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viernes, 12 de agosto de 2022

Cueto Redondo y Valdecoro, Fuente Dé. Picos de Europa.

La entrada más cómoda al macizo central de Picos de Europa es por el teleférico de Fuente Dé. Por aquí solemos acometer los recorridos a los gigantes calcáreos. Pero "el Cable" da también acceso a sendas plácidas que transcurren por praderas, bosques y montañas con perfiles suaves que se asoman a miradores vertiginosos. Este es el caso del Cueto Redondo y el Valdecoro.

Una de las ventajas de estar federado en montaña es que tenemos descuento para usar el teleférico y facilidad para hacerlo en la primeras cabinas de la mañana. La estación superior aún no está abarrotada;  podemos desayunar en la cafetería casi sin gente y disfrutar de las vistas sobre el circo inferior, con las arrogantes moles de Peña Remoña y la Padiorna enmarcando Liordes.

Nos dirigimos desde el Cable a la sucesión de elevaciones que contienen los prados de Áliva sobre el valle alto del Deva.


El recorrido carece de complicaciones y nos ofrece panorámicas aéreas sobre los bosques de Liébana, en fuerte contraste con las agrestes y monocromas murallas de Picos donde destacan Peña Olvidada y Peña Vieja.

Los prados de Áliva invitan al sosiego, a disfrutar sin prisas del camino. Así vamos siguiendo las ondulaciones de la pequeña sierra y llegamos al Cueto Redondo. El Cortés y la Morra de Lechugales, en el macizo Oriental quedan algo desdibujados; nos llaman para que vayamos a visitarlos pronto.




Desde el Cueto Redondo un sendero nos deja en el collado de Valdecoro y desde allí un corto paseo por el Joracao nos deja en la cumbre del pico Valdecoro, que sobresale sobre el valle como un púlpito.


Descendemos directamente hacia la riega del Aguasel. Vamos por una ladera inclinada que se baja bien en seco, pero que debe evitarse si el terreno está húmedo o con nieve.


A la altura de las invernales de Igüedri, que vamos viendo durante el descenso, nos incorporamos al camino que viene desde Áliva y giramos por senderos y pistas bajo un bosque con robles de buen tamaño. En un par de horas estamos de regreso en el aparcamiento de Fuente De.


El recorrido puede hacerse sin necesidad de tomar el teleférico, subiendo por la senda del Hachero, pero debe contarse con que la marcha se endurece al tener que superar casi 800 m más de ascenso.

Aquí puedes acceder a una colección de fotos más completa.

y Aquí puedes acceder al track en Wikiloc.


lunes, 8 de agosto de 2022

San Esteban de Cuñaba-Tresviso-Pasada del Picayo-San Esteban. Picos de Europa.


Nuevamente iremos a Tresviso desde el desfiladero de la Hermida. Lo habíamos hecho ya por el zigzagueante camino de las minas de Ándara; por la Pasada del Picayo y por la senda del Canal de Urdón. Esta última desgraciadamente ha sido cortada por el expeditivo procedimiento de demoler su pasarela colgada.

En la imagen que sigue, que tomamos en agosto del 2020, se ve la pasarela de Matallana. Ya no existe. 


Ahora volveremos a recorrer la formidable senda del Picayo, pero -claro está- no vamos a hacerlo de una forma sencilla. Haremos una ruta circular desde San Esteban de Cuñaba, para rodear la sierra de Cocón, subir al pico Jajau, bajar a Tresviso y regresar por la Pasada del Picayo.





Comenzamos el recorrido en San Esteban de Cuñaba. Una senda ganadera bien marcada, aunque disimulada por las hierbas en algunos tramos, nos lleva por el margen izquierdo de una garganta espectacular. Pasamos bajo bosquetes de avellanos, serbales, hayedos y algunas coníferas. En algunos momentos, con las nubes sobre nosotros, parece que nos hayamos trasladado a Madeira, tanto por la humedad, la visión del enorme tajo por el que transcurre el río San Esteban, los inclinados contrafuertes de la sierra del Cocón y la vegetación que cubre las laderas.


Aquí tuvimos que sufrir la parte negativa de la ruta: la abundancia de garrapatas. Todas las condiciones se daban para que las hubiera: el ganado que no vimos hasta las brañas superiores, la humedad, el calor y los helechos. Eran muy pequeñas, pero abundantes. Es condición indispensable usar un repelente en esta época del año (julio). Tampoco viene mal uno de insectos porque los tábanos atacan y me obligan a llevar manga larga (se ve que les gusta especialmente mi sangre, porque a Carmen la ignoraban).


Cuando llegamos a las brañas el problema desaparece, a la vez que el terreno se empina y las nubes se abren para descubrirnos la compleja arquitectura de la sierra de Cocón.



Desde el collado Gabalín se descubren las sierras asturianas del norte y poco más alto, en el Collado Galamería y el pico Jajau, los Picos de Europa, con el Urriellu destacando como un altar. La calima no permite una buena visión. Habrá que regresar para contemplarlo en condiciones.



El descenso hacia Tresviso es complicado. Hay que bajar una canal muy inclinada y resbaladiza. En mi opinión, debe evitarse en el caso de que esté mojada.

Primero por laderas sin senda y luego por camino se llega a Tresviso. Ya llevamos un buen desnivel y longitud, pero no queda más remedio que seguir. Afortunadamente vamos bien de tiempo así que nos relajamos, reponemos calorías, nos hidratamos y descansamos en la terraza de un bar.

Desde Tresviso seguimos por la senda de la Pasada del Picayo. Su trazado es difícil de imaginar hasta que no se van descubriendo los pasos. Muchos de ellos están asegurados con cables y barandillas. Todos son espectaculares. Es un sendero único y recomendable, siempre y cuando se controle el vértigo y se vaya con precaución. Hace unos años tuvimos una dificultad añadida: una cabras por encima moviendo piedras que caían sobre nosotros.



Para terminar de darle emoción, entra la niebla e incluso la lluvia fina: Más necesidad de extremar la precaución.



Ocasionalmente las nubes se abren para permitirnos la visión fantasmagórica de pináculos y abismos hasta las canales, con sendero bien marcado, que nos dejan de nuevo en San Esteban.



Con su dureza (1,800 m de desnivel acumulado y casi 20 km de longitud) y sus pequeños inconvenientes (de ocho patas) es un recorrido memorable.