La entrada más cómoda al macizo central de Picos de Europa es por el teleférico de Fuente Dé. Por aquí solemos acometer los recorridos a los gigantes calcáreos. Pero "el Cable" da también acceso a sendas plácidas que transcurren por praderas, bosques y montañas con perfiles suaves que se asoman a miradores vertiginosos. Este es el caso del Cueto Redondo y el Valdecoro.
Una de las ventajas de estar federado en montaña es que tenemos descuento para usar el teleférico y facilidad para hacerlo en la primeras cabinas de la mañana. La estación superior aún no está abarrotada; podemos desayunar en la cafetería casi sin gente y disfrutar de las vistas sobre el circo inferior, con las arrogantes moles de Peña Remoña y la Padiorna enmarcando Liordes.
Nos dirigimos desde el Cable a la sucesión de elevaciones que contienen los prados de Áliva sobre el valle alto del Deva.
El recorrido carece de complicaciones y nos ofrece panorámicas aéreas sobre los bosques de Liébana, en fuerte contraste con las agrestes y monocromas murallas de Picos donde destacan Peña Olvidada y Peña Vieja.
Los prados de Áliva invitan al sosiego, a disfrutar sin prisas del camino. Así vamos siguiendo las ondulaciones de la pequeña sierra y llegamos al Cueto Redondo. El Cortés y la Morra de Lechugales, en el macizo Oriental quedan algo desdibujados; nos llaman para que vayamos a visitarlos pronto.
Descendemos directamente hacia la riega del Aguasel. Vamos por una ladera inclinada que se baja bien en seco, pero que debe evitarse si el terreno está húmedo o con nieve.
El recorrido puede hacerse sin necesidad de tomar el teleférico, subiendo por la senda del Hachero, pero debe contarse con que la marcha se endurece al tener que superar casi 800 m más de ascenso.
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