terror impuestos por dictadores, ideologías o religiones para quienes la vida humana no significa nada (al menos "en esta tierra") e implantar regímenes democráticos, se extenderían la educación, la sanidad, la justicia, etc. Los dictadores deben responder de sus crímenes ante tribunales internacionales y saldar sus deudas devolviendo las riquezas negadas a sus pueblos. La iniciativa de pedir la renuncia al veto en la ONU en casos de crímenes masivos va en la buena dirección.
La humanidad debería de ser la única nación. En mi opinión, la verdadera Justicia se acercará el día que no existan las fronteras y nadie se considere superior a otro por el lugar donde haya nacido, su raza, sexo u opinión. Qué tristeza que haya quien pretenda crear más fronteras en lugar de eliminar las actuales.
¿Se te ocurren otras ideas?
¡Qué horror! ¡Qué vergüenza!
Estas personas que tratan de llegar a Europa son conscientes de que arriesgan su vida en el intento; lo hacen sabiendo que tienen que gastar todos sus ahorros e incluso los de sus familias; se ponen en manos de mafiosos que trafican con ellos como mercancías, atraviesan desiertos, enormes distancias, el mar ... y mueren a miles; ni siquiera se sabe con certeza cuántos mueren, sólo en el canal de Sicilia, en los últimos 25 años, más de 8.000 y -según datos del último congreso internacional sobre migraciones, celebrado en Bilbao, posiblemente 20.000 que trataban de llegar a Canarias y España. Son los mejores, o al menos los más resueltos y fuertes. Dejan su tierra no por capricho, ni porque quieran quitar el trabajo a nadie, sino porque tienen que irse a la desesperada para sobrevivir. Llegan y sobreviven como pueden en Europa, que está mal, pero es un paraíso en comparación con sus lugares de origen.
No podemos olvidar que hace unos años éramos los españoles quienes íbamos en masa a Europa: cada vez que voy en verano a Fuenteguinaldo lo recuerdo, al ver a los familiares que vienen a pasar las fiestas, en este caso de Francia (eran bastante gregarios), en otros casos de Alemania u otros lugares. Incluso ahora mismo nuestros hijos tienen que buscarse la vida fuera de España ante la falta de perspectivas que aquí tenemos. Sabiendo esto ¿nos permitimos mirar mal a los inmigrantes?
Sólo enriqueciendo a los habitantes de los países pobres, facilitándoles ¡ al menos poder vivir ! se limitaría esta tragedia.
Es muy difícil solucionar el problema de la emigración. En mi opinión, un paso para hacerlo sería crear la conciencia internacional que forzase un gran acuerdo por el cual la riqueza que poseen revirtiera en sus habitantes. En la actualidad, los recursos naturales de muchos países están en manos de empresas multinacionales o naciones ajenas que buscan llenarse los bolsillos esquilmándolos en una forma de nueva esclavitud que busca perpetuarse para aumentar la riqueza de las naciones explotadoras en detrimento de las explotadas. La Comunidad Internacional no debería permitirlo. Cada uno de los estados debe poder sacar provecho de sus recurso de forma responsable y sostenible. Y no sólo se trata de los recursos naturales como pesca, minerales o madera sino también de naturaleza salvaje, paisaje o las tradiciones. La paz y la seguridad también llevarían el turismo.
También mantiene la pobreza la actual explotación política por parte de dictadores propios o ajenos. En ocasiones, unas pocas familias viven en la opulencia mientras el resto de la población muere de hambre. Si se consiguiera imposibilitar los regímenes de terror impuestos por dictadores, ideologías o religiones para quienes la vida humana no significa nada (al menos "en esta tierra") e implantar regímenes democráticos, se extenderían la educación, la sanidad, la justicia, etc. Los dictadores deben responder de sus crímenes ante tribunales internacionales y saldar sus deudas devolviendo las riquezas negadas a sus pueblos. La iniciativa de pedir la renuncia al veto en la ONU en casos de crímenes masivos va en la buena dirección.
La humanidad debería de ser la única nación. En mi opinión, la verdadera Justicia se acercará el día que no existan las fronteras y nadie se considere superior a otro por el lugar donde haya nacido, su raza, sexo u opinión. Qué tristeza que haya quien pretenda crear más fronteras en lugar de eliminar las actuales.
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