sábado, 23 de julio de 2016

Impresiones de Islandia. Julio 2016

En esta ocasión no voy a hacer un diario de viaje al uso; me apetece más intentar describir las impresiones que he ido (hemos ido) sintiendo. Al final incluiré un resumen del recorrido.

Antes de aterrizar ya disfrutamos de la primera imagen impactante: por las ventanillas del avión veíamos la noche de la que veníamos por detrás y el amanecer creciente por delante. A las dos de la madrugada el sol crepuscular nos permitía distinguir desde el aire glaciares y volcanes.

El corto trayecto en furgoneta desde el aeropuerto hasta Grindavik nos presentó una primera imagen desolada, con menos verde del esperado y más terreno volcánico aparentemente estéril. En los siguientes días comprobaríamos que esta era sólo una de las muchas caras de esta isla-continente. Pasaríamos junto a campos y laderas rabiosamente verdes, terrenos de malpaís interminable, montañas y manifestaciones volcánicas de todo tipo, rios caudalosos, lagos, glaciares, decenas de cascadas a cual más atrayente, acantilados, fiordos y zonas desérticas.


Aunque parezca extraño, tengo que decir que me gustan las carreteras islandesas. Con excepción de las más próximas a la capital, en general son estrechas, sinuosas pero suaves, abrazan el paisaje, suben y bajan sin cortar las montañas ni horadarlas. No permiten circular deprisa ¡ni falta que hace! incluso hay muchos pasos estrechos con un solo carril, especialmente puentes. Vamos con los ojos abiertos como platos asombrándonos a cada momento.

Ya desde el coche las imágenes son imponentes y anticipan las atracciones que vendrán. No se ven casi postes ni cables que interfieran en el paisaje. Las granjas salpican los campos, coloridas sobre fondos verdes de hierba segada y ensilada en balas de varios colores que también contribuyen con su toque artificial a poner un estético contrapunto. Las ovejas, inquietas bolas de lana que casi siempre van de tres en tres (tiene una explicación que ahora no daré) así como los caballos, dispersos y libres hasta que llegue el frío, son parte inseparable de la imagen de Islandia.

Disfruto viendo como aparecen los antiguos valles glaciares, las montañas, las cascadas… Si por mi fuera me hubiera ido parando cada quince minutos.



Otro asunto son las carreteras secundarias, muchas de grava o de tierra, donde seguimos disfrutando con la visión todos… menos el conductor, porque hay baches, piedras, agua y sorpresas varias.

Todo en la naturaleza islandesa es excesivo, todo provoca admiración. Las cascadas son asombrosas. Variadas en su forma, descomunales algunas, recogidas otras, algunas que permiten acercarse (e incluso pasar por detrás en una), otras que provocan una lluvia pulverizada que cala sin remedio desde bastante distancia, con fondos basálticos como de teatro, panorámicas, abiertas, encadenadas o solitarias. No terminas de encajar de dónde sale tanta agua hasta que más tarde ves los glaciares. Te sientes pequeño. No importa que hayas visto imágenes antes. Es difícil comprender sus dimensiones hasta que no oyes su rugido atronador.





En este libro de geología abierto hemos podido ver las grietas que está provocando la separación de las placas oceánicas. La tierra se mueve, no es algo metafórico. En los trazados de la dorsal que atraviesa la isla de abren cientos de conos volcánicos que cada muy poco tiempo entran en erupción, algunas veces con consecuencias catastróficas. Las fumarolas se ven por doquier, con campos geotermales que expulsan gases, agua caliente y lodo, géiseres y aguas termales. Por cierto, que además de aprender y asombrarnos, también disfrutamos de los baños calientes que la naturaleza ofrece.




Las formaciones basálticas son alucinantes. Hay que verlas para creer que puedan existir.




Landmanalaugar es un lugar absolutamente onírico. En las Highlands, deshabitadas e inhóspitas, se alzan montañas de colores provocados por riolita, una roca ígnea. Los verdes, rojos, violeta, naranja, blanco o rosa se van mezclando con las coladas volcánicas. No puedo evitar la sensación de estar dentro de un cuadro. Es tan hermoso, tan diferente de todo lo que hayamos visto antes que abruma, provoca confusión. Voy atónito sin poder dejar de decir interjecciones. Creo que acabé con todo mi repertorio.


