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martes, 19 de septiembre de 2017

Ameal de Pablo. 2017-09



El nombre “ameal” o “almeal” describe los amontonamientos de heno que los ganaderos construyen alrededor de un palo vertical (mejor cabe decir “construían” pues prácticamente ya han desaparecido de nuestros campos). La paja se colocaba apretada y de modo que el agua resbalara, con el objetivo de mantenerla seca el mayor tiempo posible. La construcción tenía una forma cónica y su contorno inferior estaba normalmente cercado con un muro de piedras para evitar que las vacas se autoabastecieran. Hasta donde yo conozco, esta palabra es característica de las zonas serranas de la provincia de Ávila. En otros lugares se los conocía como “almiar”, pero para mí, son ameales o almeales, por mucho que diga la Real Academia de la Lengua.

Cada vez que caminamos por la sierra y vemos ameales, los fotografiamos como lo que son, una antigüedad, un recuerdo de nuestro pasado, patrimonio común de una forma de vida que casi ha desaparecido. La imagen anterior es una muestra de uno de ellos.


Por su forma, especialmente cuando lo vemos desde la Laguna Grande de Gredos, el Ameal de Pablo recuerda a estas construcciones populares, así que esta vez la montaña sí que tiene al menos parte de su nombre bien justificado.

El Ameal de Pablo tiene una situación estratégica, pues es el primero de los riscos que por este lado da continuidad al cierre del Circo tras el Almanzor, Ballesteros y el Venteadero. Siguiendo al Ameal, risco Moreno y el Cerro de los Huertos forman también un afilado cuchillar que corta bruscamente el paisaje y delimita el Gargantón.

Es un precioso mirador al que se accede tras una divertida trepada. En un día claro, las vistas son espectaculares, entre la Galana, el Almanzor y el resto del Circo, que se muestra desde aquí con una belleza soberbia. Especialmente, la vista sobre la zona de los Tres Hermanitos es de una estética difícil de superar. Es además una cumbre que para mí tiene recuerdos de escaladas, vivacs y otras experiencias. Ya hace mucho tiempo de eso, pero cada vez que vengo por aquí, me veo con el Truji medio enriscados en cualquier pared.

Este fin de semana subimos un grupo de amigos y disfrutamos de la montaña sin prisas, saboreando cada momento.

Una ascensión muy recomendable, más teniendo en cuenta que la gente suele ir tropel hacia el Almanzor y la Galana, mientras que en el Ameal se puede disfrutar de la soledad.

Pincha en este enlace para acceder a algunas fotos de la ascensión y la preciosa jornada.


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