Páginas

miércoles, 1 de marzo de 2023

Castro Laboreiro, Lindoso y Soajo. Peneda-Gerês. Portugal.

El Parque Nacional de Peneda-Gerês está situado al Noroeste de Portugal. Ocupa la zona exterior de un amplio arco que dibuja la frontera con España; la parte interior del arco se corresponde con la Baixa Limia y Serra do Xurés, en la provincia de Ourense. Se unen aquí el mayor Parque Natural de Galicia y el único Parque Nacional de Portugal. La zona tiene un enorme interés desde el punto de vista histórico, patrimonial y natural. 

Entramos en Portugal por Ameijoeira, donde se percibe un cambio radical en carreteras, paisaje y modo de vida. Vemos a tres mujeres vestidas de negro charlando junto a una casi enigmática construcción de piedra. Los perros pastores de un pequeño rebaño de ovejas me ponen a prueba antes de hablar con ellas. El edificio es un horno comunal. No es una reliquia reconstruida, sino un horno que ha sido y sigue siendo usado. Me lo abren para ver su interior.


Vamos hacia Castro Laboreiro, nuestro primer destino del día. Los afloramientos rocosos se van haciendo más abundantes y crean un paisaje agreste, con personalidad única. Pequeñas aldeas situadas en puntos elevados salpican el paisaje: son las brandas, seña de identidad de las migraciones cortas que se producían entre estas, en verano, y las inverneiras o zonas de invierno situadas en los valles. Las viviendas y establos dan testimonio de la abundancia del granito y de lo sólidamente que se construía. 

Castro Laboreiro está situado junto al río del mismo nombre. Se sabe que tuvo ocupación desde tiempos remotos, pues existen restos arqueológicos en su proximidad y su castillo se construyó sobre un castro.

La aldea conserva edificios en piedra, una iglesia de origen románico, varios puentes de gran valor, molinos y el castillo de época medieval. Es un lugar muy visitado, con razón. Me imagino que con buen tiempo puede ser un tanto agobiante, aunque la mayoría de la gente se limite a pasear por el pueblo, asomarse al mirador y comer en uno de los restaurantes de la zona nueva. En los alrededores hay varios "trilhos" o senderos bien señalizados.

Hacemos un pequeño recorrido por el río. El "Ponte Velha" o "Ponte dos Mouros" fue construido (al menos tal y como se conserva hoy) entre los siglos XV y XVI. Está situado junto a varios molinos y una sucesión de preciosas cascadas que se descubren a medida que perdemos altura por un camino dotado con peldaños metálicos en algunos puntos.

El castillo, cuyos restos son del s XIII, no está situado en el mismo pueblo sino en un cerro elevado. Hay que seguir un corto sendero señalizado. Merece la pena conocerlo, pues aparte de las vistas sobre el entorno hace sentir la idea de poder y control que tenían sus propietarios. Conserva una potente muralla adaptada al relieve natural, varias puertas y restos de construcciones interiores. 

De camino al castillo, una escultura de 2022 muestra la cabeza de un perro, homenaje al "cao de Castro Laboreiro", raza de mastín apreciada como guardián y pastor.

En las proximidades hay otros puentes de gran belleza, destacando el de Cava da Velha, romano del s. I y cuyo pavimento se renovó en el s. XIII. Es monumento nacional.

Cerca del anterior, los de Assureira y Dorna, ambos de origen romano y con elementos posteriores medievales y modernos, también son evocadores y su entorno es precioso.

El siguiente lugar que visitamos es Lindoso, también próximo a la frontera. Su poderosa fortaleza, escenario de multitud de enfrentamientos, destaca en lo alto del pueblo. 


Pero lo que atrae verdaderamente la atención, por lo inusual de su número y conservación, es un conjunto de 64 hórreos, aquí llamados "espigueiros" que ocupa la ladera entre el pueblo y el castillo. Tienen forma rectangular y diferentes tamaños, pues posiblemente cada uno pertenecía a una familia. Están construidos en granito y en su gran mayoría las cubiertas son también de piedra, así como las paredes que dejan estrechos huecos verticales de ventilación.


Cada pie soporta una piedra redonda, denominada "tornarratos", o bien dos pies de una misma fila cargan con una única piedra ovalada o rectangular. Apoyadas en estas se asientan los dinteles o vigas de inferiores. 

La mayoría de ellos están adornados con cruces o figuras. Hemos leídos que al parecer (en su configuración actual) se comenzaron a construir desde el s. XVIII.


El conjunto de espigueiros para secado y almacenamiento de grano (especialmente maíz) y la era comunal sorprenden como un golpe inesperado. La primera vez que lo veo me recuerda a un conjunto de mausoleos en un cementerio o de capillas ofrecidas a una pléyade de deidades. Después, caminando entre ellos, asomándonos bajo el bosque de columnas que los sostienen nos cuesta trabajo comprender el esfuerzo constructivo llevado a cabo.

Unos kilómetros más hacia el interior llegamos Soajo. Los bancales en las afueras del pueblo son otra muestra de la lucha por el aprovechamiento de terreno cultivable.

Aquí también tenemos la oportunidad de admirar un buen conjunto de espigueiros, en este caso veinticuatro, situados en un afloramiento rocoso. La impresión monumental se incrementa por el hecho de estar situados en una altura superior con respecto al entorno, como una especie de pequeña colina de la acrópolis griega.


Otro aspecto curioso de la región son las vacas cachenas, descaradas, inquietas y con una cornamenta espectacular. La de la foto de debajo parece estar en un desfile de modelos. 

En Soajo también tienen una escultura de homenaje a su perro, el "cao sabujo da serra do Soajo". Al parecer le enviaban cada año a los reyes cinco cachorros y este a cambio les eximía de impuestos. Desconozco si se trata de la misma raza que el Cao de Castro Laboreiro o es otra.

Aquí puedes acceder a una colección de fotos más completa de la jornada

En el siguiente artículo del blog comento más sobre el parque Nacional de Penedas-Gerês, en sus aspectos de cascadas y senderos. La zona es tan atractiva que requiere de más de un viaje.


No hay comentarios:

Publicar un comentario