Los glaciares también sobrepasan todo lo esperable. El Vatnajökull es la tercera mayor masa de hielo del planeta, tras los polos. La altura de las paredes de hielo es sobrecogedora. Para mí, la excursión que hicimos al pico Kristianantindar, con las lenguas glaciares a los lados fue un recorrido completamente memorable. En esta tierra de “hielo y fuego” algunos volcanes muy poderosos están situado bajo los glaciares; cuando se activan, aparte de la expulsión de magma, cenizas y gases, funden masas de hielo brutales que provocan destructivas inundaciones. En una de las últimas ocurridas el mar no fue capaz de difundir el agua y el lodo canalizado por uno de los valles y se generó un tsunami.



En el lago Jökulsarlon los grandes bloques de hielo que caen de una de las lenguas del gigante Vatnajökull forman icebergs que se acumulan junto a la única salida hacia el mar. La imagen es preciosa. Por el desagüe del lago, aparte de la acumulación de los bloques de hielo, las mareas crecientes arrastran peces de los que las focas dan buena cuenta. Bandadas de charranes árticos y otras aves, aguardan como ejércitos sobre los hielos flotantes, esperando su turno.


En cuanto a la fauna, los pajareros han disfrutado como niños. No había manera de arrancarlos cada vez que llegábamos a un acantilado. Los cisnes se ven por toda la isla, pero en grandes bandadas en la parte sur, donde también disfrutamos a placer de la visión de los frailecillos. Alcatraz, ánsar, eider, arlequin, colimbo…la lista es muy larga para reproducirla aquí. Aparte de eso, como mamíferos grandes, vimos caribú y focas.


Reykjavik también nos reservaba sorpresas, como el concierto en directo de la banda “Lily Of The Valley”que –de pura casualidad- vimos en un bar. No estaríamos más de cien personas. Y no sólo eso, sino que además estaba organizado por una marca de cervezas y había degustación gratuita.

La comida ha sido también un punto a favor. La carne de caballo, deliciosa, el cordero muy rico, el skyr (producto lácteo con un sabor entre yogur y queso freso), el arenque, salmón ahumado y marinado…

Todo lo anterior nos lo ha facilitado en gran medida nuestro guía Hugo Domínguez, experimentado, profesional, conocedor profundo de Islandia, que nos ha facilitado la inmersión en las costumbres, historia, gastronomía, nos ha llevado sin pérdida de tiempo a los lugares previstos y nos ha guiado con seguridad por senderos y lugares inolvidables.

También nosotros tenemos que adjudicarnos una nota alta. Cada cual ha puesto su parte para que el grupo funcionara bien, lo cual es muy importante en una excursión larga.


Escribir sobre lugares que te han entusiasmado tiene el riesgo de caer en la exageración, pero me atrevo a decir que este no es el caso; en este viaje nos hemos empapado de Islandia, nos hemos visto sacudidos por su fuerza e incluso… nos hemos quedado con ganas de volver.

Pincha aquí si quieres ver la colección de fotos que puse en el anterior post.


El viaje:

3 julio: Vuelo Alicante –Keflavik . Fue la mejor combinación que encontramos, con vuelo directo. Dormimos en Grindavik.

4 julio: campo Geotermal de Geysir, cascada de Gullfoss (conocida como la cascada dorada) y valle de Thingvellir (el primitivo Parlamento).

5 julio: Landmannalaugar. Volcán Bláhnukur, campo de lava de Laugahraun y surgencia geotermal (para las cuatro más valientes).

6 julio: Akureyri. Visita a la granja-museo de Glaumbaer.

7 julio: cascada de Godafoss, la cascada de los Dioses. Lago Mivatn, reserva natural de Dimmuborgir, caldera volcánica de “Hverfjall”, Spa geotermal de “Jarobodin” y campo geotermal de Namaskerd.

8 julio: Visita P.N. Jökulsa a Fjöllum. Sectores de Asbyrgi y Versturdalur. Cascadas de Dettifoss y Selfoss. Para este día teníamos previsto el avistamiento de ballenas, pero la meteorología lo impidió.

9 julio: viaje hasta Vatnajökull, bahía glaciar de Jökullsárlón.

10 julio: cascada de Skaftafell y pico Kristinartindar.

11 julio: acantilados de Vik, reserva Ornitológica de Dyrhoaley, cascada de Seljalandfoss.

12 julio: cascada de Glufrafoss. Cascadas en el río Skoga (último tramo trekking Lanmanalaugar).

13 julio: Garganta y cascada de Glymur, ascenso al Hvalfel sobre el fiordo de la Ballena.

14 julio. Intento de ascenso al Snaefellsjökull (nos retiramos debido a la lluvia, viento y niebla)

15 julio. Reykjavik.

16 julio, Regreso a Alicante. Allí hicimos noche en Castalla para volver a Salamanca el 17 de julio, domingo.





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