La pequeña sierra de las Yemas, piedemonte de las parameras de Ávila, es durante un breve periodo primaveral una alfombra saturada de colores. Las flores muestran su belleza efímera y las plantas aromáticas desprenden su perfume con cada paso que damos.
Partimos de la localidad de Mironcillo, al pie del castillo de Manqueospese, tardía fortaleza que ha transmitido más leyenda que historia. Sus murallas están pegadas a la roca, mimetizadas con el paisaje, pero aún así se recorta altivo sobre un promontorio con la sierra del Zapatero a sus espaldas.
Jose nos ha preparado un recorrido que sigue uno de los cordeles usado durante siglos para la trashumancia, en este caso de corto recorrido. El suelo en las laderas serranas es pobre, poco útil para el cultivo salvo en los valles junto a los cursos de agua, si bien las zonas de pasto son abundantes. La vegetación se agostará en unas semanas si no llueve, pero de momento, la explosión de flores es de una belleza difícil de creer.
El río Fortes transcurre junto a praderas flanqueado por fresnos de gran tamaño. Siguiendo el bosque de ribera, antes de llegar a Escalonilla, vemos los restos de uno de los molinos cuyas potentes infraestructuras muestran su pasada importancia.
Atravesamos Riofrío, asentado entre piedras caballeras y berrocales. El puerto del mismo nombre nos llevará siguiendo las praderas multicolores hasta la ancestral venta de la Tortilla. La acción humana ha modelado el paisaje en una magnífica dehesa de encinas.
El broche final del recorrido es un opíparo cocido que tenemos encargado en la venta de San Isidro, junto al Soto, ya en Ávila.
En este enlace puedes acceder al track del recorrido.
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