sábado, 17 de junio de 2017

Madeira. Ciudades y costas

En nuestra visita a Madeira estuvimos alojados en dos apartamentos, el primero próximo a Funchal y el segundo en San Vicente. Hay varios atractivos que deben conocerse cuando se visita la isla.

Curral das Freiras es un pueblo situado en el interior de una antigua caldera volcánica, cuyo acceso original sólo podía hacerse atravesando un puerto de montaña, lo que salvaba a las monjas que fueron a vivir allí de las incursiones de los piratas. Lo mejor es subir directamente al mirador de Eira do Serrado, desde donde se tienen unas vistas espectaculares.


También son espectaculares las vistas desde el cabo Girâo, el segundo más alto del mundo.


Las ciudades costeras del norte, aparte de su paisaje brutal provocado por el ascenso radical de las montañas desde el mar, tienen rincones muy interesantes. Las piscinas naturales de Seixal y Porto Móniz son una gozada.

Las carreteras antiguas en si mismas son ya un espectáculo: se retuercen, suben pendientes inverosímiles o van por huecos tallados en paredes; algunas tienen tanto valor como las levadas. Una nueva red de carreteras atraviesa la isla perforándola en multitud de túneles, lo que permite una comunicación fácil, pero, ojo con las carreteras que quedan, con sus abismos y sus peligrosa y constante caída de piedras (mejor llevar el seguro a todo riesgo con el coche de alquiler si vais a circular por ellas). Y hablando de infraestructuras, el aeropuerto también tiene lo suyo. Se hizo una ampliación que está sostenido por grandes columnas y realmente impresiona cuando se va llegando desde el aire.

En Funchal, para mi lo más reseñable son los numerosos jardines y parques, repletos de flores y especies vegetales. En el antiguo barrio de pescadores, junto al precioso mercado de los Lavradores, han pintado las puertas de las viviendas, algo parecido al Barrio del Oeste de Salamanca. CR7 tiene su hotel, su museo y su estatua, aparte de dar el nombre al aeropuerto.


Reseñable también la comida, magnífica, como suele ser habitual en Portugal. Es obligado probar la espetada de carne de vaca, ensartada en una vara de laurel y asada a la brasa. El pescado más habitual en los restaurante es lo que llaman "espada", que es el "sable negro". Delicioso y bien de precio en general.

Como curiosidad, en una ladera cercana Funchal está Monte, con un cuidado jardín y que es el lugar desde donde se lanzan los "Carreiros", unos cestos fabricados con madera y mimbre que se deslizan a modo de trineos biplaza por las calles para bajar hasta la ciudad. Desde comienzos del siglo XIX la burguesía acomodada subía a tomar el fresco a Monte y bajaba en estos cestos, guiados por dos "carreiros".

Otra curiosidad: las lagartijas, presentes en todas partes.

Pincha en este enlace para acceder a una colección de fotos.

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