Como nos gusta disfrutar de los colores del otoño, buscamos una ruta en el Jerte. Llegar hasta Plasencia desde Salamanca, parece un poco lejos, pero lo cierto es que son los mismos kilómetros o menos que a Gredos y se tarda menos tiempo.
Antes de llegar a Plasencia nos desviamos por la carretera que sube a Cabezabellosa. Como tantos otros pueblos en las sierra cacereñas, es un pueblo con una extraordinaria situación en la ladera, dominando el valle del Ambroz. Una estrecha carretera nos lleva hacia el valle contiguo, el del Jerte.
Antes de llegar al pueblo del Torno, cuya vista nos acompañará durante bastante tiempo a lo largo del día, paramos para cononcer a un gigante: el fabuloso roble del Acarreadero, en el paraje de Romanejo; el mayor roble de Extremadura, de unos 500 años de antigüedad y 5,77 m de perímetro de tronco.
Continuamos hacia Casas del Castañar. Desde allí haremos un recorrido otoñal fuera de lo común. La fama de los cerezos son sus hermosas flores blancas; la gente acude en masa para verlo, pero muchos desconocen la belleza que les aporta el otoño, que los viste de rojo y tiñe todo el valle del Jerte. El espectáculo de los colores amarillos, ocres y rojos de castaños, robles y cerezos es digno de disfrutarse con calma.
El sendero nos lleva tras las plantaciones de cerezos a través de robledales hasata los famosos castaños centenarios de la Fuente de las Escobanchas y Escondelobos, también enormes, dignos en su vejez y vestidos con sus galas otoñales. El paso del tiempo, las inclemencias y la mano del hombre ha provocado que algunas ramas y troncos no hayan aguantado. Aún así, los troncos se alzan todavía poderosos destacando como los abuelos del bosque.
Tras recorrer grandes extensiones de robledal, tomamos la senda que nos lleva a los Riscos de Villavieja, en la parte final de la sierra entre los vlles de Jerte y de La Vera. Me sorprendo al ver los restos evidentes de una ocupación prehistórica de la que no tenía idea. En efecto, el lugar estuvo ocupado por un castro vettón y se pueden distinguir con claridad restos de murallas y edificaciones. Otro precioso mirador.
El regreso nos lleva hacia Casas del Castañar por la era de San Bartolomé. Las vistas de los pueblos del Jerte iluminados por el sol del atardecer son la imagen perfecta para finalizar un recorrido absolutametne recomendable en otoño.
Antes de llegar a Plasencia nos desviamos por la carretera que sube a Cabezabellosa. Como tantos otros pueblos en las sierra cacereñas, es un pueblo con una extraordinaria situación en la ladera, dominando el valle del Ambroz. Una estrecha carretera nos lleva hacia el valle contiguo, el del Jerte.
Antes de llegar al pueblo del Torno, cuya vista nos acompañará durante bastante tiempo a lo largo del día, paramos para cononcer a un gigante: el fabuloso roble del Acarreadero, en el paraje de Romanejo; el mayor roble de Extremadura, de unos 500 años de antigüedad y 5,77 m de perímetro de tronco.
Continuamos hacia Casas del Castañar. Desde allí haremos un recorrido otoñal fuera de lo común. La fama de los cerezos son sus hermosas flores blancas; la gente acude en masa para verlo, pero muchos desconocen la belleza que les aporta el otoño, que los viste de rojo y tiñe todo el valle del Jerte. El espectáculo de los colores amarillos, ocres y rojos de castaños, robles y cerezos es digno de disfrutarse con calma.
El sendero nos lleva tras las plantaciones de cerezos a través de robledales hasata los famosos castaños centenarios de la Fuente de las Escobanchas y Escondelobos, también enormes, dignos en su vejez y vestidos con sus galas otoñales. El paso del tiempo, las inclemencias y la mano del hombre ha provocado que algunas ramas y troncos no hayan aguantado. Aún así, los troncos se alzan todavía poderosos destacando como los abuelos del bosque.
Tras recorrer grandes extensiones de robledal, tomamos la senda que nos lleva a los Riscos de Villavieja, en la parte final de la sierra entre los vlles de Jerte y de La Vera. Me sorprendo al ver los restos evidentes de una ocupación prehistórica de la que no tenía idea. En efecto, el lugar estuvo ocupado por un castro vettón y se pueden distinguir con claridad restos de murallas y edificaciones. Otro precioso mirador.
El regreso nos lleva hacia Casas del Castañar por la era de San Bartolomé. Las vistas de los pueblos del Jerte iluminados por el sol del atardecer son la imagen perfecta para finalizar un recorrido absolutametne recomendable en otoño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario