jueves, 10 de diciembre de 2015

Las Hurdes, Riomalo de Arriba - Mirador del Ceño

Las Hurdes. El nombre nos evoca un lugar alejado, áspero, donde la vida fue muy difícil. Esta vez hicimos un recorrido que nos mostró desde las alquerías, con su parte más antigua arruinada, hasta la sierra, pasando por los bancales y terrazas que los habitantes de la zona consiguieron habilitar entre las pizarras.

Comenzamos en Riomalo de Arriba por la llamada "senda de Alfonso XIII". El nombre rememora la visita que dicho rey hizo en 1922, a instancias del médico Gregorio Marañón y que sirvió en su momento para que se tomaran medidas sanitarias contra enfermedades endémicas en la región. No debió de solucionar la misera que las provocaba, porque en 1932 Buñuel filmó el documental "Tierra sin pan", que sacó a la luz en toda Europa la triste realidad de las Hurdes en ese momento.

La senda sube por un bosque con vegetación autóctona. Los robles dan paso a encinas, madroños, jaras, tomillos... hasta el puerto de Robledo, donde comienza una extensa y antigua plantación de pinos. Desde allí bajaremos a Casares de las Hurdes. Antes de llegar al pueblo llama la atención una de las antiguas almazaras, que conserva múltiples compartimentos para que cada propietario de olivos dejara sus aceitunas hasta que le llegara el turno de prensarlas. En la plaza del Lindón, al lado del ayuntamiento hay un edificio cuya fachada está forrada de piedras con crucianas, las huellas fósiles de trilobites (era paleozoica, 230-570 millones de años). Aunque hemos visto otras construcciones adornadas con ellos, ninguna de este tamaño. Viendo la casa, cuesta trabajo pensar que aún quede algún resto en la sierra. La torre exenta de la iglesia, con dos campanas, también es interesante.

En los pueblos que siguen, Casarrubio y Huetre, como en los anteriores, hay algunas casas antiguas, si bien la mayoría están arruinadas. Lo más característico que se conserva es el propio trazado de las calles. Desafortunadamente, también se ven, porque están habitados, algunos edificios de muy baja calidad.

Ahora tomamos el camino hacia el mirador del Ceño, bien guiados por Rafa, extremeño y amante de su tierra. Pasamos por bancales con olivos y algunos frutales. El despoblamiento de la zona se nota en las aceitunas que no han sido recogidas en bastantes terrazas. Los cerezos ponen una preciosa nota de color en las montañas escalonadas.

El río Hurdano se retuerce en meandros entre los contrafuertes de la sierra. Allí donde la aridez del terreno pizarroso lo permite se han creado huertas, algunas con una estética "pictórica" como las situadas cerca de Huetre. El río que se retuerce con aguas transparentes, la vegetación de ribera y las pequeñas huertas crean un contraste asombroso con la aridez de las laderas escarpadas. Tengo la sensación de estar en alguna garganta de Marruecos, aunque este paisaje tiene su propia personalidad.

Llegamos al mirador de "Majá Robledo" (cazador escopeta en ristre ¿será uno de los que hace un par de horas pasaron derrapando con su poderoso todo terreno y que aceleró aún más cuando nos vio al lado de la pista que cruzábamos?). Magnífica vista de 360 grados. Desde allí, descendemos por la senda de la "Majá Robledo", con nuevas visiones aéreas de la garganta y los valles. El regreso lo hacemos desde Casares subiendo a Carabusino y de allí a Riomalo.

Preciosa salida. Pincha aquí o en la foto para acceder a una colección de fotos de la jornada.


2 comentarios:

  1. Nos encanta este blog, los posts, las ideas, los comentarios y la persona que lo mantiene vivo y comparte sus andanzas con todos los que amamos la montaña. Más nos gustaría poder compartir las rutas que propones. Quizás algún día. Gracias y enhorabuena. Javier y Montse.

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  2. ¡Muchas gracias! Seguro que sí, que compartiremos alguna salida. Un abrazo.

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