Pineta es el más oriental de los cuatro grandes valles del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. Los otros tres son Ordesa, Añisclo y Escuaín. Hay otros, pero estos ocupan la mayor parte del territorio del parque. Curiosamente, se distribuyen como si fueran radios cuyo vértice es Monte Perdido.
El valle de Pineta presenta una configuración típica glaciar, con forma redondeada y límites escarpados. Es el único que se recorre en coche hasta su cabecera, donde encontramos una barrera rocosa coronada de montañas y recorrida por multitud de cascadas. Sobre esta muralla, nos espera el fabuloso mirador del balcón de Pineta.
La subida es dura, pero se hace llevadera gracias a la maravilla de paisaje que se va desplegando según ascendemos.
Una primavera tan cargada de nieve y lluvia nos ha dejado el regalo de las cascadas, que levantan nubes de agua pulverizada y rugen por todas partes. Algunos neveros resisten y resistirán probablemente todo el verano. Incluso en la parte superior, en la zona llamada "el Embudo" el sendero pasa sobre uno, fácilmente evitable con una sencilla trepada.
La vista desde el Balcón justifica bien el ascenso. La vista se recrea en crestas, picos y valles; el glaciar de la cara norte de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré se muestran a un tiro de piedra. Una vez más volvemos a tener la sensación aérea de otros recorridos por Pirineos. Vemos los llanos de la Larri y su famosa cascada, así como la faja de la Tormosa, preciosos recorridos que nos dejaron magníficas sensaciones en otra ocasión. La Tormosa está ahora inaccesible al haberse llevado el río el puente que le daba acceso bajo la cascada del Cinca.
Un paseo de menos de media hora lleva al lago de Marboré, enmarcado por los Astazus, el pico de Tucarroya, la Forqueta con su atrevido refugio y el pico de Pineta. El lago aparece cubierto de hielo en su mayor parte, reflejando en las orillas desheladas las montañas
En el descenso nos recreamos en la cascada del Cinca, que este año baja muy cargada de agua. En algunos momentos nos sentimos como transportados a otras latitudes.
El valle de Pineta presenta una configuración típica glaciar, con forma redondeada y límites escarpados. Es el único que se recorre en coche hasta su cabecera, donde encontramos una barrera rocosa coronada de montañas y recorrida por multitud de cascadas. Sobre esta muralla, nos espera el fabuloso mirador del balcón de Pineta.
La subida es dura, pero se hace llevadera gracias a la maravilla de paisaje que se va desplegando según ascendemos.
Una primavera tan cargada de nieve y lluvia nos ha dejado el regalo de las cascadas, que levantan nubes de agua pulverizada y rugen por todas partes. Algunos neveros resisten y resistirán probablemente todo el verano. Incluso en la parte superior, en la zona llamada "el Embudo" el sendero pasa sobre uno, fácilmente evitable con una sencilla trepada.
La vista desde el Balcón justifica bien el ascenso. La vista se recrea en crestas, picos y valles; el glaciar de la cara norte de Monte Perdido y el Cilindro de Marboré se muestran a un tiro de piedra. Una vez más volvemos a tener la sensación aérea de otros recorridos por Pirineos. Vemos los llanos de la Larri y su famosa cascada, así como la faja de la Tormosa, preciosos recorridos que nos dejaron magníficas sensaciones en otra ocasión. La Tormosa está ahora inaccesible al haberse llevado el río el puente que le daba acceso bajo la cascada del Cinca.
Un paseo de menos de media hora lleva al lago de Marboré, enmarcado por los Astazus, el pico de Tucarroya, la Forqueta con su atrevido refugio y el pico de Pineta. El lago aparece cubierto de hielo en su mayor parte, reflejando en las orillas desheladas las montañas
En el descenso nos recreamos en la cascada del Cinca, que este año baja muy cargada de agua. En algunos momentos nos sentimos como transportados a otras latitudes.
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