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martes, 30 de junio de 2020

Laguna del Gutre y Galana. 2020-06

Por fin hemos regresado a Gredos. Ya habían pasado varios meses de la última salida, tantos como el tiempo de confinamiento al que el maldito virus nos obligó.


Está claro que había muchas ganas de volver a la sierra: cuando llegamos a la Plataforma de Navacepeda, a poco más de las ocho de la mañana, quedaban pocas plazas de aparcamiento libres. Seguro que esa mañana tuvieron que cerrar el acceso.

Comenzamos la subida por Reguero Llano para evitar a la gente que iba por el camino normal. Pocos saben que el primer refugio de Gredos se construyó en 1919 en este lugar por el "Club Alpino Español" (*).


Vemos mucha gente joven, bastante más de lo normal, lo que nos alegra. Espero que disfruten como nosotros lo venimos haciendo desde hace tantos años.

La senda real nos va llevando por su buen trazado hasta la Portilla del Rey. El origen del camino que seguimos está en la creación en 1905 del Real Coto de caza de Gredos. Entre 1911 y 1919 se organizaron "cacerías reales"; Alfonso XIII participó en cinco de ellas. Para facilitar la actividad se construyó en1914 el refugio del Rey en Navasomera y se crearon los caminos que servirían a las comitivas de nobles y regios cazadores. Ya con un nivel superior, en 1928 se construyó el edificio que después pasó a ser el primer Parador Nacional de Turismo de España, el de Navarredonda (*).

Desde la Portilla del Rey continuamos hacia el promontorio rocoso que se asoma sobre las Cinco Lagunas. Es un balcón espectacular, con una visión aérea muy original y que no se suele visitar. Varias veces, yendo por el cresteo del Canchal de la Galana nos habíamos propuesto acercarnos, pero sólo hace un año lo pisé por primera vez, cuando accedimos a la laguna del Gutre desde aquí.

Nos vemos rodeados por La Galana, las verticales paredes del Gutre, el Picurucho, Meapoco, Risco del Fraile, los profundos recuencos de la Hoya de las Berzas, Cinco Lagunas, y abajo, la laguna de Majalaescoba enmarcada por la forma glaciar de la Garganta del Pinar.


Tras bajar a la laguna del Gutre, ascendemos por la brecha de la Galana y trepamos a la cumbre. ¡Cómo me gusta esta cumbre! Es cómoda, mucho menos visitada que el Almanzor, y con unas vistas  fabulosas tanto sobre lasa cumbres del Circo como sobre la primera de las Cinco Lagunas. Hoy especialmente, que las nubes y la atmósfera colaboran, las imágenes son para conservar en la memoria. Las luces y sombras refuerzan las formas de cuchillares y cumbres.


Antes de bajar hacia la laguna y regresar, paramos en el Venteadero para disfrutar de la visión del Ameal, Risco Moreno, Cerro de los Huertos y el Circo. Desde este lugar, Unamuno escribe: "(...) he descansado al pie de un ventisquero contemplando el imponente espectáculo del anfiteatro que ciñe la laguna de Gredos y he visto el Ameal de Pablo levantarse como el ara gigante de Castilla. Traigo el alma llena de la visión de las cimas, de silencio y de paz y de olvido." (*)










(*) Todos los datos históricos y citas que aparecen en este post proceden del trabajo de investigación "Gredos, Naturaleza y Literatura", de mi admirado Antonino González Canalejo, de Barco de Ávila.



lunes, 22 de junio de 2020

Integral Circo de Barco. 2020-06.


El final del confinamiento merecía una salida de altura. Optamos por una de las clásicas, la integral al Circo de Barco. En esta ocasión haríamos un variante circular con salida y llegada a la proximidad de Puerto Castilla.

El arranque es fuerte, por un pinar que conserva algunos abedules en su parte superior. Llegamos a Praos Cardiel y nos desviamos del camino normal para seguir la marcada morrena por la cuerda del Risco del Águila.


La subida hasta el primer promontorio rocoso es cómoda. Allí la situación cambia; los piornos se han apoderado de la senda y el avance es dificultoso.

