sábado, 25 de febrero de 2017

Malta, febrero 2017

Acabamos de hacer una escapada a la preciosa isla de Malta y venimos impresionados por los restos arqueológicos de las antiguas culturas que poblaron Gozo, Comino y Malta. Desde el 5.200 a.C. se construyeron grandes templos con estructuras, decoraciones y esculturas de una categoría asombrosa; se considera a varios de estos templos como los edificios independientes más antiguos que se conocen. Mas tarde, fenicios, griegos, cartagineses, árabes, normandos, bizantinos, españoles y británicos dejaron sus propias huellas.


En un territorio muy pequeño se concentran multitud de atracciones culturales y algunas naturales. Por todas partes hay fortificaciones, iglesias, palacios y edificaciones de interés. Es una delicia pasear por las calles de Mdina, Rabat o la parte histórica de la gran aglomeración junto a la Valeta, con las ciudades de Senglea, Vittoriosa y Cospicua, cada una con su puerto y con una entrada común a la bahía para todas ellas.


Las enormes y omnipresentes fortificaciones construidas a lo largo de los siglos nos ayudan a imaginarnos las épocas de asedios, bombardeos y desembarcos. Malta fue cedida por el emperador Carlos V a la orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan en 1.530, a cambio de un halcón al año. Los caballeros-monjes, una auténtica multinacional europea (se hablaban ocho lenguas y cada una tenía sus propios palacios y zonas asignadas en los recintos religiosos) defendieron la isla y fueron un auténtico cortafuegos contra la armada turca.

Desde el punto de vista de la naturaleza, las costas presentan grandes acantilados y formaciones naturales caprichosas, cuya belleza se ve reforzada por un agua transparente.


La comida es buena, como cabe esperar en un lugar tan cercano a Sicilia, con vegetales y frutas. Por supuesto, el pescado es magnífico. Merece la pena acercarse a ver las capturas en los puestos del mercado dominical de Marsaxlokk.

El idioma maltés tiene sonidos árabes e italianos, aunque todo el mundo habla inglés, dado que fue una colonia de Gran Bretaña durante los últimos 160 años, hasta que el archipiélago se convirtió en un estado independiente en 1.964. La gente es amable y se esfuerza en comunicarse.

La parte más complicada es el tráfico. El hecho de conducir por la izquierda me resulta difícil de comprender cuando hablamos de unos territorios tan pequeños en el centro del Mediterráneo. Parece que sería más lógico que se adaptaran al entorno y cambiaran el sentido de circulación. El caso es que muchas de las calles son estrechas, hay coches aparcados por todas partes y cualquier obra provoca cambios que vuelven loco al GPS. Si se tiene tiempo de sobra, puede ser una buena idea arreglárselas con el transporte público.

Pincha en este enlace o en las fotos para acceder a una presentación de fotos del viaje.

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