jueves, 17 de noviembre de 2022

Cueva Coventosa y hayedo de Busturejo. Asón, Cantabria.

Teníamos curiosidad por conocer la entrada a la cueva Coventosa, así que comenzamos la jornada visitando su vestíbulo de entrada. Se llega tras un corto y agradable paseo por un sendero que sale de Val de Asón.

La entrada es espectacular, por el tamaño y por las formaciones que se ven en paredes y techos. Notamos la corriente de aire que sale de la profundidad y que al parecer son las que le dan su nombre. No nos lo habíamos planteado, pero a mi me gustaría volver para visitarla, por supuesto, guiado. 



Desde allí vamos al aparcamiento de los Collados del Asón. Aunque la previsión meteorológica anunciaba lluvia, decidimos hacer el recorrido que teníamos pensado en el Hayedo de Busturejo. Una niebla no muy espesa nos acompañará de principio a fin, pero la lluvia no pasa de ser más que una amenaza. 


Los hayedos con niebla se hacen misteriosos. Caminamos entre troncos blancos de abedules, hayas poderosas de todos los tamaños, helechos y musgos que surgen entre los afloramientos continuos de caliza. Parece que detrás de cada piedra o de los huecos de los árboles vaya a aparecerse una anjana, la misma que deja caer su cabello plateado para crear la cascada del Asón.


Las hayas han perdido gran parte de sus hojas debido a los temporales de viento de días anteriores; paseamos sobre alfombras doradas, algunas de gran espesor. Hay que tantear con los bastones cuando nos salimos del sendero para evitar caer en alguna trampa. Ya sabemos que las anjanas son hadas buenas y generosas, pero hay otros seres con los que mejor no encontrarse como los ojácanos. Aquí puedes saber más sobre los seres mitológicos cántabros que viven en los bosques



El camino lleva hasta el circo glaciar del Hondojón, pero por hoy nos vale con disfrutar del recorrido por el bosque. 

No hemos agotado ni de lejos las posibilidades del Parque Natural de los Collados de Asón, así que... tendremos que volver.

Aquí puedes acceder a una colección de fotos más completa de la jornada.

Y aquí al track en Wikiloc.


Cascada del río Asón, Cantabria.

Uno de los lugares más visitados del Parque Natural de los Collados del Asón, en Cantabria es la cascada que se considera como el origen del río que da nombre a la zona, el Asón. 

La caída de agua tiene dos partes, una de unos 20 m y otra, la más visible, que supera los 50 m de altura. Su caudal es muy modesto, salvo en momentos posteriores a grandes lluvias. El emplazamiento es de una gran belleza, pues surge de la base de la pared izquierda (orográfica) de un enorme cañón y se puede contemplar a placer desde los miradores de la carretera.

En mi opinión, lo más interesante del lugar es el recorrido para llegar caminando a la cascada. Atravesamos un bosque de galería donde se alternan hayas, robles, avellanos y castaños de gran porte con encinas en las partes más soleadas. Los musgos colonizan las rocas, las raíces superficiales de las hayas dibujan formas en el suelo y los árboles compiten por alcanzar el sol, lo que en un lugar encañonado como este origina troncos de una enorme altura.



Mención aparte merecen los hongos y los árboles que crecen abriéndose paso por lugares inverosímiles, como demostrando que pocas cosas hay imposibles.




La base de la cascada permite ver la caída de agua separada de la pared. Es bonito, pero en este otoño, no tiene nada que ver con las cascadas de las Arribes en Salamanca, Zamora y Portugal. La belleza de las enormes hayas se ve reducida por la agresión de decenas de ignorantes que se han querido identificar como tales grabando sus nombres en los troncos. Cuando nos separamos de la cascada y del camino más transitado, me llaman la atención los diseños de las cortezas naturales, sin heridas.


Se puede acceder hasta la surgencia donde brota el agua que se despeña unos metros más lejos. Este tramo es delicado y puede presentar peligro si el terreno está mojado. De ninguna manera debe hacerse si no es con la preparación, medios y conocimiento adecuados.


La surgencia se considera como el nacimiento oficial del Asón, sin embargo, existe otra cerca del cruce de los núcleos de Asón y Val de Asón que aporta una cantidad de agua mucho mayor, al ser uno de los desagües de la enorme zona kárstica que existe en estas montañas.

Aquí puedes acceder a una colección más completa de fotos del recorrido.

