Berlín es una ciudad plagada de atractivos. Es misión imposible describirlos todos, así que prefiero exponer unas simples trazas y pistas con mis impresiones. Tiene museos –especialmente los situados en la llamada “Isla de los Museos”- de fama y reconocimiento internacional (el conjunto es patrimonio de la humanidad). La arquitectura de sus renovados edificios sorprende en cada calle. Hay multitud de zonas verdes e inmensos parques, respetados por ciudadanos y gestores políticos. A pesar de su tamaño (3,5 millones de habitantes) es fácil de recorrer con el sistema público de transporte, fiable y eficiente. Se come bien, incluso muy bien, y a precios razonables.
Además, se celebran festivales, espectáculos y actividades de todo tipo. Carmen y yo hemos tenido la suerte de coincidir con la estrella del mes de octubre: la doceava edición del “Festival de las Luces”. Decenas de edificios emblemáticos se iluminan durante diez noches mediante proyectores. Artistas de todo el mundo exponen sus trabajos sobre los volúmenes de los inmumerables monumentos de la ciudad. En ciertos lugares, como la Puerta de Brandenburgo o la torre de la Televisión (365 m de altura), las proyecciones compiten para conseguir premios. La gente se echa a la calle, cámara en ristre.
El espectáculo nocturno se completa con la iluminación de otros lugares. En mi opinión, destaca el Sony Center en Postdamer Platz, una magnífica, y sorprendente obra de ingeniería.
El conjunto de los cinco museos de “Museumsinsel” justificaría por sí mismo una visita. Particularmente el “Museo de Pergamo” es increíble. En estos momentos está siendo reformado y el famoso altar de Pérgamo, una de las obras maestras de la escultura greco-romana, no se podrá ver hasta el año 2019. No obstante, sus fondos son tan espectaculares que en modo alguno es posible sentirse frustrado.
Además, se celebran festivales, espectáculos y actividades de todo tipo. Carmen y yo hemos tenido la suerte de coincidir con la estrella del mes de octubre: la doceava edición del “Festival de las Luces”. Decenas de edificios emblemáticos se iluminan durante diez noches mediante proyectores. Artistas de todo el mundo exponen sus trabajos sobre los volúmenes de los inmumerables monumentos de la ciudad. En ciertos lugares, como la Puerta de Brandenburgo o la torre de la Televisión (365 m de altura), las proyecciones compiten para conseguir premios. La gente se echa a la calle, cámara en ristre.
El espectáculo nocturno se completa con la iluminación de otros lugares. En mi opinión, destaca el Sony Center en Postdamer Platz, una magnífica, y sorprendente obra de ingeniería.
El conjunto de los cinco museos de “Museumsinsel” justificaría por sí mismo una visita. Particularmente el “Museo de Pergamo” es increíble. En estos momentos está siendo reformado y el famoso altar de Pérgamo, una de las obras maestras de la escultura greco-romana, no se podrá ver hasta el año 2019. No obstante, sus fondos son tan espectaculares que en modo alguno es posible sentirse frustrado.
Se puede disfrutar de una de las espectaculares entradas de la muralla de Babilonia, del s. VI AC. Sus figuras de animales mitológicos sobre cerámica azul vidriada nos deja con la boca abierta, como la gran puerta del mercado de Mileto o los restos asirios.
Los otros museos complementan al de Pérgamo, particularmente el Neue, conocido por exponer el busto de Nefertiti.
A pesar de su antigüedad, podría decirse que Berlín es una ciudad nueva. El horror del régimen nazi llevó la guerra a la ciudad. Los bombardeos redujeron a escombros gran parte de su patrimonio, pero tras la destrucción, ambos bloques políticos se empeñaron en volver a darle el brillo que tuvo. Emociona visitar el centro expositivo “Topografía de los Horrores”, situado sobre solares utilizados por el regimen nazi. Los berlineses no ocultan su pasado; al contrario, lo afrontan y documentan con cifras y material gráfico. Recomiendo visitarlo.
La ciudad tiene otros lugares que recuerdan la crueldad y homenajean a las víctimas, como el gran monumento del holocausto.
Otro asunto que nos hace reflexionar y cuya historia conviene conocer, son los trazos del muro, que muchos de nosotros vimos caer en directo por la televisión hace tan sólo venticinco años. Buscamos los restos de la arquitectura oficialista del Este, pero por suerte hoy Berlín es una ciudad homogénea en su arquitectura, multicultural, reconciliada, moderna, con carácter y hermosa. Sólo las simpáticas figuras de los semáforos permanecen de la época de la separación.
Solo un pero… ¡hace un frío que pela!
Pincha aquí si quieres ver una colección de fotos de nuestra visita a Berlín.
Los otros museos complementan al de Pérgamo, particularmente el Neue, conocido por exponer el busto de Nefertiti.
A pesar de su antigüedad, podría decirse que Berlín es una ciudad nueva. El horror del régimen nazi llevó la guerra a la ciudad. Los bombardeos redujeron a escombros gran parte de su patrimonio, pero tras la destrucción, ambos bloques políticos se empeñaron en volver a darle el brillo que tuvo. Emociona visitar el centro expositivo “Topografía de los Horrores”, situado sobre solares utilizados por el regimen nazi. Los berlineses no ocultan su pasado; al contrario, lo afrontan y documentan con cifras y material gráfico. Recomiendo visitarlo.
La ciudad tiene otros lugares que recuerdan la crueldad y homenajean a las víctimas, como el gran monumento del holocausto.
Otro asunto que nos hace reflexionar y cuya historia conviene conocer, son los trazos del muro, que muchos de nosotros vimos caer en directo por la televisión hace tan sólo venticinco años. Buscamos los restos de la arquitectura oficialista del Este, pero por suerte hoy Berlín es una ciudad homogénea en su arquitectura, multicultural, reconciliada, moderna, con carácter y hermosa. Sólo las simpáticas figuras de los semáforos permanecen de la época de la separación.
Solo un pero… ¡hace un frío que pela!
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Es un lujo viajar virtualmente con vosotros a través de tu blog. ¿Hay algún día del año que duermas en Salamanca?. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.
Javier y Montse.
Jeje, los menos posible, aunque... hay tiempo para todo. Saludos.
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