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miércoles, 13 de enero de 2021

Zapardiel- Barquillo Cimero- Chozos del Pezuelo 2021-01

El acceso más conocido a Gredos por el norte, desde Hoyos del Espino, evidentemente no es el único. De hecho, no es el más corto para llegar a Cinco Lagunas, la Hoya de las Berzas, Las Lagunillas, el Gutre, Majalaescoba, el Meapoco, el Risco del Fraile o el Risco de las Hoces, por citar solo unos pocos lugares.

Las autoridades apoyaron el acceso por Hoyos con la construcción del refugio del Rey en 1911 y el edificio del futuro parador en Navarredonda en 1914, pero hubo otros pueblos que fueron puntos de partida de los pioneros (lo que expongo está fundado en la investigación de Antonino González Canalejo, y en particular de su Tesis Doctoral "El regeneracionismo y la institución libre de enseñanza en el descubrimiento de las montañas españolas: Guardarrama y Gredos").

Navalperal, Aliseda, Angostura, Navamediana, Bohoyo o Zapardiel de la Ribera cuentan con sendas que conducen a los pastos altos de las gargantas y de allí, a los cordales. Desde todos estos lugares parten caminos tradicionales, que a día de hoy están razonablemente bien conservados. Junto a varios de ellos existían chozos ancestrales, como en el Barquillo Cimero de la Garganta del Pinar, los dos de la Barranca o el del Novillero. 

En mi opinión, diversificar los accesos a Gredos, utilizando estos caminos, quita presión al Circo de la Laguna Grande, favorece la economía de los pueblos serranos en su conjunto, da a conocer más aspectos de la sierra y limita las aglomeraciones en la Plataforma de Navacepeda.

En esta ocasión volvemos a entrar por Zapardiel. Los recorridos que desde allí podemos tomar presentan aspectos etnográficos, naturales y paisajísticos de gran valor. Subimos desde el área recreativa junto al Tormes por la ladera hidrográfica derecha de la Garganta del Hornillo. El comienzo está cuajado de enebros y a medida que tomamos altura ofrece vistas magníficas sobre el valle del Tormes y las sierras del entorno.


Las vallas de piedra y muestras del uso ganadero se suceden hasta llegar al primer punto de descanso, el refugio del Prao Seco, magníficamente acondicionado y mantenido. En la subida hacia la parte alta de la Garganta del Pinar, pisamos nieve que no tiene prácticamente adherencia; son cristales muy finos que se acumulan en ventisqueros y a veces sobre hielo. Los piornos están engalanados de blanco. La Mogota del Cervunal, la cuerda de la Galana, el Picurucho y el Gutre van mostrándose cada vez más altivos, más blancos, con hielo pegado en sus rocas que les da apariencia de ser inaccesibles.

Llegamos al Barquillo Cimero, mirador que, con cierta facilidad, nos permite asomarnos a un espectáculo de cumbres, paredes y abismos de gran belleza. Sólo llegar hasta este punto justifica sobradamente el esfuerzo, si bien, una vez que ya hemos ganado altura, la montaña nos provoca para continuar adelante, como hemos hecho en otras ocasiones (Las Lagunillas 2017-11 y 2018-06).

En lo alto del la cuerda del Barquillo está el segundo refugio del día, más pequeño, pero igualmente bien dotado y conservado.


Iniciamos el descenso hacia los Chozos del Pezuelo, tercer refugio. Ya he escrito sobre ellos en los post anteriores. Hay que añadir que su acondicionamiento no ha hecho más que mejorar, aunque el agua procedente de la nieve del techo se filtra por algunas goteras. Se ha instalado junto a los chozos un panel informativo con un texto e ilustraciones de calidad, lo que es de agradecer en tiempos en los que los carteles informativos no suelen ser otra cosa más que propaganda. Recordamos la jornada en la que organizamos una salida para La Facendera (aquellos tiempos en los que se podían hacer excursiones sin riesgo de contribuir a transmitir contagios que pueden ser mortales para nosotros o nuestros familiares). Entonces tuvimos el privilegio de ir acompañados por Sergio, alma del proyecto de recuperación del conjunto etnográfico y por Antonino, uno de los mejores conocedores de Gredos.

Seguimos hacia los sorprendentes abedules centenarios, auténtica joya viva y al cuarto refugio del día, bien conservado como como los anteriores, la llamada Casa de las Alamedas y su corral circular.


El descenso lo hacemos por el robledal y el pinar; en este último se han talado centenares de árboles. Nada que reprochar puesto que para eso se plantaron. Lo que si es inadecuado es que hayan quedado árboles tirados y que la pista final haya quedado destrozada por el paso de maquinaria pesada. Afortunadamente, ahora la nieve cubre la tierra pegajosa y permite el paso. Cuando no haya nieve, es preferible evitar esta pista, como indico en la parte final de este post.

Pincha aquí si desear acceder a una colección de fotos más completa de la jornada.

Aquí puedes acceder al track en Wikiloc.

1 comentario:

  1. Qué pasada la Casa de las Alamedas! Me gustaría mucho visitarla. Fotones, por cierto. Un abrazo y gracias por compartir. Ana

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