Para llegar a la cascada no es necesario track. El sendero es fácil de seguir y no hay pérdida posible, al estar entre el río y la pared.

miércoles, 16 de noviembre de 2022

Coladero de la Tortuga, Canalahonda, Castros de Horneo. Asón, Cantabria.

Desde los Collados de Asón, en Cantabria, iniciamos una ruta que concentra la belleza otoñal de este  Parque Natural.

Tomamos el sendero que lleva al antiguo circo glaciar del Hondojón. Ganamos altura rápidamente sobre el cabañal de Horneo, con sus prados dotados de sólidas construcciones para el ganado y el heno. Al fondo, el tajo del Asón, que ya hemos recorrido para visitar su conocida cascada.

De frente, el espolón de los Campanarios parece asomarse hacia los Castros de Horneo, al lado contrario del valle. Entramos en el hayedo y seguimos, unas veces por sendero y otras no en dirección a la faja que nos llevará bajo el muro, aparentemente inexpugnable. 

Suponemos que los hayedos en esta ladera están muy expuestos al viento, tanto por sus forma inclinadas como por lo adelantado del otoño. Cruzamos con precaución una pequeña zona de lapiaz que presenta riesgo de meter la pierna donde no se debe: las grietas están cubiertas por hojas. El lugar es muy bonito, pero delicado. Recuerda a un glaciar agrietado en el que las hojas hacen el papel de la nieve. Los bastones son de gran ayuda. 



El bosque se aclara antes de llegar a una canal bastante inclinada: el Coladero de la Tortuga. Ascendemos sin problema, pues el terreno está seco. Un tramo intermedio donde hay un par de oquedades rocosas muy estéticas nos muestra el origen de tan curioso nombre: sobre un pináculo se ven unas rocas que recuerdan claramente la forma de una enorme tortuga.


Seguimos la canal para alcanzar la parte superior de los Campanarios. El lugar es una muestra de erosión kárstica, con multitud de dolinas y sumideros y magníficas vistas sobre el Picón del Fraile, Peña Lusa y otras muchas cumbres. Al norte, el mar.



Tras el cresteo, un suave descenso nos deja en la Cabaña del Pozo, donde comenzaremos a recorrer el hayedo del monte Llusías. Vemos bosquetes de abedules, algunos tejos, robles, espinos, acebos e incluso encinas en su parte inferior. 


El sendero nos deja en la Canalahonda, un formidable pasillo entre muros verticales. Aquí las hayas están en su plenitud otoñal, protegidas como están de las inclemencias meteorológicas. Es un pasaje de gran belleza, uno de los puntos fuertes de la ruta. 



Sin abandonar los dorados y rojizos otoñales seguimos hacia los Castros de Horneo. La cueva de Turrutuerta o Cuchifrita es el comienzo de un caos de enormes rocas que dejan pasillos intermedios. Es una gozada investigar los pasadizos y recorrer sus recovecos, por supuesto, con toda la prudencia que requiere el lugar. Me siento como un niño descubriendo un laberinto.




La continuación de los Castros de Horneo es el Cuadralijo, que dejamos para otra ocasión, pues hemos echado el día completo. No es raro; es una ruta para disfrutarla paso a paso y un auténtico desafío para quienes nos gusta la fotografía.



Y aquí, puedes acceder al track en Wikiloc.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Segura de Toro. 2022-11.

El domingo 6 de noviembre, La Facendera, asociación de senderismo de Salamanca, organiza la ruta "Segura de Toro y castaños del Temblar". Lo que sigue es un resumen del boletín que se entrega a los participantes. Guiamos la ruta Fernando Comerón y yo, Javier San Sebastián.


El Lugar

La ruta comienza en Segura de Toro, pequeña localidad asomada al valle del Ambroz desde los montes de “Tras la Sierra”. En su entorno se han encontrado al menos dos esculturas zoomorfas de origen vetón, una de gran tamaño que es el emblema del pueblo y representa a un toro, y otra de menor tamaño que parece representar un cerdo o jabalí al que le falta el hocico y parte de la cabeza. También se encontraron una estela en la que aparece tallada la figura de un guerrero con una espada, dos estelas circulares, un miliario romano y otras piezas.

Actualmente se exponen en la plaza las tallas originales en granito del toro vetón, una pieza con una curiosa representación fálica y un lagar posiblemente medieval. También un deteriorado capitel corintio de origen romano tallado en mármol. Completan la exposición las copias de la estela del guerrero y del cerdo o jabalí, cuyos originales están en el museo de cáceres. Estas últimas no transmiten ni de lejos los detalles ni la emoción de los originales (en mi opinión).

