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lunes, 7 de diciembre de 2020

Arribes del Huebra en Saldeana. 2020-12

La provincia de Salamanca tiene lugares de gran belleza, pero la comarca de las Arribes tiene una singularidad que hace que destaque y sea conocida a nivel internacional.

El Duero presta a las Arribes su imagen más reconocible, pero no la única; otros ríos han tallado el terreno con un poder parecido, a pesar de su menor cuenca fluvial que les hace más dependientes de las precipitaciones. 

En el Duero y el Tormes, los embalses crean la ilusión de lagos sobre los que se hunden las paredes verticales, mientras que en otros, como el Camaces, el Águeda o el Huebra, la naturaleza se muestra sin intervención humana. Siempre es un paisaje que impone y sobrecoge, pero cuando se acumulan lluvias, es digno de ser disfrutado. Las cascadas explotan envueltas en niebla pulverizada y el agua ruge al fondo de abismos.

Arribes tiene muchos más valores, como su avifauna, sus pueblos y los senderos por los que caminamos, rodeados de construcciones que son patrimonio de la humanidad y que debemos apreciar como tales: los muros de piedra seca, a los que se añaden los chozos y chiviteras.

El paseo de este domingo es por Saldeana. Caminamos hacia el Noroeste para alcanzar el espolón de Picón Rubio, primero de los miradores del día.

Seguimos en dirección ascendente el curso del río, por la parte alta del cañón. Vamos encontrando  balcones cada vez más espectaculares. Son lugares soberbios donde el esfuerzo compensa, tras pasar por senderos de ganado que se cierran a veces con escobas y zarzas. Los buitres se alzan frente a nosotros aprovechando con su envidiable planeo las corrientes térmicas.



Otra compensación es la soledad absoluta y el silencio. Sólo los sonidos de la naturaleza (bueno... y algunos disparos lejanos) nos acompañan.

Antes de llegar al promontorio donde se sitúan las rocas conocidas como El Fraile y la Monja, la lluvia nos persuade de seguir; preferimos seguir hasta Saldeana para comer en los molinos del Arroyo Grande. Desde allí seguimos el precioso sendero que rodea el castro del Castillo.



Nos paramos en cada mirador, aunque el sendero no tiene un metro que desperdiciar. El último, ya casi rodeado el cerro, es el broche de oro, el llamado "del Huebra", donde el Huebra muestra un meandro soberbio, con pozas rodeadas de paredes graníticas. 



La salida tiene como final lógico la visita al fantástico castro vettón del Castillo. Un lugar evocador, con una protección natural inmejorable en tres de sus caras y una poderosa muralla precedida del mayor campo de piedras hincadas de todos los castros vettones. Los derrumbes de piedras por todas partes me hacen soñar con la esperanza de se acometa su investigación arqueológica y puesta en valor. Sólo hay que ver los restos que permanecen visibles para comprender su importancia histórica.

En este enlace puedes acceder a una colección más completa de fotos de la jornada.

La visita al castro de Saldeana y el recorrido circular del monte sobre el que se asienta y los molinos está perfectamente señalizado sobre el terreno, aunque si lo deseas, también hay multitud de tracks para descargar en Wikiloc.

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