TRAS LAS HUELLAS DE FRAY PAYO ENRIQUEZ DE RIVERA.EL MONASTERIO DEL RISCO EN LA SIERRA DE ÁVILA
AÑO 1.683
Desde el monasterio, Fray Payo recorría con la mirada el amplio horizonte: al fondo las cumbres nevadas de Guadarrama y Malagón; de frente la Sierra del Zapatero; casi a un tiro de piedra, la Serrota, marco del extenso robledal de Villatoro y abajo el Valle Amblés salpicado por pueblecitos de nombres compuestos como Amavida (¡qué buen consejo!), Villatoro, Solosancho, Mengamuñoz, Muñogalindo, Pradosegar o Muñana. Pensando en los pueblos, se dio cuenta de que muy cerca había varios cuyos nombres hacían referencia a las aves, como Malpartida de Corneja o Grajos(1).
La Sierra de Ávila le proporcionaba la paz de la que no había estado sobrado durante sus andanzas por las tierras de la Nueva España. Fray Payo trataba de hacer resumen de su vida.
Nació en Sevilla en 1612, hijo ilegítimo del Duque de Alcalá, virrey de Nápoles y gobernador del Milanesado, Fernando Afán de Rivera. Ingresó en los agustinos. Se graduó en Teología. Fue prior e impartió formación en varios monasterios, incluido el de Alcalá de Henares (2).
En 1657, le enviaron como obispo a Guatemala donde ejerció durante once años. (3)
En 1670 fue nombrado obispo de Michoacán y arzobispo de México, y por azares del destino, en 1673, virrey “provisional” de la Nueva España, cargo que ejerció durante siete años. (4)
En 1680, tras varios intentos anteriores, aceptaron su renuncia y un año después, donó todas sus pertenencias excepto un lienzo de la Virgen de Guadalupe, regresó a España y se retiró al monasterio del Risco. (5)
NOTAS DE INTERÉS:
(1) El Ayuntamiento de Graxos, después Grajos, decidió cambiar su nombre en 1954 por el de San Juan del Olmo.
(2) Era costumbre de los poderosos –de los más civilizados- facilitar a sus retoños nacidos fuera del matrimonio la carrera eclesiástica, así que desde joven tuvo responsabilidades en los Agustinos. Recibió parte de su formación teológica en Salamanca y llegó a conocer y ser apreciado por el rey Felipe IV.
(3) No debió hacer mal su labor pues las crónicas cuentan que fue muy querido y que promovió la cultura y el progreso: llevó al país la primera imprenta (la cuarta en toda América), promovió la construcción de un hospital e incluso aprobó los estatutos de una nueva orden religiosa (los Betlemitas).
(4) También en Méjico tuvo fama de hombre justo y emprendedor. Fundó la actual Ciudad Juárez, reforzó las tropas regulares con voluntarios que rechazaron varias veces a los ingleses y “pacificó” a varias tribus de Nuevo México.
No obstante, dejó su mayor impronta al impulsar obras públicas por todo el territorio mejicano, como una gran calzada, un acueducto, 25 puentes de cal y canto, varias iglesias (incluidas la catedral y otra después destinada a Biblioteca Nacional) y por efectuar obras de desagüe de la ciudad de México.
Ejerció su mecenazgo sobre la religiosa y escritora Sor Juana Inés de la Cruz y escribió varios libros, casi todos dedicados a la Virgen, además de multitud de epístolas, discursos y estudios.
En su honor se nombró la ciudad mexicana de “Payo Obispo” (160.000 habitantes). La ciudad fue cambiada de nombre a “Chetumal” en el siglo XX.
(5) Tras su regreso, el papa Inocencio XI emitió un escrito honorífico donde le autorizaba a entrar con capa arzobispal en cualquiera de las Iglesias de España. No obstante su fama, vivió en El Risco de forma humilde y austera.
(6) Actualmente existen huellas del monasterio en varias edificaciones de Amavida. Sus antiguas campanas siguen tañendo en la iglesia de Villatoro. Allí se trasladaron la antigua y venerada imagen de la Virgen de las Angustias, junto con varias tallas y dos altares. El culto a esta imagen de la virgen se popularizó y llegó a lugares tan alejados como Sajambre, en la cordillera cantábrica. Según la tradición (que se repite en multitud de lugares) la imagen se encontró en una gruta, donde se construyó el convento.
El museo del Prado alberga algunas pinturas originales del monasterio, como “La Virgen con el Niño” de Petrus Christus (1450).
(7) Falleció en 1.684 y fue sepultado junto al altar mayor de la iglesia del monasterio. Su memoria se perdió en España, pero no en América, donde se le reconoce como protagonista de una de las etapas más brillantes de la “Nueva España”. Al parecer, en la década de los cincuenta del pasado siglo XX, con el permiso de las autoridades españolas, una comisión de México efectuó una excavación para recuperar los restos de Fray Payo y darles sepultura en un templo mejicano.
Se construyó en una zona elevada y bastante inhóspita, por ser el lugar donde según la tradición apareció una imagen de la Virgen en el s. XIV.
Llama la atención la magnífica torre de estilo herreriano construida con bloques de granito perfectamente tallados.
Una inscripción sobre el campanario nos informa “Hízose siendo prior Hernando de Zaleta (?) en 1.776” (más de dos siglos después de las primeras construcciones). En su interior hay una escalera de caracol. De la misma fecha es una grabación que se conserva en una portada de un edificio particular en la localidad de Amavida que dice “Hízose siendo prior el padre maestr(?) presentado(?) Fr. Juan Ximenez año 1776. Santa María del Risco (...?)NCELO AUREO” (¿cambiaron de prior en ese año?).
La iglesia gótica original está muy deteriorada, no obstante, se puede ver parte del ábside, de capillas y un arco completo de medio punto en una de sus entradas. Se distinguen los restos del claustro y los potentes muros escalonados que separan las construcciones del monasterio, tanto las que estuvieron habitadas por los monjes como otras más modestas separadas del conjunto principal.