jueves, 21 de abril de 2022

Los Pinganones. Aller, Asturias

Por muchas razones queríamos ir a Aller y no es la última el que sea mi segundo apellido. La curiosidad sobre este territorio fue una conversación recurrente con mi madre y mis tíos. 

El concejo abarca una zona de media montaña cercada por las sierras hacia Redes, los puertos de San Isidro, Vegarada y Piedrafita. El río Aller y sus tributarios San Isidro y Negro, abrieron el terreno facilitando la comunicación con Asturias.

El concejo tuvo importancia como zona minera en los valles inferiores, aunque las zonas altas han tenido tradición ganadera desde tiempos muy antiguos. 

En cuatro días de estancia, con base en La Felechosa hemos podido conocer una parte de las joyas que esconde este cofre, guardado del acecho turístico de otros mucho más conocidos. Creo sinceramente que merece la pena describir cada una de las jornadas; en este post lo hago con el primer día.

Ruta Allerana de las Brañas y los Pinganones. El nombre de la ruta es el que se da en Aller para las cascadas. Comenzamos el recorrido circular en la fuente de las Moyás, junto al puente de la Muñeca, a unos dos kilómetros de La Felechosa.

El sendero gana altura junto a las vallas de madera; doy por supuesto que las de alambre de espino están prohibidas porque no hemos llegado a verlas. Otros cierres están formados por paredes trenzadas con vegetación, particularmente fresnos, pero también hayas, espinos y a veces cerezos. 

Las brañas se suceden. En verano, los pastores subían a pasar temporadas para atender las vacas y segar la hierba. En ocasiones subía toda la familia y llevaban unas gallinas o incluso algún cerdo, si lo tenían. Allí eran autosuficientes. Otros, si la distancia de los pastos al pueblo lo permitía, subían cada día. Cada conjunto disponía al menos de una pequeña cabaña y establo. El paisaje es evocador, cambiante y siempre hermoso.  Las laderas de las montañas se ven alfombradas de verde en parcelas cercadas y rodeadas en ocasiones de bosque.

Atravesamos un amplio hayedo, llamado bosque del Taio. En esta época del año el color es aún otoñal, aunque ya comienzan a verse brotes. También los brezos morados del monte que atravesamos a continuación comienzan a mostrarse. Como curiosidad, vemos el primero de los arcos naturales en la roca caliza.

Súbitamente aparece el primer pinganón, el de la Foz o de Tabierna. Es una bonita cascada encajada, con buenos miradores. Tras la cascada pasamos por un bosque de acebos y más brañas. 


Seguimos junto al curso de otro arroyo que se precipita en el enorme pinganón de la Mornera, con más de 90 m de longitud en sus dos tramos. Un contrafuerte en forma de a proa nos permite contemplarlo a placer. Otra curiosidad: un acebo que crecía en la rama de un haya (está en la colección de fotos).


En el descenso disfrutamos de más brañas y de gran cantidad y variedad de flores, especialmente prímulas, diente de perro y narcisos, pero también orquídeas y otras.


En este enlace puedes acceder a un resumen de fotos de la jornada.

Aquí puedes acceder al track en Wikiloc.

Sigue en "Foces del Pino y del Aller, Asturias".


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