Madeira tiene dos zonas climáticas bien diferenciadas. El Norte, donde los bosques de laurisilva (patrimonio de la humanidad) atrapan la humedad y el sur, seco y más caluroso. Las levadas son canales que llevan el agua desde los cursos superiores de los ríos y torrentes a los puntos de consumo. Muchas de ellas, efectúan grandes recorridos desde la parte norte hasta el sur. En una isla con tantos accidentes geográficos, deben atravesar montañas a través de túneles, pasar por paredes verticales, cruzar por puentes y atravesar bosques. Este sistema de recogida de agua alcanza casi todos los lugares de Madeira. Al parecer, las primeras comenzaron a construirse en el s. XVI y todas ellas sorprenden por su atrevimiento. Sin duda son obras de ingeniería dignas de admiración.
Las levadas que recorrimos en parte fueron la de Furado, repleta de flores, como el jardín más hermoso de Madeira, la de 25 Fontes, con un túnel de 800 m de longitud y que termina en una cascada y lago paradisíacos, la de Risco, también con vistas a una estética cascada y la que da acceso a Caldeirado Verde y Caldeirao do Inferno, dos lugares impresionantes (la foto de arriba es de Caldeirao Verde) y verdaderamente recomendables.
Con respecto a los barrancos, durante el mes de junio se celebró una reunión internacional de barranquismo, que fue la disculpa principal que tuvimos un grupo de amigos para visitar la isla. Juanjo, Juan, Macri, Jose, Mari Ángeles, Escubi y yo hicimos varios de los barrancos previstos a los que tuvimos acceso con los permisos que gestionó la organización. Los barrancos estaban perfectamente equipados y nos facilitaron el acceso a las cabeceras, algunas situadas a más de una hora de distancia en coche.
Hicimos los barrancos de Pedra Branca, Ribeira Funda, Hortela Superior, Seixal Superior, Passo inferior y Paul do Inferno.
Como decía en un post anterior, descender estos barrancos, algunos con cascadas imponentes, es entrar en un mundo mágico de verdor, agua y verticalidad. Hacerlo además con mis amigos que me dan la seguridad total que se precisa para embarcarse en una actividad como esta, es un privilegio.
¡Volveremos!
Los miles de kilómetros de levadas (dicen que hay 2.500 km) se pueden recorrer en gran parte, no sin dificultad en algunos casos, por los senderos adyacentes o por la misma construcción. Atraviesan por lugares sonde mejor no tener vértigo y en todas ellas se pueden admirar flores y vegetación exuberante, como corresponde al bosque del norte.
Sólo caminar por las levadas, ya supone una gozada. Además, en muchos casos, son las vías de acceso y salida de barrancos.
Las levadas que recorrimos en parte fueron la de Furado, repleta de flores, como el jardín más hermoso de Madeira, la de 25 Fontes, con un túnel de 800 m de longitud y que termina en una cascada y lago paradisíacos, la de Risco, también con vistas a una estética cascada y la que da acceso a Caldeirado Verde y Caldeirao do Inferno, dos lugares impresionantes (la foto de arriba es de Caldeirao Verde) y verdaderamente recomendables.
Con respecto a los barrancos, durante el mes de junio se celebró una reunión internacional de barranquismo, que fue la disculpa principal que tuvimos un grupo de amigos para visitar la isla. Juanjo, Juan, Macri, Jose, Mari Ángeles, Escubi y yo hicimos varios de los barrancos previstos a los que tuvimos acceso con los permisos que gestionó la organización. Los barrancos estaban perfectamente equipados y nos facilitaron el acceso a las cabeceras, algunas situadas a más de una hora de distancia en coche.
Hicimos los barrancos de Pedra Branca, Ribeira Funda, Hortela Superior, Seixal Superior, Passo inferior y Paul do Inferno.
Como decía en un post anterior, descender estos barrancos, algunos con cascadas imponentes, es entrar en un mundo mágico de verdor, agua y verticalidad. Hacerlo además con mis amigos que me dan la seguridad total que se precisa para embarcarse en una actividad como esta, es un privilegio.
¡Volveremos!
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