viernes, 13 de mayo de 2022

Río Borosa, Cazorla

    El Parque Natural y Reserva de la Biosfera de Cazorla, Segura y las Villas es el mayor espacio natural protegido de España. En sus 210.000 hectáreas se acumulan lugares de interés botánico, geológico, faunístico, patrimonial y paisajístico de alto valor. La abundancia de agua en los primeros días de mayo ha sido un regalo añadido.

    Nuestra base para cuatro días será la localidad de Cazorla, capital de la serranía y muy recientemente elegida capital del turismo rural de 2022. La llegada es memorable; cae la tarde, el sol rebasa las nubes e ilumina con tonos anaranjados una ciudad encalada que replica la orografía de la montaña. El castillo de la Yecla y la Peña de los Halcones parecen abrazarla. Es fácil sentirse alentado ante semejante recibimiento.


    A la mañana siguiente hacemos una excursión imprescindible: el río Borosa. En lugar del recorrido clásico de ida y vuelta, haremos una travesía que requiere dejar los coches en el centro de interpretación y coger dos taxis que nos llevarán, en parte por pista, al collado de Fuente Bermeja.


      La serranía está atravesada por pistas, antiguas carreteras que aún conservan los hitos kilométricos y esporádicas trazas de firme. Su estado ha decaído hasta situarse en el límite de lo transitable para un turismo. Me pongo en la piel de quienes usaron estas rutas, cuajadas de curvas cerradas, precipicios y puentes junto a bosques, riscos y ríos de montaña. Serían poco apreciadas por quienes no tuvieran más remedio que usarlas de forma cotidiana, pero también una formidable sorpresa para los pocos que las recorrieran por motivos turísticos. De alguna manera imagino una sensación de sufrimiento/gozo parecida a la que tuvimos la suerte experimentar en Nepal.

    Poco más abajo del collado, en una surgencia, aparece el arroyo de Valdeazores. Le acompañaremos hacia la laguna represada del mismo nombre y el embalse de los Órganos o de Aguas Negras. En el fresco de la mañana pasamos casi en solitario junto a pinos de gran porte y paisajes tranquilos de ribera. 

    Nos acercamos a ver la bonita surgencia donde han asignado el nacimiento al Borosa, ya inmersos en el bullicio de la ruta tradicional y comenzamos el descenso.



    El sendero se dirige hacia el túnel que se construyó en su día para llevar un canal de agua a una central hidroeléctrica. Antes, vemos la parte superior del escalón donde se precipita el río por primera vez. Cruzamos la mole caliza del Picón del Haza. Viene bien un frontal porque hay bastantes charcos y nada de luz.


    A la salida del túnel se aparece el formidable salto de los Órganos. 70 m de caída impetuosa en esta época del año. Las praderas inferiores son el lugar perfecto para comer, descansar y perderse entre laberintos rocosos. La naturaleza mayoritariamente kárstica de la serranía da lugar aquí a unas acumulaciones de travertino de gran volumen, con formas y texturas que asemejan auténticas obras de arte natural. 


    El río se va precipitando por cascadas y rápidos que nos fuerzan a disfrutar de cada uno de sus detalles. Cada paisaje es sorprendente y de gran belleza. Además, como nuestro recorrido es en descenso, no llevamos encima el inconveniente del cansancio. 


    En el salto de los Órganos recuerdo cuando estuvimos aquí Carmen y yo hace más de una década. Entonces (era noviembre) no bajaba nada de agua y sin embargo me pareció un lugar diferente y de una gran belleza; las formaciones de travertino y la profunda erosión del agua, ponían al descubierto un paisaje de pura magia. Viendo ahora el mismo paisaje pletórico de agua parece que estamos en otro lugar, mucho más espectacular.


    Varios pliegues rocosos y anticlinales nos dan la oportunidad de tirar a Jose de la lengua (tampoco es  difícil) para una lección teórica de geología básica. Como siempre, es una gozada escucharle. El profe tiene la capacidad de hacernos comprender la plasticidad de la tierra con explicaciones sencillas.


    El río ha erosionado varios cañones en su recorrido. El final es la conocida Cerrada de Elías, donde la estrechez del cañón se salva con barandillas de madera.




    Bajo mi punto de vista este es uno de los senderos imprescindibles, uno de los que justifica hacerse incluso cuando hay bastante gente, como el Cares, por ejemplo. Su popularidad es totalmente merecida.

    En este enlace puedes acceder a una colección de fotos de la jornada.

    Aquí puedes acceder al track del recorrido.



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