El domingo 18 de septiembre hicimos una salida a Gredos verdaderamente original. Nuestro amigo Jose había venido desde Ávila sólo para acompañarnos hasta el Morezón y la portilla de las Hoyuelas. Un detallazo teniendo en cuenta que el sábado había estado de barrancos por el Sur de la sierra.
En el Cuchillar de Cerraíllos hicimos la primera actividad especial: la subida sobre la Ventana. Lola, Manolo y yo habíamos estado allí la última vez que hicimos la integral del Circo, pero Carmen no lo conocía tan de cerca. El balcón que forman las piedras encajadas es espectacular.
Poco más adelante, llegó la segunda actividad: el paso por la grieta bajo los Hermanitos, un lugar muy poco conocido, incluso entre la gente habitual de la zona y los escaladores. Una pequeña trepada nos deja a los pies de la cara Noreste del segundo Hermanito, para ver de cerca sus rotundos techos y desplomes.
Tras descender la placa, giramos hacia el Sur, llegamos a la portilla de los Hermanitos y remontamos bajo la pared del Perro Que Fuma. Dejamos pasar un buen rato viendo cómo una cordada escala la vía normal del Segundo Hermanito. Por cierto, en lugar de hacerlo en dos largos -como toda la vida se ha hecho- están subiendo en uno sólo. La consecuencia lógica es que la cuerda le roza un montón al primero, al tener que pasar por el desplome, y no le queda más remedio que montar la reunión antes de llegar a los seguros de la cumbre (bueno, supongo que seguirán estando). Me quedé con ganas de ver cómo salían del rápel superior; tengo un recuerdo especial de la última vez que estuve allí y es una salida aérea y que requiere confianza como pocas.
Después de comer, acometemos otra de las actividades "especiales" del día. Trepamos por la cara Sur hacia el Perro. Llevábamos una cuerda de 30 m para salir de apuros y algo de material, y lo utilizamos para colocarnos con seguridad suficiente en la base del diedro-chimenea en el que se apoyan las piedras de la cumbre. Obviamente no pasamos de allí: son palabras mayores para esta ocasión. También ahora recuerdo el rápel que hicimos Jose y yo tras escalarlo hace... tropecientos años.
Nos entretenemos más de la cuenta, con la magnífica disculpa de hacer las cosas razonablemente seguras, así que Carmen ya nos está aguardando ya en la base, donde comienzan los primeros pasos complicados.
Seguimos caminando por el lado Sur para alcanzar la portilla de Cobos y de allí, los riscos del Francés, precioso mirador sobre la enorme planicie del Sur, la Peña de Chilla, los Hermanitos (por su cara menos vista), los enormes contrafuertes del Casquerazo y el Cuchillar. Seguimos camino de la Portilla de los Machos y nos desviamos hacia la cumbre del Casquerazo. Se trata de pico "imprescindible", con una de las vistas más espectaculares sobre el conjunto del Circo. Es realmente recomendable.
El duro descenso hacia la laguna y la subida de los Barrerones nos deja en el Canto del Rayo cuando ya es de noche. El cielo está espectacular, despejado y limpio. Las estrellas forman un decorado que nos incita a parar, apagar la linterna y contemplarlo unos momentos. En el descenso, la salida de la luna llena pone el broche de oro a la jornada. Estamos cansados, pero satisfechos; ha sido un día extraordinario. Nuestros amigos de Salamanca que ya han regresado de su jornada por la Galana y el Almanzor (¡bravo por ellos!) se preocupan al ver que nuestro coche sigue en la Plataforma. Por suerte, pueden contactar con nosotros antes de emprender el regreso a casa.
Pincha en este enlace para ver una colección de fotos de la salida.
En el Cuchillar de Cerraíllos hicimos la primera actividad especial: la subida sobre la Ventana. Lola, Manolo y yo habíamos estado allí la última vez que hicimos la integral del Circo, pero Carmen no lo conocía tan de cerca. El balcón que forman las piedras encajadas es espectacular.
Poco más adelante, llegó la segunda actividad: el paso por la grieta bajo los Hermanitos, un lugar muy poco conocido, incluso entre la gente habitual de la zona y los escaladores. Una pequeña trepada nos deja a los pies de la cara Noreste del segundo Hermanito, para ver de cerca sus rotundos techos y desplomes.
Tras descender la placa, giramos hacia el Sur, llegamos a la portilla de los Hermanitos y remontamos bajo la pared del Perro Que Fuma. Dejamos pasar un buen rato viendo cómo una cordada escala la vía normal del Segundo Hermanito. Por cierto, en lugar de hacerlo en dos largos -como toda la vida se ha hecho- están subiendo en uno sólo. La consecuencia lógica es que la cuerda le roza un montón al primero, al tener que pasar por el desplome, y no le queda más remedio que montar la reunión antes de llegar a los seguros de la cumbre (bueno, supongo que seguirán estando). Me quedé con ganas de ver cómo salían del rápel superior; tengo un recuerdo especial de la última vez que estuve allí y es una salida aérea y que requiere confianza como pocas.
Después de comer, acometemos otra de las actividades "especiales" del día. Trepamos por la cara Sur hacia el Perro. Llevábamos una cuerda de 30 m para salir de apuros y algo de material, y lo utilizamos para colocarnos con seguridad suficiente en la base del diedro-chimenea en el que se apoyan las piedras de la cumbre. Obviamente no pasamos de allí: son palabras mayores para esta ocasión. También ahora recuerdo el rápel que hicimos Jose y yo tras escalarlo hace... tropecientos años.
Nos entretenemos más de la cuenta, con la magnífica disculpa de hacer las cosas razonablemente seguras, así que Carmen ya nos está aguardando ya en la base, donde comienzan los primeros pasos complicados.
Seguimos caminando por el lado Sur para alcanzar la portilla de Cobos y de allí, los riscos del Francés, precioso mirador sobre la enorme planicie del Sur, la Peña de Chilla, los Hermanitos (por su cara menos vista), los enormes contrafuertes del Casquerazo y el Cuchillar. Seguimos camino de la Portilla de los Machos y nos desviamos hacia la cumbre del Casquerazo. Se trata de pico "imprescindible", con una de las vistas más espectaculares sobre el conjunto del Circo. Es realmente recomendable.
El duro descenso hacia la laguna y la subida de los Barrerones nos deja en el Canto del Rayo cuando ya es de noche. El cielo está espectacular, despejado y limpio. Las estrellas forman un decorado que nos incita a parar, apagar la linterna y contemplarlo unos momentos. En el descenso, la salida de la luna llena pone el broche de oro a la jornada. Estamos cansados, pero satisfechos; ha sido un día extraordinario. Nuestros amigos de Salamanca que ya han regresado de su jornada por la Galana y el Almanzor (¡bravo por ellos!) se preocupan al ver que nuestro coche sigue en la Plataforma. Por suerte, pueden contactar con nosotros antes de emprender el regreso a casa.
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