Bolonia es una ciudad con carácter, cómoda para caminar y llena de atractivos. La parte histórica es muy extensa y está extraordinariamente bien conservada. Fue famosa por sus canales y el gran número de enormes torres que se levantaron en los siglos XI y XIII, más de 100. Estas fueron no sólo un elemento defensivo sino elementos de poder y prestigio. En la actualidad aguantan unas 40 torres, de las cuales las más famosas, las due Torri se alzan en el centro, ambas torcidas y una de ellas desmontada en su mitad en el siglo XIV para evitar su derrumbe. La mayor, llamada Asinelli, mide 98 m de altura y es accesible por escalones interiores. La vista desde su parte superior es magnífica.
Existen multitud de palacios, edificaciones e iglesias de interés. En una de ellas, la basísila de San Petronio, Carlos V fue coronado emperador por el papa Clemente VII en 1.530.
La ciudad dispone de más de 35 km de calles dotadas con soportales, lo que es una auténtica ventaja para evitar la lluvia, el sol o el tráfico.
Su universidad, la más antigua de Europa, continúa siendo muy importante, lo que colabora en mantener un ambiente alegre y vivo. Nos ha gustado especialmente el aprovechamiento de algunas construcciones, tanto como museos y otros edificios públicos, como por usos privados, como ocurre en varios mercados que se reutilizan para bares, restaurantes y tiendas donde comprar comida y bebida para disfrutarla en instalaciones comunes del propio edificio.
Aprovechamos la estancia para visitar también la ciudad de Ravenna, de gran interés, especialmente por sus templos paleocristianos y sus fantásticos mosaicos de los siglos V y VI.
En ambas ciudades nos ha llamado la atención lo extendido que está el uso de la bicicleta, y no sólo entre la gente joven. Estaría bien que las visitaran algunos de los enemigos declarados de la bici que hay en Salamanca para que vieran que hay gente mayor que utiliza este transporte de forma cotidiana y con la mayor naturalidad del mundo.
Aquí puedes acceder a una colección de fotos del viaje:
Existen multitud de palacios, edificaciones e iglesias de interés. En una de ellas, la basísila de San Petronio, Carlos V fue coronado emperador por el papa Clemente VII en 1.530.
La ciudad dispone de más de 35 km de calles dotadas con soportales, lo que es una auténtica ventaja para evitar la lluvia, el sol o el tráfico.
Su universidad, la más antigua de Europa, continúa siendo muy importante, lo que colabora en mantener un ambiente alegre y vivo. Nos ha gustado especialmente el aprovechamiento de algunas construcciones, tanto como museos y otros edificios públicos, como por usos privados, como ocurre en varios mercados que se reutilizan para bares, restaurantes y tiendas donde comprar comida y bebida para disfrutarla en instalaciones comunes del propio edificio.
Aprovechamos la estancia para visitar también la ciudad de Ravenna, de gran interés, especialmente por sus templos paleocristianos y sus fantásticos mosaicos de los siglos V y VI.
En ambas ciudades nos ha llamado la atención lo extendido que está el uso de la bicicleta, y no sólo entre la gente joven. Estaría bien que las visitaran algunos de los enemigos declarados de la bici que hay en Salamanca para que vieran que hay gente mayor que utiliza este transporte de forma cotidiana y con la mayor naturalidad del mundo.
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