Me viene a la cabeza una reflexión: Si queremos promover un turismo respetuoso, no sólo hacen falta alojamientos, sino también los contenidos que justifiquen viajes y estancias. Es imprescindible el cuidado, conservación y promoción del patrimonio, incluido el natural. La Sierra de Barco tiene pueblos, ríos, montañas y caminos de una categoría muy alta. Este tramo de senda es un buen ejemplo. Va colgada sobre la garganta de Galín Gómez y tiene miradores panorámicos de gran belleza, pero hoy por hoy, es impracticable. Se impone un desbroce regular y sensato (para permitir el paso de personas en fila) de las sendas serranas.

Por otro lado, favorecer el uso de los senderos en lugar del paso indiscriminado por todas partes, tiene un balance ecológico mucho mejor. Debemos animar a que las autoridades competentes actúen en este sentido: nos conviene a todos.

Desistimos de seguir la línea de hitos y encontramos el mejor paso por el borde de la garganta de Galín Gómez, en el límite entre las rocas y los piornos. Una vez llegados al gran hito que marca el camino hacia el puerto de Tornavacas, estas dificultades desaparecen.




Llegamos a la cumbre de Castilfrío, balcón sobre las gargantas de San Martín y de la Sierra, que vierten al valle del Jerte. Enfrente, la portilla de Jaranda da paso a la garganta del mismo nombre, que desagua hacia la Vera. Los contrastes entre los amarillos de los piornales y las rocas son soberbios.




La cresta que nos lleva a coronar los picos que cierran el Circo de Barco cambia el carácter de la ruta haciéndola más montañera. Las subidas y bajadas por un terreno enriscado obligan a mantener la atención. Las vistas sobre el circo desde la Azagaya y la Covacha, con sus dos lagunas glaciares y la vertiente Sur son espléndidas.



El ascenso al Juraco se hace por la cresta, tras una trepada que tiene cierto riesgo y que no recomiendo acometer a nadie que no tenga experiencia y conocimientos suficientes (la cumbre se puede alcanzar también rodeando el pico por la derecha y entrando por la Portilla Honda). Aquí tenemos una visión aérea de la laguna de los Caballeros bajo paredones enormes que se desploman a pico.






El siguiente paso es la laguna más escondida de la sierra, la Negra o Cuadrada, una preciosa cubeta glaciar con un fantástico ambiente alpino.



Tanto recrearnos en los paisajes, cuando llegamos a la laguna de Galín Gómez está cayendo la tarde. Las cumbres que hemos pisado se reflejan en el espejo del agua.



El camino normal de la garganta también tiene gran belleza. Los prados atravesados por meandros están completamente verdes, como si fuera Pirineos. Algunas cabras corretean y juegan despreocupadas. Se ve que hace tiempo que no ven seres humanos. La abundancia de agua hace que las pozas estén a rebosar y la cascada también se ofrece a nuestra vista magnífica.


Aparte de todo esto, ha sido un buen día de observación de fauna; hemos visto conejos, un zorro, un jabalí, montones de cabras, la omnipresente lagartija carpetana (endemismo en el Sistema Central), buitres, otras aves y especialmente nos hemos recreado con las piruetas y los cantos de los roqueros rojos en las paredes del Juraco.

Pincha en este enlace si desear acceder a una colección más completa de imágenes de esta jornada.

Pincha aquí si quieres acceder al track. Ten en cuenta lo comentado más arriba.

Aquí puedes acceder a otras rutas parecidas comentadas en este blog:
Tornavacas- Circo de Barco-Puerto Castilla
Cuatro Lagunas
Azagaya, Covacha y Juraco




viernes, 19 de junio de 2020

Cerca de Salamanca. Monleón, Ollas de la Sapa. 2020-06


Monleón se sitúa cerca de Linares, en la demarcación geográfica de Entresierras. Es un lugar menos conocido de lo que merece, que impresiona por su emplazamiento y restos monumentales. El núcleo medieval se ubica sobre un teso bien defendido: de forma natural por su elevación sobre el río Alagón y el arroyo Riofrío y de forma artificial por sus potentes murallas e imponente castillo.



