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viernes, 1 de mayo de 2020

Madeira, los caminos del agua

La forzosa parada en la actividad viajera me lleva a repasar alguna de las escapadas anteriores, que han sido muchas y muy gratificantes.

Hace un año visitamos Madeira por segunda vez en poco tiempo. Entonces, acompañamos al agua despeñándose por los barrancos, mientras que ahora hemos tenido un viaje más reposado, aunque no exento de recorridos exigentes, disfrutando de la naturaleza. Puedes ver las imágenes y comentarios de los recorridos anteriores en estos enlaces:



En esta ocasión comenzamos por el Cabo de San Lorenzo, cuya costa torturada muestra las huellas del origen volcánico de la isla.



Seguimos el paso de las conducciones de agua, las levadas, tan abundantes y espectaculares, como las de Risco, Alecrim y Venticinco Fontes, muy concurridas pero llenas de vegetación y de gran belleza. La cascada y el lago de Vento, que se aparta de lo más conocido, presenta un aspecto inolvidable.



Otras levadas nos llevan a las enormes Caldeirao Verde y Caldeirao do Inferno, y a otras como Lamaçeiros, Ribeiro Frío, Balçoes o Porto da Cruz. La mayoría de ellas se recogen en los post anteriores. Cada una tiene sus incentivos: túneles de todo tipo, precipicios, vistas sobre bosques tupidos de laurisilva, tapices vegetales o cultivos en laderas inclinadas hacia el abismo.



Los senderos por la zona más elevada también son imprescindibles: Areeiro-Ruivo, Camino Real da Encumeada o Ribeira dos Cedros. Este último une la meseta, bajo un arbolado centenario, con una de las levadas más antiguas.





Los miradores, algunos con funiculares utilizados para llegar a los cultivos al lado del mar, los jardines exuberantes de flores y plantas, la costa, los mercados, ciudades y pueblos, la gastronomía, todo presenta un gran interés en Madeira.


El 14 de febrero de este año, Jose y yo hicimos una presentación en “El Trotaviernes”, comentando los dos viajes.

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