martes, 2 de junio de 2020

Cerca de Salamanca. Puente Mocho. 2020-06

Durante estos días de confinamiento sólo podemos salir al campo en horarios de 6 a 10 de la mañana y de 8 a 11 por la tarde. El ansia por disfrutar de la naturaleza (sumado a unos días de bien merecida pausa en el trabajo para Carmen) nos ha decidido a pasear por lugares cercanos a Salamanca. Hay que madrugar mucho para aprovechar el tiempo, pero es la única forma de hacerlo.


Una de las vistas es al paraje del Puente Mocho, en Ledesma.

El camino nos conduce por las ondulaciones de la dehesa hasta el puente, de origen medieval, que está situado en un magnífico entorno natural.

El puente Mocho se construyó para salvar la Ribera de Cañedo siguiendo el trazado de una calzada muy antigua, seguramente de origen romano, aunque ha sufrido muchas transformaciones a lo largo del tiempo. Se conserva el empedrado en algunos tramos. El conjunto es muy evocador y tanto el puente como la calzada están protegidos como bienes de interés cultural.


La lluvia de esta primavera ha hecho que la naturaleza explosionara en el momento en el que llegó el calor. Hay agua abundante y la floración se muestra exuberante. También hay una parte mala que explicaré más adelante.

El río es muy estacional, aunque en esta parte, ya prácticamente junto a su desembocadura en el Tormes, se forman pozas extensas. Los ranúnculos ya se van acumulando en el cauce del río, mientras que sólo unos pocos nenúfares han florecido por ahora; habrá que regresar en unos días para poder verlos en plenitud.





Seguimos en curso ascendente del río entre afloramientos rocosos y mucha vegetación. Disfrutamos con las imágenes de la vegetación de ribera, las piedras llenas de musgo y la variedad de flores.

Multitud de aves nos van entreteniendo con sus trinos. Vemos el alcaudón, abejarucos, una preciosa imagen de un martín pescador, además de garzas, milanos, ratoneros y otros.



Entre tanto, tan distraídos como vamos, nos percatamos de que algunas garrapatas están subiendo por nuestros pantalones. Se dispara la alarma. Trepamos a las rocas y nos hacemos una observación exhaustiva. Entre las que nos hemos quitado ya y las que vemos ahora en ropa, piernas y botas suman más de una decena.

Llegamos al coche justo a las 10 (somos rigurosamente cumplidores de los horarios). Durante el viaje y al llegar a casa, vemos más. Revisamos la ropa y quitamos algunas (incluyendo una en la tripa y otra en un muslo). Incluso en la lavadora, antes y después del lavado vemos otras dos.

En fin. Un lugar muy bonito, un paseo muy recomendable, pero, mucha atención: es preferible evitar por ahora las zonas con vegetación y hay que tomar medidas de prevención y control durante el paseo y sobre todo al final.

Pincha en este enlace para acceder a una colección de fotos del paseo

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