El verraco de origen vetón situado frente a la puerta de la Villa pudo pertenecer al poblado vetón de Manliana, el actual Monleón. Fue repoblada y dado el título de villa por Alfonso IX de León en 1.199. En el s. XIII se reforzaron las murallas y en el s. XV el castillo, alzado de forma un tanto sorprendente en el lado más inaccesible del terreno. Al parecer la motivación para la ubicación y la altura de la torre sería su carácter de vigilancia sobre el acceso por valle del Alagón.

Salimos desde las cercanías de la puerta del Sol, primero junto a huertas y luego por pistas, que evitamos en lo posible para atravesar por robledales, plagados de una abundante floración. Un llamativo canto de aves nos hace pararnos para disfrutar a placer de varias oropéndolas.

Llegamos a Casas de Monleón y paramos en su iglesia semiderruida. El campanario, las molduras en piedra o las plantas que colonizan la nave y trepan hacia los huecos de las ventanas crean una atmósfera evocadora.


El siguiente punto de interés es una infraestructura hidráulica sorprendente, sin nada parecido en Salamanca, al menos que yo conozca. Camino de Los Santos llegamos al arroyo de Santa María y allí nos encontramos con restos de varias construcciones, que en su día fueron un molino, posiblemente un batán, un pontón y -junto a él, sobrevolándole- un acueducto. En uno de los lados del arroyo, la roca está tallada para dirigir el agua hacia la canalización del acueducto. Las paredes a ambos lados pasan a ser columnas de cantería de forma cuadrada en el paso del arroyo. Todo ello soporta un conducto tallado en piedra en los muros y de madera entre las columnas. También vemos una lagareta tallada en roca.



He tratado de investigar el origen de estas construcciones y no he encontrado nada fiable. Eso si, he visto fotos antiguas que demuestran su deterioro galopante. Es un conjunto impresionante de patrimonio tradicional que debe ser conservado y puesto en valor. Para ser positivo, diré sólo que animo a nuestros administradores a que no ignoren o desprecien su valor cultural y la información que transmite sobre los modos de vida de nuestros antepasados. Si no se hace nada, se perderá en pocos años.

Seguimos por callejas y salvamos dos cursos de agua por sendos puentes con grandes lanchas de granito. En realidad hemos hecho casi un bucle para volver a Casas de Monleón. Por pistas sin más interés que la vegetación de las fincas circundantes y las vistas sobre la sierra de Béjar, llegamos al río Alagón.


El río está lleno de ranúnculos. Sorprendemos a varios galápagos (creo que son Mauremys leprosa) que están tomando el sol en la orilla. Seguimos la ribera del río para subir a otro de los puntos fuertes del paseo: las Ollas de la Sapa.


El río Alagón se encuentra con un lecho granítico donde la erosión ha hecho un trabajo de escultor. Ha tallado marmitas de gigante de todos los tamaños, formas redondeadas, pequeños saltos encadenados y pozas. El lugar tiene una estética con personalidad; transmite fuerza. No es de extrañar que se construyeran sepulturas en su cercanía en tiempos remotos.




Entre visualizar aves e identificar plantas, llegamos al yacimiento visigótico de Monte Alcaide, un pequeño poblado que fue excavado hace unos años y que hoy se encuentra totalmente perdido, arrasado por el ganado, con las vallas tiradas y los muros de las viviendas cubiertos por vegetación. Es imposible dar con las sepulturas, lagares y alguna otra construcción que sabemos existen en la proximidad. Como mínimo, si no se acondiciona, debe protegerse de forma eficaz para que pueda investigarse o ponerse en valor en el futuro.


Desde aquí, nuevamente por pista, regresamos a Monleón. Antes de llegar, vemos otra incongruencia, el llamado "mirador de la Poza", con su pavimento, sus barandillas y sus vistas... hacia la nada, porque la vegetación y los árboles impiden toda visión. Además, las vistas sobre Monleón existen ya en varios puntos del camino: hay muchos lugares donde invertir mejor el dinero para dar valor al patrimonio natural y cultural de los pueblos.


Más abajo vemos el motivo del nombre del "mirador", la infraestructura de lavaderos, fuente y poza, también bastante oculto por la vegetación. El tramos de camino que nos lleva hacia la Puerta de Coria, junto a la torre del Homenaje del castillo, es precioso, con una fuente muy antigua y un pontón largo y con grandes lajas que permite atravesar el Alagón, antes de llegar a una de las imágenes icónicas de Monleón: la muralla y la poderosa torre.



