No hay muchos espectáculos naturales a nuestro alcance como las Arribes del Duero, especialmente tras un periodo de lluvias intensas. En esos momentos, los ríos muestran la fuerza salvaje que nos permite comprender cómo han excavado cañones tan profundos.
Especialmente en el río Uces las aguas bajan teñidas por la disolución de materiales en su cauce alto, lo que añade dramatismo a las cascadas salvajes, los remolinos y rápidos. Los ríos se proyectan sobre el abismo, el agua choca con violencia y se rompe en nubes de agua pulverizada.
Todos y cada uno de los lugares de las Arribes tienen en estos momentos su encanto especial y merecen una visita: el Pozo de los Humos desde Pereña o Masueco, el Pozo Airón, el Pinero, el propio cauce del Uces y tantas otras, incluso algunas anónimas (para nosotros) torrenteras.
El Duero rebosa sobre el embalse de Aldeadávila. Además del espectáculo del desembalse, aguas abajo se muestra como un río violento, nada que ver con el lago artificial que proyecta enormes paredes casi verticales aguas arriba. Allí, los muchos miradores, como el de la ermita de la Virgen del Castillo en Pereña, el Picón de Felipe, el Fraile o la subestación sobre la presa, nos permiten asombrarnos con la visión de los buitres bajo nosotros.
¡Fantástico! Si puedes, no te lo pierdas.
Pincha aquí o en la foto adjunta si deseas acceder a una colección de fotos (todas tomadas el 22 de abril).
Especialmente en el río Uces las aguas bajan teñidas por la disolución de materiales en su cauce alto, lo que añade dramatismo a las cascadas salvajes, los remolinos y rápidos. Los ríos se proyectan sobre el abismo, el agua choca con violencia y se rompe en nubes de agua pulverizada.
Todos y cada uno de los lugares de las Arribes tienen en estos momentos su encanto especial y merecen una visita: el Pozo de los Humos desde Pereña o Masueco, el Pozo Airón, el Pinero, el propio cauce del Uces y tantas otras, incluso algunas anónimas (para nosotros) torrenteras.
El Duero rebosa sobre el embalse de Aldeadávila. Además del espectáculo del desembalse, aguas abajo se muestra como un río violento, nada que ver con el lago artificial que proyecta enormes paredes casi verticales aguas arriba. Allí, los muchos miradores, como el de la ermita de la Virgen del Castillo en Pereña, el Picón de Felipe, el Fraile o la subestación sobre la presa, nos permiten asombrarnos con la visión de los buitres bajo nosotros.
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