El parque Nacional de Peneda-Gerês, al Noroeste de Portugal es una región de montaña, con sierras y valles excavados por ríos que se despeñan rápidamente creando barrancos y cascadas.
Cascada de Portela do Homem |
Nos alojamos en la turística villa termal de Caldas de Gerês, un lugar situado de forma estratégica para desplazarnos por el Parque.
Miradouro da Pedra Velha |
El primer día vamos por la carretera de los miradouros de Pedra Velha, un conjunto de varios miradores con una amplia vista sobre el valle de Gerês y el embalse de Caniçada. Como en muchos otros sitios, aparte de los miradores con barandillas y peldaños, hay un merendero bien cuidado.
Tras subir al miradouro das Rocas nos dirigimos hacia la cascada de Arado, una de las más conocidas del Parque. Por pista de tierra llegamos hasta un puente desde donde salen unas escaleras hasta el mirador de la cascada. La vista es realmente bonita.
Cascada de Arado |
Continuamos aguas arriba para explorar algunas de las pozas y cascadas superiores. Casi todas las gargantas disponen de pozas de baño. El agua está muy limpia, pues no hay poblaciones ni usos ganaderos aguas arriba. No obstante, son ríos de corto recorrido y supongo que muy estacionales.
En el río Arado |
Regresamos para ir hacia la aldea de Ermida, desde donde haremos un recorrido que nos llevará por un par de miradores y la cascada Rajada hasta la de Várceas. Tanto en Ermida como de los pueblos al otro lado del valle, hay terrazas bien construidas y conservadas. Se ven construcciones tradicionales incluidos algunos espigueiros. Algo característico del lugar son las separaciones entre huertas que se hacen mediante emparrados muy altos; incluso vemos como una gran roca ha sido preparada para que las parras la cubran.
Roca "cosida" por emparrado |
Caminamos por varias calles empedradas y pistas con vistas amplias sobre el valle. En el mirador de Silhas llama la atención el tremendo desprendimiento de rocas que se ha producido en una ladera.
A pesar de sus valores innegables, en mi opinión, no merece la pena hacer el sendero circular señalizado en esta época del año, con el bosque invernal y la subida por una ladera un tanto incómoda por los matorrales. Es preferible ir directamente a la cascada de Várceas y entretenerse allí, que merece la pena.
Cascada de Várceas o de Tahiti |
Nuestro espíritu explorador nos lleva al otro lado de la garganta. Un sendero poco pisado nos lleva hasta la parte inferior del río Fafiao, que se junta con el Arado al final de las cascadas. Desde allí subimos junto a las cascadas y seguimos por un antiguo canal, parte del cual está tallado en un tronco de madera. El desvío nos permite ver la totalidad de los saltos de Várceas.
Para completar la jornada decidimos hacer un cambio radical. Vamos desde la zona "acuática" a un laberinto de rocas situado al otro lado del valle, camino hacia Campo do Geres. Su nombre: Fenda da Calzedónia. En la zona existe un poblado fortificado de la edad del hierro, después ocupado por los romanos. Es un terreno donde los grandes bloques graníticos formas cavidades, huecos, túneles y pasillos espectaculares. El desafío es atravesarlo, pero no es misión sencilla e incluso tiene peligros importantes de caída. Hay que moverse con mucha precaución y evitar las zonas resbaladizas (lo que era un problema estos días en que las temperaturas eran muy bajas). Es un lugar para literalmente perderse sin prisas y con seguridad.
Fenda de Calzedónia |
El último día de nuestra estancia nos centramos en el valle del balneario. Comenzamos en el miradouro de Preguiça y seguimos el trilho señalizado que nos lleva, primero paseando por la ladera del bosque y después por el valle sobre la antigua calzada romana hasta la cascada de Leonte. De regreso, pasamos por la cascada de Laja. El valle está delimitado al norte por la portela de Leonte, razón por la que los ríos tienen un recorrido, y en consecuencia un caudal, escaso.
El camino de Preguiça es entretenido, variado y sencillo (unos 5 km de longitud y 240 m de desnivel acumulado), con un tramo muy bien conservado de calzada, un chozo de falsa cúpula, las cascadas y el bosque de robles, con acebos, madroños y árboles introducidos muchos años atrás que aunque no tienen nada de autóctonos, ya forman parte del paisaje. Las laderas más soleadas están teñidas del amarillo de las mimosas.
Calzada vía Nova o XVIII de Antonino, Astorga - Braga |
Miliarios romanos |
Continuamos en descenso hasta el ponte Feia, que tiene vigas de madera. Desde allí se ve una sucesión de pozas y cascadas escalonadas en el río Homem. El conjunto es de gran belleza e invita a recorrer el lecho del río junto a sus aguas transparentes.
Ponte Feia |
Pozas del Homem |
De regreso, nos desviamos para conocer la cascada de Homem, otra de las más visitadas del Parque, también de preciosa estética.
Cascada de Portela do Homem |
Ya por la tarde regresamos hacia Galicia, donde tenemos programada una visita espectacular que comentaré en el siguiente artículo de este blog.
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