Además, junto a la piscina, acoplados en la fachada de una vivienda particular se ven al menos una decena de molinos vetones de mano (¿?). Si eso es lo que se ve expuesto, no se qué pensar sobre lo que no está a la vista. El verraco está cuarteado y agujereado. Como otros, fue barrenado por ignorantes codiciosos para acceder al “tesoro” que ocultaba en su interior.

En definitiva, las evidencias arqueológicas apoyan la idea de que hace venticinco siglos en el emplazamiento actual de Segura de Toro o en el cercano cerro del Picute hubo un importante castro vetón.

En el pueblo también se encuentran los restos de un castillo y una muralla. Al parecer, el castillo fue construido por los templarios y tendría relación con la vigilancia de la ruta de la Plata. A su abrigo, desde la segunda mitad del siglo XV creció el pueblo actual. Se sabe que los Reyes Católicos pasaron su propiedad a un noble en 1489. De la muralla sólo se conserva una torre de mampostería, apoyada sobre el roquedo de granito, que se salvó de la desaparición al ser reutilizada como campanario exento de la iglesia.

 

En los alrededores de Segura de Toro hay huertas y plantaciones de frutales, pues a pesar de su altura tiene agua, que procede de la garganta Grande, donde se han habilitado zonas de baño.

La ruta

Dejaremos el pueblo por su zona alta, junto a los restos de dos molinos. El comienzo es una pista inclinada; hasta hace un par de meses era un agradable paseo sobre tierra que permitía el paso de vehículos a las fincas. Nuestra sorpresa (y disgusto) ha sido grande cuando hemos regresado hace unos días y nos hemos encontrado con que la han ensanchado y encementado. Vamos, que han construido una carretera, que llega, igual que la pista anterior, hasta una pequeña finca donde lo normal es cruzarse con los cerdos ibéricos que hozan por la ladera.

En mi opinión la pista es un exceso y me hace pensar que la intención real sea permitir que se llegue en coche. Hasta ahora había un filtro mínimo, que consistía en tener que pisar un camino de tierra durante 1,5 km. Lo siguiente ¿qué sería? ¿“arreglar” el tramo de sendero para que nadie se tropiece? Los castaños del Temblar han sobrevivido durante siglos. Su acceso debería cuidarse también como algo natural, por estética (que es muy importante) pero sobre todo por evitar la presión que supondría la llegada descontrolada de gente. Quisiera equivocarme, pero puede ser su final.



Un tramo de sendero entre robles nos lleva al arroyo del Temblar. Nos recibe una ladera aterrrazada con paredes cubiertas de musgo. A pesar de ser una zona umbría la sequía se deja notar. Esperemos que llueva pronto y se recuperen los colores que dan contraste a los gigantes vivos que nos esperan.

Los castaños del Temblar son cinco árboles singulares con protección legal, venerables ancianos con más de 600 años. Tienen nombre propio: Hondonero, Bronco, Retorcido, Menuero y Arroyo.  Se considera al “Hondonero” el más valioso de Extremadura, si bien el más viejo es el del Arroyo al que se le calculan unos 800 años.


Están en una finca privada con acceso restringido entre octubre y enero, así que nos conformaremos con verlos desde el exterior. 

Rodearemos la finca para verlos, así como la preciosa dehesa contigua donde hay otros castaños de gran porte y belleza. Ganaremos altura y los robles tomarán el relevo.



Alcanzaremos la “cueva del Cancho”, un refugio ganadero construido aprovechando una roca inclinada. El lugar es un balcón que muestra el valle del Ambroz, las Batuecas y la sierra de Francia.

Un breve descenso nos llevará a cruzar la garganta Grande, donde veremos una sucesión de cascadas y pozas. El camino tradicional nos llevará al collado de Pan Harto tras una subida fuerte pero bien trazada.



Pasaremos por una zona con piornos altos, cruzaremos la garganta Cámbara y llegaremos hasta el collado de En medio, desde donde comenzamos la bajada hacia Gargantilla. Por todo el camino iremos disfrutando de árboles, sobre todo robles, de gran porte.

En la bajada pasaremos junto a una antigua era de trillar antes de perder altura unas veces campo a través, otras por pista y otras por camino tradicional hasta llegar a Gargantilla. Allí hay una buena y bonita fuente.

Por pista y sendero atravesaremos la dehesa hasta llegar a Segura de Toro, donde visitaremos el pueblo y sus restos arqueológicos.


 (El boletín, con el mapa de la ruta, en la web de La Facendera).