El pico Susarón aparece reflejado en las aguas del embalse del Porma. El valle ofrece los colores de los chopos con su otoñada efímera y los verdes de los prados; las laderas los marrones y rojizos que ya se notan en hayas y serbales y alzándose sobre ellos, la gran atalaya de caliza blanca.
Sin competir en altura con las cumbres de Riaño, Mampodre, Valdelugueros y San Isidro, que le rodean, su situación en el valle atrapa las miradas y atrae, como ocurre con el Gilbo en Riaño. Es una montaña prominente, altiva, que parece inexpugnable desde el sur.
Las imágenes que se descubren al ganar altura son de una gran belleza. Puebla de Lillo, Redipollos y Cofiñal aparecen intermitentes entre las nubes, como el valle a nuestros pies y las montañas que nos circundan.
En el collado comenzamos a disfrutar del hayedo de la Cervatina, con vistas ocasionales sobre lugares de nombres evocadores como la Peña de la Osa y el arroyo de Ruidosos. No son sólo las hayas y el camino sobre la alfombra de hojas, también vemos robles formidables, acebos y serbales que revientan de color con los frutos maduros y las hojas rojizas.
Descendemos por el hayedo hacia Puebla de Lillo y el punto de inicio junto a la cresta del Susarón por pista y sendero variado. Durante todo el recorrido, la luz, los cambios en el paisaje y la vegetación nos ha incitado a ralentizar el paso.
En este enlace puedes acceder al track.
Y aquí, a una colección de fotos más completa de la jornada.