En este enlace puedes acceder a una colección de fotos más completa del recorrido.


miércoles, 17 de junio de 2020

Cerca de Salamanca, Las Quilamas 2020-06


El trayecto desde Salamanca hacia las sierra de Francia, las Quilamas o las Batuecas nos lleva a través de varias zonas biológicas muy diferentes. Partimos de la llanura cerealista que poco a poco se convierte en dehesas de encinas. Cuando el terreno comienza a ondularse, nos adentramos entre robles que pasan a ser bosque mediterráneo. Tal variedad biológica y de paisajes en una distancia tan corta siempre me ha maravillado. En ocasiones, como en esta primavera, los cambios de colores parecen cambiarnos también de estación.


En esta ocasión vamos a recorrer caminos en el corazón de las Quilamas. Haremos una ruta circular entre San Miguel y Valero pasando por antiguos -y casi perdidos- caminos tradicionales y acompañando al Arroyo Quilamas.

Iniciamos el recorrido en San Miguel de Valero, junto a la escultura que evoca la leyenda del rey Rodrigo y la reina Quilama. Muy cerca, un costoso indicador metálico nos señala como "catedral viva" un castaño... muerto. No se ha sabido o podido mantener con vida el árbol. Desconozco si se hubiera podido salvar, pero resulta anacrónico ver juntos el magnífico indicador mostrando el castaño seco. En otra ocasión contaré la triste historia del roble gordo de Navalonguilla, una auténtica joya que se cargaron al hacer un canal junto a su base y que -eso si- sigue muy bien señalizado en el pueblo.

Dejamos el camino que nos llevaría hacia la Honfría para girar hacia las Eras de la Peña del Izquierdo. Hay una antigua senda, que todavía se puede seguir, aunque con dificultad. Las jaras la han tomado y si no se remedia se perderá en poco tiempo.

El bosque llena todas las laderas con el cerro del Castillo al fondo. 




El número de alcornoques y encinas aumenta según descendemos, como las muchas flores y plantas de todo tipo. Antes de llegar a Valero giramos para seguir el curso del Arroyo Quilamas.

Cerca del pueblo charlamos con un señor mayor que pasea junto a las huertas. En la conversación, sin más, nos dice que tiene un montón de piedras interesantes, algunas procedentes de yacimientos arqueológicos. Intentamos hacerle ver que expoliar restos arqueológicos es dificultar su conocimiento científico y que no tenerlas catalogadas es una pérdida para la sociedad. Supongo que ocurrirá en muchos más lugares, pero en Valero hay (por lo menos) un jardín con restos procedentes de Castil de Cabras y de otros yacimientos (alguno de Portugal). ¿Qué pasará cuando este hombre ya no esté ¿seguirán conservando "las piedras" o irán a la escombrera? Se impone una campaña para sacar a la luz todo este material arqueológico, como mínimo para tenerlo catalogado. Una opción sería comprometer que no haya sanciones y que se deje donde está con la condición de que se conserve correctamente y que se reintegre a la administración pública cuando fallezca quien lo recogió.




El recorrido nos lleva junto al arroyo, primero junto a huertas y luego por bosques de rivera. En la primera presa tratamos de tomar el otro lado del río, pero las zarzas bloquean completamente el sendero. Tenemos una alegría adicional: nos topamos en nuestra lucha con las zarzas con un cerezo que crece cerca del arroyo; aunque no está cuidado, sus cerezas son deliciosas. 





Llegados de nuevo a Valero, subimos por el camino viejo, magnífico de vegetación bajo una bóveda de castaños, robles, alcornoques, madroños, acebos, cerezos, guindos...

En mi opinión, es necesario que los senderos tradicionales se desbrocen. Con un coste pequeño se conseguiría dar contenido a las actividades que podrían fomentar el turismo de naturaleza. Se trata de que la gente encuentre motivos para estar un cierto tiempo en los pueblos y no limitarse a visitas frugales con el coche. Las Quilamas -tan cerca de Salamanca- tienen belleza y naturaleza más que sobrada para conseguirlo.