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sábado, 22 de febrero de 2020

Los Cucurrumachos de Navalosa (Ávila)

Los Cucurrumachos. Domingo de carnaval.

El mayo se yergue en la plaza. A primera hora de la tarde del “domingo gordo” se van congregando a su alrededor personajes con aspecto aterrador: voluminosos, cubiertos por mantas de rayas, tejidas con tiras de trapos (“pingueras”), la cabeza cubierta por una máscara de madera, con crines de caballo o burro, pieles de animales coronadas por cornamentas de cabra o vaca, guantes y algunos con bastones adornados con calaveras de animales. Llevan decenas de cencerros atados a la cintura y la espalda que hacen sonar con sus movimientos exagerados. Con aspecto amenazador, parecen representar algunos trabajos ganaderos o agrícolas; ocasionalmente, sacan paja de sus alforjas o sacos y la arrojan sobre la gente.






Durante todo el fin de semana se ha ido preparando la celebración del carnaval en Navalosa. Los quintos han conseguido una casa donde reunirse y han recorrido el pueblo pidiendo a los vecinos alguna contribución. Lo habitual es que recojan huevos, pero también embutidos, pan, dulces, etc que transportan, en las alforjas de un burro.


También reciben dinero, que se encarga de recaudar uno de los mozos, “el vaquilla”. Con lo recaudado invitarán a todo el pue pueblo y estarán de fiesta permanente. El sábado, los quintos recogen un chopo de gran tamaño y –ayudados por los demás mozos- lo plantan en el centro de la plaza.

El domingo, los quintos y quintas se visten con sus mejores galas serranas, ellos con trajes de paño, pañuelos bordados, bastones con cintas de colores, sombreros negros con escarapelas, y pequeñas esquilas, ellas con enaguas blancas, falda con mandil bordado, blusa blanca, mantón o pañuelo sobre los hombros, guantes blancos y zapatos negros.



Tras la comida, todos se congregan junto al mayo. Al sonido de dulzaina y tamboril comienzan a bailar en corros, por una parte los quintos y quintas, por otro las madres.

Los cucurrumachos van haciendo aparición con su estruendo, pero mudos, con su relleno de paja para no ser conocidos por nadie y entre sus paseos y bailes, lanzan paja a cuantos se les ponen por delante.

La fiesta continúa alternando las “coplas de los quintos”, los bailes y un pregón que describe las actividades del año y la lista de lo recibido en donación. Seguidamente aparece en el balcón del ayuntamiento el “tío Marcos”, quien anuncia que matará al “vaquilla”, y en efecto, lo mata (supuestamente) disparando dos tiros al aire con una escopeta. El vaquilla, que permanecía en el centro de la plaza, cae fulminado. Siguen los bailes, las carreras, las invitaciones y la alegría, el vaquilla resucita y los cucurrumachos se despojan de sus disfraces.

¿De dónde procede esta tradición?

Sólo hay constancia escrita de que se celebraba en la posguerra, pero algo tan extraordinario y tan diferente tiene todo el aspecto de ser muy antiguo, posiblemente la continuación de una de las fiestas que celebraban el renacer de naturaleza en primavera, con el baile alrededor del árbol y la representación de la lucha del bien contra el mal, tal vez su origen tenga raíces en los vettones. 

Navalosa

El pueblo de Navalosa acumula tradiciones que son un misterio, no por lo inusual sino por su concentración en un lugar aislado entre las sierras de Gredos y el Zapatero. En ningún otro lugar de Ávila existen las cabañas con techo vegetal de piornos (*) que aquí hay (mejor cabe decir “había”) por doquier, incluyendo la gran ladera de Navalvao, en el término municipal. Lo mismo cabe decir de las cerraduras de madera, con su tranca y su llavín, que toda vía están es uso en multitud de puertas de corrales, cuadras y paja. Al encanto de lo anterior se suman las construcciones de todo tipo que aprovecharon la roca natural como paredes o soporte.

Desafortunadamente, las construcciones tradicionales han sido empequeñecidas, tapadas y menospreciadas por el estilo “yo construyo como me da la gana”, tan común en nuestros pueblos de Castilla, sin ningún tipo de control urbanístico ni estético. Es cada vez más difícil encontrar viviendas o construcciones con fachadas de granito, cuando éste es el material omnipresente.





Los increíbles corrales, muy similares en su estructura y aspecto a las pallozas de los Ancares, de Asturias o de Galicia, pero separadas cientos de kilómetros de ellas, son un valor cultural y etnográfico que debería ser mantenido con tantos esfuerzos como fueran precisos.  Los corrales, edificados con planta cuadrada u ovalada, con tejado soportado por vigas de madera y techo de piornos, fueron usados durante siglos para recoger al ganado. En la planta superior tienen un acceso independiente para meter el heno y los materiales que necesitaran para los pequeños cultivos o para la atención del ganado.

Junto a algunos suele haber un chozo techado con lajas de piedra para refugio de pastores, además de otras construcciones.

Existen 200 corrales en el término, la mayoría de ellos en ruina o en proceso de ruina, con sus vigas de madera rotas y sus tejados de piornos hundidos, sin contar con las construcciones que se han edificado sobre sus paredes, reconocibles por su planta elíptica. Por otro lado se han edificado multitud de “casillas”, infraviviendas que se han colado como lugares para aperos de labranza pero que se usan para ir a pasar el día.Afortunadamente se rehabilitaron dos corrales en Navalvao, pero, no es suficiente. Joyas culturales tan impresionantes como son los corrales de Navalosa se estén perdiendo sin remedio. Sobre este tema puedo ofrecer documentación adicional a quien me la pida.

Amenazas

Como no todo va a ser bueno, también existen problemas. Destaco la falta de regulación en la construcción, una realidad que ha conseguido eliminar el carácter de los pueblos al permitirse colores, fachadas y arquitecturas ajenas al terreno.

El tema de la pérdida de los “corrales” es en mi opinión un hecho trágico desde el punto de vista patrimonial.

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